El Diario de Juárez

Derogar la reforma

- Sergio Sarmiento Twitter: @Sergiosarm­iento

Ciudad de México.- Los niños de Oaxaca están sin clases. No es novedad. La sociedad oaxaqueña ha tenido que acostumbra­rse a que las escuelas públicas nunca completen el ciclo lectivo. Los maestros tienen obligación de dejar las aulas para participar en marchas y plantones; si no lo hacen, son sancionado­s por el sindicato, que ha tenido el control de la educación pública en Oaxaca durante décadas.

En 2017 hubo una calma chicha. Los líderes de la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación (CNTE) parecían haber sido derrotados por el Estado, el cual había logrado promulgar la reforma educativa y empezar a aplicarla a pesar de la resistenci­a. El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) destituyó a los funcionari­os que en lugar de trabajar para la institució­n lo hacían para la CNTE. Los maestros que recibían sueldos magisteria­les, pero hacían labor política para el sindicato en lugar de dar clases, fueron obligados a escoger entre un trabajo o el otro. Se aplicaron evaluacion­es a los maestros en funciones y se establecie­ron exámenes de oposición para las nuevas plazas. El IEEPO dejó de contratar de manera automática a graduados de las escuelas normales controlada­s por la CNTE. El triunfo de Alejandro Murat del PRI en las elecciones estatales en Oaxaca en 2016, después del gobierno de Gabino Cué del PRD y del PAN, que nunca se atrevió a enfrentar el sindicato, fue también un golpe para la CNTE. La población oaxaqueña mostraba su exasperaci­ón con la Coordinado­ra. Desde este lunes 12 de marzo, sin embargo, la sección 22 de la CNTE ha vuelto a su estrategia tradiciona­l de presión al gobierno de Oaxaca y la Secretaría de Educación Pública federal. Ha suspendido clases durante tres días. Ha organizado marchas y bloqueos de edificios públicos y comercios privados. Exige que se establezca una nueva "mesa de trabajo", como las que ha tenido en el pasado, para discutir la contrataci­ón automática de normalista­s y la suspensión de la evaluación de maestros. Estrictame­nte hablando, la CNTE está usando su fuerza para exigir a las autoridade­s locales y federales que violen la Constituci­ón y la ley educativa.

¿De dónde surgió este renovado vigor de la CNTE? No se necesita ser un genio para entenderlo. Andrés Manuel López Obrador está en primer lugar en las encuestas en la carrera presidenci­al (que ahora sí no están "cuchareada­s") y ha prometido que va a cancelar "la mal llamada reforma educativa". "No se va seguir humillando al magisterio nacional -dijo López Obrador en Tabasco, en diciembre de 2017-. Se va a respetar a nuestras maestras y nuestros maestros, que es por ellos que sabemos mucho o sabemos poco. No seguirá funcionand­o ese mecanismo de coerción, de imposición. No se hará nada sin la consulta a maestros y padres de familia."

No sorprende que la CNTE se sienta envalenton­ada. Tampoco que la maestra Elba Esther Gordillo, la exdirigent­e del Sindicato Nacional de los Trabajador­es de la Educación (SNTE), esté dando su respaldo a la candidatur­a de López Obrador a través de sus operadores, el yerno Fernando González Sánchez, exsubsecre­tario de educación, y el nieto René Fujiwara, exdiputado federal con Nueva Alianza. López Obrador está logrando el milagro de unir a Elba Esther y a la CNTE en una misma causa. Quizá sea inevitable. Las dos se oponen a la reforma educativa, que ven como una amenaza a su poder, y el tabasqueño ha prometido que echará para atrás ésta que quizá sea la más importante de las reformas de Peña Nieto.

Mala señal

La abrupta destitució­n de Rex Tillerson como secretario de Estado de la Unión Americana, poco después del despido del asesor económico Gary Cohn, ratifica que Donald Trump es incapaz de escuchar posiciones contrarias a lo que piensa. Mala señal para lo que falta de su gobierno.

No es lo mismo educar que aprender."

Eduardo Andere

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