Destruyen críticos a Madame X
En estos días Madonna usa un parche, pero parece que lo que en realidad le falla son los oídos.
La camaleónica Reina del Pop ha fallado mucho la puntería con “Madame X”, un intento desesperado y demasiado esforzado para un álbum que suena como si Madonna hubiese vomitado a Madonna. Ella misma lo dice: “Es un tipo de energía raro”.
Ella solía encantar con estilos incansablemente diferentes, pero eso era hace décadas. Ahora parece esa tía excéntrica que llega a una fiesta vestida inapropiadamente, un poco intoxicada y ofreciendo comprar cerveza para los jóvenes.
Las 13 canciones de “Madame X”, el primer álbum de larga duración de Madonna desde “Rebel Heart” de 2015 la hacen colaborar predeciblemente con los jóvenes sensación del pop: Quavo, Swae Lee, Maluma, Anitta, con resultados que están bien, pero son aburridos. Parecen cumplir más una lista de pendientes que ser fruto de la chispa de una colaboración.
En “Madame X” canta con la voz muchas veces alterada por computadora en portugués, español e inglés. Hay reguetón, pop latino, trap, disco, percusiones africanas, dancehall y coros gospel. Hay un batido incansable incluso dentro de las mismas canciones y, con referencias a Pablo Picasso y Jeanpaul Sartre, un toque pseudointelectual.
¿Por qué “Madame X”?
“Madame X es una bailarina, una profesora, una jefa de Estado, un ama de casa, una amazona, una prisionera, una estudiante, una madre, una hija, una maestra, una monja, una cantante, una santa, una puta, una espía en la casa del amor. Yo soy Madame X”.
Incluso su exagerado intento por romper los límites en “Dark Ballet”, un regreso a su obsesión con Juana de Arco comienza prometiendo bastante bien, pero se desvía a una pila revuelta de slogans alterados por computadora que eventualmente se disuelven en Tchaikovsky.
Madonna tiene mucho que decir, pero nada parece muy coherente. Parece hacer referencia a Trump cuando canta “Atrapen al viejo/métanlo en la cárcel/donde no nos puede detener” en “Batuka”, pero nunca queda claro.