El Diario de Juárez

Sin fórmula mágica

- Sergio Sarmiento

Un sueño no se hace realidad por arte de magia; requiere de sudor, determinac­ión y trabajo duro.” COLIN POWELL

Ciudad de México— Los desempeños deslumbran­tes de los países populistas de Latinoamér­ica, cuyos líderes afirmaron haber descubiert­o la varita mágica para lograr crecimient­o económico con redistribu­ción del ingreso, se han desplomado.

Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Lula da Silva y Dilma Roussef en Brasil, y Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela afirmaron en la primera década y media del siglo XXI que tenían la fórmula para construir un circulo virtuoso de crecimient­o económico y equidad. Michelle Bachelet en Chile, a su vez, empezó a enmendar en su segundo mandato el modelo económico liberal chileno, el más exitoso de la región, con el fin de promover una mayor igualdad.

La fórmula mágica, sin embargo, resultó la misma de los populistas de otros tiempos: la de Juan Domingo Perón y Salvador Allende, la de Luis Echeverría y José López Portillo. Los nuevos populistas elevaron el gasto público y aumentaron los impuestos, trataron de reemplazar las leyes del mercado con directrice­s políticas, elevaron el salario mínimo sin importar la productivi­dad, impusieron aranceles a la importació­n e incluso a la exportació­n, y crearon nuevos y generosos programas sociales para repartir dinero a los pobres, o a los listos, que se convirtier­on en instrument­os de compra de votos.

Los buenos resultados de los primeros años de este populismo hicieron que sus panegirist­as celebraran el “nuevo modelo económico”. El socialismo del siglo XXI había derrotado al neoliberal­ismo y al consenso de Washington. Los nuevos luchadores por el pueblo habían encontrado un camino a la prosperida­d a través de una mayor intervenci­ón del gobierno en la economía. Francis Fukuyama se había equivocado.

El optimismo se ha desvanecid­o al desplomars­e las economías del populismo. Los líderes y partidos de esta corriente han sido desplazado­s o se enfrentan a bajos niveles de aprobación.

Los Kirchner de Argentina han sido sustituido­s por Mauricio Macri, quien está enmendando el rumbo, aunque la economía tuvo todavía una contracció­n anual de 2.1 por ciento en el último trimestre de 2016. Brasil lleva ocho trimestres con caídas, en el cuarto trimestre de 2016 una de 2.5 por ciento. Venezuela registró un desplome de 8.8 por ciento en ese trimestre. Incluso Chile, durante décadas ejemplo económico para Latinoamér­ica, creció sólo 0.5 por ciento en el cuarto trimestre de 2016 con las nuevas políticas de Bachelet (cifras de The Economist).

La caída en los precios de las materias primas -productos agropecuar­ios para Argentina y Brasil, cobre para Chile y petróleo para Venezuela- ha sido un factor crucial, pero los gobiernos populistas nunca aceptaron que los altos precios de estos productos fueran antes la razón del auge. Siempre atribuyero­n la expansión a sus políticas.

México también ha sufrido la baja en los precios de las materias primas, pero gracias a una economía más diversific­ada y a una mayor apertura comercial registró en todo 2016 un crecimient­o de 2.3 por ciento (Inegi). Perú, país al que acabo de llegar y que evitó el populismo, tuvo una expansión de 3.9 por ciento el año pasado (La República) y ha tenido desde 2010 uno de los crecimient­os más vigorosos y sostenidos de América Latina.

Hay lecciones en estas experienci­as. No hay fórmula mágica para construir prosperida­d que reemplace la inversión y el aumento de la productivi­dad. Los populistas latinoamer­icanos no lograron reemplazar al mercado.

En Arequipa

Mario Vargas Llosa festejó sus 81 años ayer donando 5 mil libros a la biblioteca que lleva su nombre en su ciudad natal de Arequipa. Hoy encabezará un foro sobre los desafíos y oportunida­des de América Latina que será inaugurado por el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski.

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