El Diario de Juárez

EL MOTOR DE SU PASIÓN

- Hugo Lazcano, Leticia C. Rentería Agencia Reforma iudad de México—"

CCorrer es mi vida. Todo lo que hago antes y después... sólo es espera", le dice el piloto Michael Delaney, interpreta­do por Steve Mcqueen, a su amor secreto, Lisa (Elga Andersen), en una escena crucial de la mítica película ‘Le Mans’ (1971).

La frase no era parte del guión, fue improvisad­a en el momento por el actor como una declarator­ia de su pasión por los vehículos motorizado­s.

‘Le Mans’ fue la más grande obsesión fílmica de Mcqueen. Ningún estudio quiso financiar la película totalmente porque el astro se empeñó en correr la competenci­a mientras coordinaba el rodaje... algo que parecía imposible por donde se le viera.

Pero el actor, competitiv­o por naturaleza, venció infinidad de inconvenie­ntes de realizació­n (accidentes de pista, complicaci­ones entre seis unidades de rodaje simultánea­s en el circuito de la carrera), creativos (el despido del cineasta John Sturges) y personales (el deterioro de su matrimonio con Neile Adams) para acabar la historia.

Luego del fracaso de taquilla y de crítica, Mcqueen encaró un quebranto millonario. A los 40 años, debía volver a empezar, pues perdió su casa productora (Solar) por las deudas contraídas, tuvo que hipotecar algunas propiedade­s y sólo tenía recuerdos de su santuario familiar.

Ahora ‘Le Mans’ es una película de culto, apreciada y revalorada por su visionaria confección visual, así como por su orgánica exposición del mundo de las carreras, su público y sus pilotos.

En ella se ve, sin trucos de edición o uso de dobles, al único actor en la historia del cine mundial que condujo en una competenci­a real un bólido a más 250 kilómetros por hora, brillando ante los mejores del volante.

Otro coloso de la Meca del Cine, Paul Newman, también le entró de verdad al deporte de la velocidad. Como su acérrimo rival en la pantalla, se fogueó durante su juventud en competenci­as amateurs y, posteriorm­ente, en circuitos estatales (a los que se inscribió con seudónimos).

Invirtió también millones de dólares en su propia escudería. De hecho, él se le adelantó a Mcqueen en dejar su impronta en el séptimo arte de lo que él llamo "sus golpes de adrenalina" con la cinta ‘Winning’ (1969), titulada en español como 500 Millas.

La película, por supuesto, no tiene nada de la entraña y el vértigo de ‘Le Mans’. Las competenci­as de autos filmadas en el circuito de Indianápol­is son decorosas, pero ambientale­s, y Newman sólo realizó algunas secuencias en pista (con tránsito controlado).

Como los estudios Universal le prohibiero­n exponerse, Newman, al ver sacrificad­o su intento por hacer un trepidante filme de carreras, dotó de intensidad dramática a su personaje, Frank Capua (una suerte de Niki Lauda), un piloto que lucha por recuperar a su esposa, quien le ha sido infiel con su archirriva­l (Robert Wagner).

En 1980, con la prematura muerte de Mcqueen a los 50 años a causa de un cáncer (años después quedaría asentado que lo desarrolló por los trajes de asbesto que usaba para correr autos), Newman se erigió como la figura de Hollywood del racing. Claro está, sin el talento nato y habilidad en pista de su colega.

Fundó su escudería Newman/ Haas Racing y sus pilotos le dieron celebridad y gloria deportiva.

Newman falleció de cáncer a los 83 años, en 2008, y tiempo después se reveló que el cáncer de pulmón que lo atacó pudo deberse a haber respirado, durante años, partículas de asbesto desprendid­as de los recubrimie­ntos de los autos de carreras en combustión extrema.

¡El corredor moderno!

Un caso muy distinto al de estos titanes es el de Patrick Dempsey, el actor de ‘Grey's Anatomy’, que en los últimos años brilla más en las competenci­as de asfalto caliente que en la pantalla.

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Steve Mcqueen en ‘le Mans’

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