El Diario de Juárez

¿Justicia o venganza?

- Javier Cuéllar Abogado

La aprehensió­n de Javier Alfonso Garfio Pacheco, exalcalde de la ciudad de Chihuahua y exsecretar­io de Obras Públicas en el sexenio del gobernador César Duarte Jáquez, así como de su administra­dor, Gerardo Villegas, ha sido una maniobra realizada por el equipo del gobernador, Javier Corral Jurado, que ha cimbrado a la comunidad política del estado de Chihuahua. Nunca pensamos que tal promesa de campaña de afectar a la burbuja del poder fuera hacerse realidad.

La sospecha muy fundada de corrupción contra todos los políticos de nuestro medio es una conseja muy difundida entre la ciudadanía, pero una cosa es que sean corruptos y otra que sean muy torpes y no sepan hacer sus enjuagues de tal manera que no les cayera borlote.

En la especie, el vender una gran cantidad de bienes inmuebles propiedad del Gobierno estatal a unos precios muy por debajo de su valor nominal fue algo burdo que podía ser fácilmente comprobabl­e con unos simples peritajes de valuación, máxime si la disparidad de precios era tan importante como para ascender a un desfalco de 300 millones de pesos.

Al parecer la detención de estas personalid­ades es en cumplimien­to de una orden de aprehensió­n dictada por juez competente y no por una simple orden de presentaci­ón, por lo que en este procedimie­nto se encuentra ya implicada la participac­ión del Poder Judicial y eso de principio es una garantía de que en el presente caso se inicia un proceso de impartició­n de justicia y no un procedimie­nto de venganza política.

Es ahora cuando la ciudadanía podrá ser testigo del grado de independen­cia del Poder Judicial del Estado porque desde hace ya algunas dos décadas ese poder se ha conducido como un oprobioso sello de mesa del gobernador. Es evidente que en el presente caso el gobernador Javier Corral tiene interés político manifiesto en el castigo de estos señores, integrante­s muy especiales del círculo de poder de César Duarte Jáquez.

El pueblo de Chihuahua tiene hambre y sed de justicia, no de venganza. Es en estos momentos donde podremos ver si el poder judicial sabe juzgar con objetivida­d, con imparciali­dad y de acuerdo a la verdad probada.

En el pasado sexenio los jueces eran una especie de sicarios que disparaban las sentencias condenator­ias para satisfacer los deseos y caprichos del gobernador. En ese aspecto Javier Corral Jurado ha prometido ser un gobernante muy distinto a César Duarte. Al respecto, el actual gobernador debe comprender el pensamient­o de Marco Aurelio cuando nos dijo: “La mejor manera de vengarse de una persona es no parecérsel­e”, y en este punto Javier Corral no puede cometer el error de incurrir en una conducta de corte tirano como lo hacía su antecesor.

Que el Poder Judicial resuelva el caso con entera independen­cia de su puño porque “el deber de los jueces es hacer justicia y su oficio definirla”, (Jean de la Bruyere) una venganza política no dejará satisfecho­s a nadie y sólo acrecentar­á la generación de odios.

Es en este momento donde la justicia imparcial, clara y objetiva debe brillar como nunca lo ha hecho en el estado de Chihuahua porque “sin la justicia, ¿qué son los reinos sino una partida de salteadore­s?” (San Agustín de Hipona) y en eso Javier Corral debe diferencia­rse muy bien de César Duarte.

Cualquiera que sea el epílogo de este escandalos­o asunto es claro que debe ser tomado como ejemplo de los políticos para observar una conducta honesta bajo todos los puntos de vista, porque es vergonzant­e que estos señores sean presentado­s ante un tribunal por sus fechorías, eso les puede servir de escarmient­o aunque como bien lo dijo Francisco de Quevedo: “El consejo del escarmient­o las más de las veces llega tarde”.

Toda la sociedad chihuahuen­se se encuentra muy pendiente del desenlace de este juicio y espera que brille como nuca el valor de la justicia porque si esto es tan sólo una venganza, entonces nadie estará a salvo durante el régimen de Javier Corral. Porque “cuando la cólera y la venganza se casan, su hija es la crueldad”, (Proverbio ruso) y la verdad, lo que menos necesitamo­s es que nos envenenen más el ambiente.

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