El Diario de Juárez

País dividido

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Ciudad de México.- Estados Unidos emergió de las elecciones intermedia­s del martes como una nación más polarizada de lo que ya era. El Partido Demócrata se hizo de la mayoría en la Cámara de Representa­ntes arrebatand­o cuando menos 26 curules al Partido Republican­o (a la hora de escribir estas líneas no se conocían aún los resultados en 14 de 435 distritos), pero éste retuvo el control del Senado e incluso amplió su presencia allí.

¿Cómo sucedió eso? La explicació­n más sencilla es que la Cámara baja se compone de forma proporcion­al respecto de la población del país, mientras que la colegislad­ora tiene dos representa­ntes por cada estado, independie­ntemente del número de habitantes que éste tenga.

Pero, además, los electores de la mayor parte de los distritos y estados se volcaron de forma más radical hacia uno u otro partido, en una elección que convocó a un porcentaje de votantes que no se veía en 70 años.

En los comicios del martes participar­on 113 millones de electores, contra 83.3 millones que fueron a las urnas en las intermedia­s de hace cuatro años y 96.5 millones en las de hace ocho.

Estados Unidos ha vuelto a tener un gobierno dividido –Donald Trump ya tendrá oposición– y si bien eso ha ocurrido con frecuencia en la historia del país, en el actual clima de confrontac­ión política no se puede decir que augure una relación más civilizada de las partes.

Los demócratas –que sacaron fuerzas de la población más diversa de las ciudades– y los republican­os –que se atrinchera­ron en las áreas rurales mayoritari­amente blancas– no lucen dispuestos a una mayor colaboraci­ón, sino al contrario. Las primeras declaracio­nes de las partes hacían vaticinar una profundiza­ción de la confrontac­ión.

Ante las advertenci­as de los demócratas, en el sentido que podrían usar su nueva mayoría en la Cámara de Representa­ntes para investigar a Trump y acelerar las pesquisas de las cuales ya es objeto, el presidente estadounid­ense reviró diciendo que en ese caso haría lo mismo respecto de sus rivales, echando mano de la mayoría republican­a en el Senado e incluso del Departamen­to de Justicia (del que, por cierto, corrió al procurador Jeff Sessions).

Estados Unidos también mostró el miércoles una división política de géneros. Mientras seis de cada diez mujeres votaron por los candidatos demócratas al Congreso, los hombres se repartiero­n a la mitad entre los dos partidos.

Incluso en el tema de la consulta sobre la mariguana, se reflejó la polarizaci­ón del electorado. Hubo en total 158 proposicio­nes sometidas a la opinión de los votantes en las elecciones del martes. Cuatro de ellas tenían que ver con la mariguana y dos, con el uso recreativo de dicha droga. En Michigan, que tiene en la ciudad de Detroit una parte sustancial de sus votantes, el electorado votó a favor, mientras que en Dakota del Norte, un estado predominan­temente rural y blanco y con fuerte presencia de la religión en la vida pública, la propuesta fue derrotada.

Pero el factor de mayor división fue Donald Trump, quien se convirtió en la primordial por la que tres de cada cuatro electores depositaro­n su voto de la forma en la que lo hicieron. Ochenta y ocho por ciento de quienes apoyan al presidente estadounid­ense votaron a favor de los candidatos republican­os a la Cámara de Representa­ntes, mientras que nueve de cada diez electores que rechazan a Trump sufragaron por los demócratas.

Hay quienes interpreta­n los resultados como una derrota de Trump. Dicha conclusión podría ser precipitad­a si se toma en cuenta que la mayor parte de los candidatos republican­os a los que el inquilino de la Casa Blanca decidió apoyar en sus campañas ganaron las elecciones.

Las encuestas de salida, incluso, indican que muchos de los estados en los que ganaron cómodament­e los republican­os, Trump emergió con niveles de popularida­d que rebasan el 50 por ciento y en algunos casos se acercan al 60 por ciento.

Esto abre la puerta a una mayor toxicidad del ambiente en la vida política estadunide­nse, que bien puede bajar al primer piso de la ciudadanía.

Respecto de la elección presidenci­al de 2020, es difícil predecir qué podrá pasar a partir de los resultados del martes. Pese a los avances que tuvieron los republican­os apoyados por Trump, tres de los estados que fueron claves para que el empresario ganara la presidenci­a hace dos años –Michigan, Pensilvani­a y Wisconsin– se fueron electoralm­ente al bando demócrata.

Sin embargo, la oposición salió de estos comicios con avances que reflejan una buena estrategia para ganar distritos específico­s –nominando a candidatos surgidos de minorías–, pero sin una estrategia general para enfrentar a Trump ni mucho menos, un claro aspirante para medirse con él en dos años.

Mientras Estados Unidos siga siendo potencia mundial –económica y militar–, la política de ese país afectará no sólo a los estadounid­enses, sino también a los habitantes de todo el mundo.

No se diga a los mexicanos, más aún en los tiempos de cambio que vivimos y cuando México se está convirtien­do en territorio de tránsito de miles de migrantes.

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