Frente a las detenciones arbitrarias, ‘Tira Paro’
Las detenciones arbitrarias de adolescentes y jóvenes no son nuevas en Ciudad Juárez. Han sido parte de la actuación de los cuerpos policiacos de los tres niveles de gobierno desde hace mucho tiempo. En los últimos meses, la red de organizaciones juveniles Tira Paro ha impulsado una campaña de promoción de respeto a los derechos de adolescentes y jóvenes y un alto a las detenciones arbitrarias, a la que se han sumado la Comisión Estatal de Derechos Humanos y Uni Unida.
El hecho de que este fenómeno no sea nuevo no significa que sea legal. Todo lo contrario, la acumulación de impunidad en la violación de derechos por parte de servidores públicos, en este caso policías, ha hecho que el problema se agrave y se llegue a extremos como la violación de un estudiante universitario por parte de policías municipales hace algunos meses.
Los hechos de arbitrariedad, tortura y siembra de drogas, entre otros, necesitan denunciarse con fuerza y se requiere la implicación de diversos actores de nuestra comunidad. algunos de los testimonios de jóvenes que participan en las organizaciones de esta red, dan cuenta de la forma como son detenidos por ser “sospechosos”, con base únicamente en su apariencia, por el delito, como decía Galeano, de “portación de cara”, sin que exista falta administrativa ni delito alguno.
De igual manera, señalan que son detenidos por un policía y presentados frente al juez de barandilla por un agente distinto al que los detuvo. Se presentan por resistirse a la autoridad, por consumo de alcohol o por alguna falta administrativa. En otros casos, denuncian que se les siembran drogas. Llama la atención también la declaración repetida de los muchachos de que los policías presumen entre ellos la cantidad de detenciones que llevan, como si se tratara de llenar una cuota asignada o como si fuera competencia y motivo de orgullo detener un número mayor de jóvenes.
Según sondeos realizados con jóvenes que participan en las actividades de la red, el 50 por ciento declaró haber sido detenido de manera injustificada durante
el 2018. Algunos señalaron “haberse arreglado” con el oficial, lo que implicaría, en la mayoría de los casos, que dieron dinero a cambio de ser liberados. Otros narraron haber sido presentados en barandilla y haber sido liberados cuando sus familias pagaron la multa y otros más haber sido liberados sin pago alguno de multa.
Si revisamos los hechos, no aparece ningún objetivo claro de tal política. La única posibilidad que hace sentido es la existencia de un fin recaudatorio y de inhibir la diversidad de expresiones juveniles, como forma de control. Siendo Juárez una ciudad con un alto porcentaje de adolescentes y jóvenes, tendríamos que reconocer su potencial y favorecer todo aquello que lo desarrolle. Tendríamos que ser una ciudad que se distingue por sus indicadores de cumplimiento de derechos de niños y jóvenes. Esto exige romper el estigma y la criminalización de los jóvenes, sobre todo de aquellos que viven en condiciones de mayor vulnerabilidad social y/o que se atreven a disentir y cuestionar el estado de las cosas.
La condición juvenil implica una capacidad especial de cuestionar lo que no funciona o funciona mal y una energía enorme para construir otras realidades posibles. Asumir esto nos lleva a romper la idea polarizada que les visualiza como víctimas o victimarios y a reconocerles –en el discurso y en los hechos– como sujetos de derechos. Como sociedad tenemos las dos posibilidades: criminalizarles y tratar de controlarles o favorecer el desarrollo de todo su potencial, abriendo espacios para la expresión, la participación y la creatividad. Ojalá la autoridad se diera cuenta de las enormes posibilidades que está desperdiciando al optar por la primera.
Avanzar en la democracia implica, ineludiblemente, el respeto a los derechos humanos y la actuación de la autoridad–incluidas las policías–dentro del marco de la legalidad y con absoluta transparencia. de aquí la importancia de acciones como esta campaña impulsada por Tira Paro, pues en la medida en que la autoridad promueve el respeto a la ciudadanía y en particular a sus jóvenes, las posibilidades de desarrollo crecen.