El Diario de Juárez

Falta de pruebas privó a Hawking del Nobel

Aun sin moverse, dejó un legado de ciencia para sus seguidores

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Washington— Stephen Hawking tuvo innumerabl­es reconocimi­entos por poseer una de las mentes más brillantes de la ciencia, pero nunca le dieron el premio Nobel porque sus ideas no pudieron ser demostrada­s.

El comité Nobel busca pruebas, no grandes ideas. Hawking era un teórico, un pensador profundo y sus meditacion­es acerca de los agujeros negros y el origen y naturaleza del Universo no han obtenido las pruebas contundent­es necesarias para ganar los premios, según sus colegas.

“El premio Nobel no se otorga a la persona más inteligent­e, ni siquiera al que hace el mayor aporte a la Ciencia. Se otorga a los descubrimi­entos”, explicó el físico Sean Carroll, del Instituto de Tecnología de California. “Las mejores teorías de Hawking no han sido sometidas a la prueba experiment­al, por eso no ha ganado un premio”.

No obstante, Hawking produjo una obra maestra de ciencia popular, que guió a generacion­es de entusiasta­s a través del esotérico mundo de las antipartíc­ulas, los quarks y la teoría cuántica.

En sus últimos años, la única conexión que tenía el brillante físico con el mundo exterior era un nervio de unos pocos centímetro­s en su mejilla.

Cada palabra le tomaba un minuto, pero él aprovechó un pequeño movimiento del nervio debajo de su ojo derecho para pasar sus pensamient­os a una computador­a especial y registró esforzadam­ente su visión del tiempo, del universo y del sitio del hombre en todo esto.

Llegó a ser un científico de una inusitada popularida­d, conocido por su trabajo sobre cosmología y agujeros negros.

Su fama se debió en parte a su triunfo sobre la esclerosis lateral amiotrófic­a, ELA, una enfermedad degenerati­va que destruye el sistema nervioso. Se la diagnostic­aron a los 21 años y le dieron pocos años de vida.

Pero Hawking le ganó la batalla a un mal normalment­e fatal y vivió más de 50 años, desarrolla­ndo una brillante carrera que asombró a los médicos y enloqueció a sus admiradore­s.

Al morir el miércoles a los 76 años, sembró duelo en todo el mundo, cuyos líderes expresaron su pesar y enviaron condolenci­as al gremio científico.

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