Elecciones
Dentro de cinco días se llevará a cabo la jornada electoral en nuestro país, la “fiesta democrática” le llaman algunos comentócratas. Después de años de un ambiente de extrema polarización y crispación política, los ciudadanos tenemos nuevamente la oportunidad de elegir a nuestros gobernantes y representantes populares. Si bien todos los gobernantes salen muy desgastados al concluir sus períodos, no recuerdo una elección donde hubiera habido tanto odio y enojo por parte del elector al momento de emitir su sufragio. Esto vendrá a ser el principal catalizador del voto el próximo domingo.
Enrique Peña Nieto llegó al poder en gran medida por el hartazgo social respecto a los gobiernos del PAN. Ahora, lo más probable es que sea López Obrador quien llegue al poder precisamente por el hartazgo respecto del gobierno de Peña. Estoy seguro que en seis años, el electorado buscará otra opción por el hartazgo generado durante el gobierno de López Obrador, si es que este último gana el próximo domingo.
No creo que los gobiernos de Calderón, Peña, o el que vaya a hacer López Obrador sean enteramente malos; como en todo hay matices. Lo que veo es que el electorado, a pesar de tener acceso a información que antes no tenía, es un electorado molesto y rencoroso. Muchas veces con razón, pero la mayoría de las veces sin ella. Al Gobierno de Peña se le han criticado acertadamente muchos yerros y negligencias en que ha incurrido, pero no se le han reconocido logros que estadísticamente están probados. De ahí que apunto que el electorado actúa de manera impulsiva, como el péndulo de un reloj, que oscila entre una opción política y otra. Finalmente esa es la democracia.
Considero que, tan importante como quién gane la Presidencia, el tema que atraerá nuestra atención va a ser cuál será la composición del Congreso. Desde 1994 no hay un partido que ejerza más del 50 por ciento de los votos en las cámaras. El Congreso ha sido desde 1997, un claro contrapeso a la avasalladora fuerza del Ejecutivo. Creo que este resultado merecerá especial atención el próximo domingo.
Por lo pronto, de conformidad con los sondeos, en el estado parece que las cosas pintan para que sea el PAN quien gane las dos senadurías de mayoría en Chihuahua. La senaduría de primera minoría se estaría entonces disputando entre José Reyes Baeza, y Bertha Caraveo de Morena. Respecto a las nueve diputaciones federales que hay en juego en la entidad, es oportuno decir que durante la elección de 2015, el PRI ganó ocho. Evidentemente que el panorama de 2018 no es el mismo. No se sabe cuántos distritos ganará el PRI en esta ocasión, pero seguramente serán menos de los ocho ganados hace tres años. El ejercicio del poder desgasta, y es natural que así suceda.
En la localidad, también renovamos Congreso y Ayuntamientos. Respecto a la elección de Ayuntamiento, es claro que la pelea está entre el independiente Cabada y el candidato de Morena, Javier González Mocken. No se esperan grandes cambios en ese sentido. Es el Congreso el que llama la atención. Actualmente, el PAN y los partidos “rémora” (PT, Verde, y todos esos que se venden al mejor postor) lo tienen dominado. Eso le ha permitido al gobernador imponer su agenda sin necesidad de negociar con las fuerzas políticas genuinas. Creo que, si bien el PAN ganará algunos distritos, no mantendrá la hegemonía sobre ese órgano.
Estimo que los independientes y Morena pueden ganar algunos distritos, equilibrando las fuerzas políticas al interior del Congreso. En ese caso, el Gobierno tendría que negociar con Cabada, líder natural del movimiento independiente en Chihuahua, y con Morena. Es obvio que Cabada no se prestará al juego del gobernador. ¿Se prestaría Morena a él?
Al ser esta mi última participación editorial antes de la elección, debo decir que quedan muchos temas en el tintero respecto de este proceso, mismos que iremos discutiendo más adelante, de ser oportuno, con base en los resultados: la nacionalidad de Nestora, las candidaturas artísticas de Ernesto D’alessio, Leticia Calderón, Eduardo Capetillo y “La Güereja”, entre otros temas. Por lo pronto estimado lector, únicamente me queda invitarlo a votar por la opción que considere más viable; lo exhorto a que no vote con el hígado y que ejerza esa prerrogativa con responsabilidad patriótica, después de analizar detalladamente las propuestas que le sean presentadas.