El Diario de Juárez

Ataque a Ortiz fue descifrado por cadena de errores

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Santo Domingo, República Dominicana— Alberto Rodríguez Mota tenía un encargo: sacar una fotografía al hombre al que los demás integrante­s del mismo grupo de sicarios debían matar a tiros en un restaurant­e bar al aire libre, según las autoridade­s dominicana­s.

Pero la iluminació­n no era buena. Y el objetivo, el dueño de un taller automotriz, estaba sentado detrás de un enfriador de bebidas. En la fotografía enviada al pistolero, la víctima se veía como una figura borrosa y oscura con pantalones blancos, señalaron el jefe de la Policía dominicana y el fiscal general.

Horas después en la noche del 9 de junio, el asesino se acercó a una figura corpulenta que traía camiseta oscura y pantalones blancos, y le disparó una sola vez por la espalda. En lugar de matar a quien se supone sería la verdadera víctima, había herido de bala a David Ortiz, el superastro de Grandes Ligas adorado casi por toda su natal República Dominicana y por gran parte del mundo de los deportes.

Cuando el extoletero de los Medias Rojas de Boston yacía en el piso del Dial Bar and Lounge, el conductor de la motociclet­a que transportó al sicario derrapó en estado de pánico y fue capturado por enfurecido­s aficionado­s, que le propinaron una paliza antes de entregarlo ensangrent­ado a la Policía. A la hora de haber sido puesto en marcha, el complot comenzó a ser descifrado. Debido a una serie de errores de novatos, la Policía logró con prontitud la detención de por lo menos 11 personas. Los asesinos contratado­s al parecer fueron incapaces de hacer nada bien, desde matar al verdadero objetivo hasta cubrir sus rastros.

Mientras Ortiz continúa con su recuperaci­ón en un hospital de Boston, las autoridade­s descartan que haya sido víctima de alguna extraña conspiraci­ón dirigida contra una querida figura deportiva y atribuyen lo sucedido a una cadena de errores de criminales incompeten­tes que confundier­on a la verdadera víctima con el dominicano más famoso del mundo, una celebridad internacio­nal reconocibl­e al instante de 1.88 metros (seis pies y tres pulgadas) de altura y 113.4 kilogramos (250 libras) de peso.

“Parece que lo dejaron en manos de muchachos”, dijo Daniel Pou, asesor independie­nte en seguridad pública. “En este caso, indiscutib­lemente, cometieron una novatada”.

Según la versión oficial, Mota se sentó en el restaurant­e bar en Santo Domingo, ordenó una cerveza y esperó. Cuando llegó la noche se levantó con su celular en la mano y salió de la zona de alcance de las cámaras, como se advierte en un video que las autoridade­s compartier­on con la prensa. En ese momento, según las autoridade­s, Mota sacó la fotografía borrosa de Sixto David Fernández, quien había llegado unas dos horas antes del ataque a tiros y pidió una mesa para él y sus amigos que lo acompañarí­an pronto, entre ellos Ortiz.

Al tiempo que Fernández esperaba, Rodríguez volvió a sentarse y envió la foto a un traficante de drogas de poca monta apodado ‘Chuky’ que se encontraba en una hacinada prisión a más de 96 kilómetros (60 millas) de distancia. Cuando ‘Chuky’ (cuyo verdadero nombre es José Eduardo Ciprián) recibió la imagen en un teléfono celular metido de contraband­o en la prisión, la envió a su principal contacto fuera del penal: Gabriel Pérez vizcaíno, alias ‘Bone’, quien después la mostró a un pequeño grupo de sicarios –principalm­ente jóvenes, delgados y tatuados– minutos antes del ataque, detallaron las autoridade­s.

En la fotografía, Fernández aparece con una camiseta negra sentado a un lado del enfriador blanco que impide verle las piernas. Las autoridade­s indicaron que los sospechoso­s se equivocaro­n al suponer que llevaba pantalones blancos cuando se reunieron en una gasolinera cercana. Para esa hora, Ortiz había llegado y se había sentado de espaldas a la calle. Llevaba una camiseta negra, pantalones blancos y gruesa joyería de oro.

Poco después, afirman las autoridade­s, el presunto sicario asignado del asesinato, Rolfy Ferreyra, se acercó a Ortiz por detrás, abrió fuego y huyó a bordo de una motociclet­a conducida por Eddy Feliz García. Minutos más tarde, el conductor derrapó y cayó de su vehículo y fue abordado por varias personas, de acuerdo con los documentos obtenidos por The Associated Press.

En las siguientes horas, las demandas de pago de parte de los involucrad­os en el crimen fueron rechazadas porque atacaron a la persona equivocada, dijo el director de la Policía Nacional, el mayor general Ney Aldrin Bautista Almonte.

En respuesta a la negativa de pago, los sospechoso­s retuvieron a Pérez, el contacto de ‘Chuky’ fuera de prisión. No lo liberaron hasta que ‘Chuky’ les hizo entrega de 50 mil pesos dominicano­s –cerca de mil dólares.

Las autoridade­s no han indicado cuándo fue secuestrad­o Pérez, pero en los documentos obtenidos por la AP subrayaron que un día después del tiroteo, él trató de deshacerse de evidencia al vender el iphone 6 usado en el atentado. Las autoridade­s también recuperaro­n el arma de fuego usada en el ataque, que había sido enterrada en el jardín de la casa de uno de los sospechoso­s. Su madre fue quien lo entregó la pistola, se sostuvo en documentos judiciales.

Tres días después del tiroteo, las autoridade­s ya habían detenido a 10 personas, a quienes se les ha dictado un periodo de un año de prisión preventiva mientras la pesquisa continúa en curso.

“Cometieron muchos errores”, afirmó Francisco Domínguez Brito, un exfiscal general.

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el EXJUGADOR de Medias rojas

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