Otro tiroteo masivo: 12 muertos
Asistentes a bar en California habían sobrevivido a masacre en Las Vegas
Thousand Oaks, California— La música country se escuchaba a un alto volumen y la cerveza estaba fluyendo.
El partido de los Lakers estaba en la televisión y si los parroquianos no estaban bailando estaban jugando billar. Luego, inesperadamente, en esa noche de música country colegial en el Borderline Bar & Grill, entró un hombre con un arma.
Vestía ropa oscura y una cachucha oscura de beisbol, lanzó bombas de humo para crear confusión. Le disparó al guardia de seguridad en la entrada y luego abrió fuego contra los asistentes.
El responsable, Ian Long, de 28 años y originario de Newbury Park, California, fue encontrado muerto en el lugar de los hechos después de matar a 12 personas incluyendo a un agente del Sheriff y de ser confrontado por oficiales que irrumpieron en el bar.
Los clientes cayeron al suelo, se apresuraron a ocultarse debajo de las mesas, se escondieron en el baño y corrieron hacia las salidas, pisando los cuerpos que había en el suelo.
“Recuerdo que en cierto momento miré hacia atrás para asegurarme que no me estaba siguiendo”, comentó Sarah Deson, una estudiante universitaria de 19 años.
Mientras corrían para ponerse a salvo, muchos de ellos pensaron ‘no otra vez’.
Justo el año pasado, huyeron del mismo caos –disparos, cuerpos cayendo– en Las Vegas, durante un festival de música country en donde 58 personas fueron asesinadas en la peor masacre en la historia moderna de Estados Unidos.
El Borderline, un lugar popular para los fanáticos de la música country, se había convertido en un lugar tranquilo para docenas de sobrevivientes de la masacre de Las Vegas, en donde podían reunirse para escuchar música, para sanar y para recordar –“para celebrar la vida”, dijo uno de ellos.
Viven tragedia un año después
Y ahora, por lo menos algunos de ellos, pertenecen a un grupo que al parecer son los únicos sobrevivientes estadounidenses de dos masacres.
“Ésta es la segunda ocasión en aproximadamente un año que esto ha sucedido”, comentó Nicholas Champion, entrenador de fitness del Sur de California, quien publicó una foto en Facebook del grupo de sobrevivientes de Las Vegas, durante una reunión que se efectuó en el Borderline el mes de abril, según comentó en una entrevista para la televisión.
“Yo estuve en la masacre de la Ruta 91 de Las Vegas, así como también otras 50 o 60 personas que estábamos esta noche en este lugar”.
El año pasado, cuando el hombre armado abrió fuego en el Festival de la Ruta 91 en Las Vegas, Telemachus Orfanos logró sobrevivir.
Pero el pasado miércoles por la noche, no fue así.
“Fue asesinado anoche en el Borderline”, comentó su madre Susan Orfanos, de manera rápida a través del teléfono. “Se salvó de la masacre en Las Vegas, vino a casa, pero anoche no llegó, quiero que escriban estas tres palabras: control de armas. Háganlo de inmediato, para que nadie más pase por esto. ¿Podrían hacerlo? ¿Podrían hacerlo por mí? Controlen las armas”. Luego, Orfanos colgó el auricular.
Investigadores señalaron que no existe un móvil claro. Long, quien era veterano de la Marina, prestó sus servicios en Afganistán, y al parecer había estado luchando contra sus propios demonios: en el mes de abril, oficiales acudieron a su casa en donde se reportó un altercado, especialistas en salud mental hablaron con él acerca de su servicio militar después de sospechar que podría sufrir el desorden de estrés postraumático.
Pero decidieron que no representaba peligro para él mismo ni para otros, y determinaron que no podían forzarlo a atenderse.
El tiroteo dentro del bar, que ha sido un lugar favorito de reunión durante 25 años y que impartía lecciones de baile country en línea y permitía el acceso a estudiantes que tenían 18 años –el miércoles por la noche varias universitarias estaban celebrando su cumpleaños 21–, empezó alrededor de las 11 p.m.
Los testigos describieron un caos inesperado. Entre las 130 o 180 personas que estaban en el bar se encontraban cinco oficiales de la Policía francos, disfrutando de una noche como cualquiera de los demás clientes.
Cuando los parroquianos buscaron dónde refugiarse, los sonidos de cristal roto y los disparos sonaron en el bar, parecido a una caverna.
El hombre armado estuvo parado en la pista de baile que estaba vacía, disparándoles a los heridos mientras yacían en el suelo.
Teylor Whittler, una jovencita que estaba allí, vio cuando el sujeto recargó rápidamente su arma y disparó nuevamente. “Sabía lo que estaba haciendo. Estaba en perfecta forma”, dijo.
Identifican víctimas
Cuando amaneció, un grupo de víctimas fueron identificadas. Entre ellos estaba el sargento Ron Helus, un ayudante del sheriff que sólo estaba a un año de retirarse, Alaina Housely, de 18 años y estudiante del primer año de la Universidad Pepperdine a quien le fascinaba el soccer y planeaba obtener una licenciatura en Literatura Inglesa, y Cody Coffman, de 22 años, un umpire de beisbol que planeaba ingresar al Ejército.
El padre de Coffman vio a su hijo justo antes de que saliera de casa para ir al bar, el miércoles por la noche.
“Lo primero que le dije fue, por favor no vayas a tomar y a manejar”, les comentó a los reporteros. “Lo último que le dije fue, hijo, te amo”. Debido a que las masacres son algo habitual en la vida de este país, los estadounidenses que acuden a reuniones grandes –en iglesias, conciertos, plazas públicas– se han acostumbrado a pensar en las posibilidades, detectando las rutas de salida y sopesando las opciones para escapar, por si algo horrible sucede.
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