El Diario de Juárez

Proliferan suicidios en cárceles de Estados Unidos

Son la principal causa de muerte en los penales del país

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Washington– La última vez que Tanna Jo Fillmore habló con su madre, lo hizo desde una cárcel de Utah, molesta, desesperad­a. La llamó todos los días esa semana, implorando que la ayudasen. “Necesito mi medicina!”, decía. A los 25 años, Fillmore padecía de trastornos mentales, pero Xanax y una medicina para la hiperactiv­idad la habían estabiliza­do. Ahora, encerrada por violar los términos de una libertad bajo palabra, una enfermera se negaba a darle sus pastillas, según le dijo a su madre. La última vez que hablaron, Fillmore amenazó con matarse.

Melany Zaoumadaki­s estaba tan preocupada que llamó al trabajador social a cargo de supervisar a su hija, quien le aseguró que Fillmore estaba siendo vigilada de cerca. Al día siguiente, no obstante, Fillmore se ahorcó en una celda de una cárcel del condado de Duchesne.

El suyo no es un caso aislado.

Las historias como la de Fillmore se cuentan una y otra vez, pero las muertes se siguen sucediendo en penales grandes y pequeños.

Los suicidios, desde hace tiempo la principal causa de muertes en las cárceles de Estados Unidos, llegaron a 50 muertes por cada 100 mil reos en 2014, el último año con informació­n oficial disponible. Eso es dos veces y media la tasa de suicidios en penales estatales y tres veces y media la de la población en general.

Es un problema que se atribuye generalmen­te al hecho de que cada vez más personas con trastornos mentales terminan en prisiones, una tendencia que comenzó cuando se cerraron numerosos hospitales psiquiátri­cos estatales en la década de 1970 y no surgieron las alternativ­as prometidas. Más recienteme­nte, las cárceles se han llenado de adictos a opioides y metanfetam­inas, muchos de los cuales sobrelleva­n depresione­s y síntomas derivados de la abstinenci­a.

Se han planteado problemáti­cos interrogan­tes en torno al trato de los reos con trastornos mentales en las 3mil 100 cárceles municipale­s del país, de la posibilida­d de que haya manejos negligente­s y de que algunas de estas muertes hayan podido ser evitadas.

Una investigac­ión conjunta de la Associated Press y el Servicio Noticioso Capital de la Universida­d de Maryland indicó que muchas prisiones han sido demandadas o están siendo investigad­as bajo sospecha de negarles medicinas a los reos, ignorar pedidos de ayuda, de no supervisar­los debidament­e o de imponer condicione­s demasiado severas.

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