El Diario de Juárez

Del discurso a la realidad de Chihuahua

- Qua non sine

Es un verdadero milagro, o es puro teatro a la medida el hecho de que el gobernador Corral quiere organizar y hablar en eventos oficiales “para dar el ‘gatazo’ de que sí trabaja”?

El discurso y la acción forman parte del rol del gobernante. Hacer discursos acompañado­s de sus respectiva­s acciones, son la carta de presentaci­ón de un gobernante medio. Pero cuando los discursos son más que las acciones, es donde estamos en presencia de un demagogo.

Ustedes estimados lectores qué opinan: ¿el gobernador Corral es puro “bla, bla, bla” o es realmente un gobernante muy trabajador por el solo hecho de armar a modo, sus aparicione­s en eventos oficiales?

Para nosotros está claro que trabajador, trabajador ¡no es! Que le encanta decir cuentos, ya es una terrible adicción a la mentira.

Sería un milagro que por fin se diera cuenta de que necesita ponerse a trabajar y lo está intentando. Porque tiene sumido al estado en un desastre. ¡Y él es el responsabl­e de ello!, y de tratar de sacarlo también.

En efecto, ¿cómo se atreve a decir en días pasados “que en Chihuahua la figura de la revocación de mandato tiene vigencia plena”; ¡si él mismo se niega tajantemen­te a someterse a la revocación de su mandato!... O sea… ¡cómo!

El gobernador sabe y siente perfectame­nte que la población “le tronaría los dedos” en la primera puesta en práctica de ese ejercicio democrátic­o llamado “revocación de mandato”. Por eso no quiere sujetarse al mismo. Para lo cual ordenó a los funcionari­os alfombra del IEE y del TEE. Negar la procedenci­a de solicitude­s de cualquier ciudadano al efecto. Pues todos ya vimos cómo los funcionari­os del IEE están para proteger al gobernador y traicionar a los ciudadanos.

Pero el gobernador no hace milagros, ni trabaja. Ahora aparece en eventos dónde repite una y tres veces más, los pseudoapoy­os a las guarderías infantiles que Quintana ya había cacaraquea­do en eventos anteriores. Pero como el gobernador no estuvo en ellos, ahora de nueva cuenta se vuelven a organizar para que se luzcan de nuevo.

Pero alrededor hay miles y miles de chihuahuen­ses adultos, jóvenes, mujeres, niños asesinados y con sus familias en el desamparo total. Quieren adornar con flores un arbolito, pero no quieren ver el bosque terrorífic­o que rodea y acecha a la sociedad.

Pero como le urge recuperar imagen al gobernador, se hacen una y otra vez los mismos eventos oficiales para decir lo mismo.

Eso se llama en el lenguaje popular “aparentar que trabaja”, para desquitar el sueldazo que se puso a sí mismo.

Por las vísperas, lo más improbable es que se ponga a trabajar. Y eso de dejar el cargo ante el tremendo desastre humanitari­o y de insegurida­d en que tiene sumido a Chihuahua, ni hablar.

De ahí que trata de hacer milagros con los discursos es lo más alejado para transforma­r la realidad.

Pues es en la acción donde los gobernante­s demuestran su estatura, la materia gris de la que están hechos. Hacer discursos es hasta labor de merolicos. Pero diseñar y operar las acciones para traer bienestar social y desarrollo económico a la población, es el rasgo

de un gobernante integral. Hasta hoy cualquier demagogo puede ser gobernador “nini”.

En el discurso del gobernador todo está perfecto en Chihuahua. Las finanzas están sanas, hay dinero para todo y para todos, no hay quiebra en Hacienda, hay sueldos para todos los enfermeros, policías y profesores; todos los hospitales tienen medicinas y lo que necesitan, todo es transparen­te, las leyes se cumplen, vivimos en paz y con tranquilid­ad, podemos salir sin peligro de no volver por la sierra, por las calles y plazas. Y en fin: en el “bla, bla, bla” del gobernador, ¡Chihuahua vive la jauja del progreso!

¡Pero… la realidad es otra!

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