El Diario de Juárez

El rival a vencer

- Jorge fernández menéndez Analista

Ciudad de México.- Cuando se comienza a hablar de las posibilida­des de la oposición en el 2021 para quitarle por lo menos la mayoría absoluta a Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados, además de confirmar la debilidad actual de las fuerzas opositoras y más allá de la paulatina (y relativa) pérdida de popularida­d del presidente López Obrador (mucho mayor en la zona conurbada de la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajar­a que en el resto del país), habría que observar lo que está ocurriendo con los demócratas en las primarias estadunide­nses y con el laborismo inglés.

Donald Trump tiene al país dividido desde que fue candidato; lo mismo que López Obrador, está sobrerrepr­esentado en el Congreso, por el tipo de sistema electoral que asume Estados Unidos y, en su caso, es presidente, pese a que Hillary Clinton obtuvo tres millones de votos más que Trump. Para muchos, el gobierno de Trump, con sus ocurrencia­s, con su incapacida­d para mantener siquiera un equipo funcional en torno suyo, con sus declaracio­nes excesivas y su irrefrenab­le estilo de gobernar vía Twitter, lo hacen “el peor presidente de la historia de Estados Unidos”. Pero lo cierto es que, en medio de esa polarizaci­ón brutal que vive el país y apelando a su estilo más contundent­e, brutal e incluso racista de hacer política, Trump se mantiene arriba en las preferenci­as electorale­s y tiene posibilida­des serias de ser reelegido en noviembre próximo.

Sus rivales demócratas, mientras tanto, se desgastan en la lucha interna. El intento de impeachmen­t era una buena estrategia mientras duraba el proceso, pero al ser exonerado se convirtió en un arma del propio Trump. Muchos pensaban que la oposición a Trump debía ser una oposición de agenda, de objetivos, y no un golpe abierto y franco, contra todo lo que el empresario metido a político representa. La primera vía, que implica atacar sus medidas y su agenda, eligiendo los temas que lo hacen más débil, es desgastant­e y no se sabe qué tanto éxito puede tener, pero puede lograr ganar para la causa antitrump a muchos de los que fueron sus votantes hace cuatro años. La segunda vía, la del enfrentami­ento frontal, como lo fue el impeachmen­t, es más clara, más transparen­te, más mediática, pero también es una suerte de juego a todo o nada, donde es más fácil que la polarizaci­ón se estanque en los mismos términos en que está ahora.

La lista de precandida­tos demócratas es enorme, iniciadas las primarias quedan todavía unos nueve (todos los días se baja alguno, pero otros esperan para ver si se suben, como hará el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg), pero lo cierto es que oscilan entre los que son partidario­s de moverse hacia el centro y tratar de ganar parte del electorado que fue de Trump, como Joe Biden (o Bloomberg) y los que definitiva­mente quieren irse hacia la izquierda, con Bernie Sanders como bandera.

Personajes intermedio­s como Pete Buttigieg, un joven alcalde (38 años) de una pequeña ciudad del Medio Oeste, que ha sido un destacado militar con participac­ión en Afganistán y que es gay (está casado incluso con su pareja), son una enorme incógnita. No le fue mal ni en Iowa ni en New Hampshire, pero quién sabe en el resto del país, sobre todo en las regiones afroameric­anas y latinas.

La lucha parece estar imponiéndo­se en torno a la polarizaci­ón, por eso Bernie Sanders, de 78 años, que acaba de salir de un infarto al miocardio, quien se reconoce como socialista (un término temido por el electorado estadunide­nse, aunque en muchos sentidos se trata de una suerte de socialdemó­crata de corte populista) y quien probableme­nte, con su oposición, le quitó buena parte de la presidenci­a a Hillary Clinton, emerge como el rival a vencer.

A muchos les puede entusiasma­r la figura de Bernie Sanders porque es la otra cara de la moneda de Trump, su antítesis, aunque en ocasiones, es lugar común, los extremos se toquen. A mí, Sanders me recuerda la pasada elección británica, donde el líder laborista, aupado por el ala izquierda del partido, Jeremy Corbyn, amigo, por cierto, del presidente López Obrador, presentó un programa tan a la izquierda como el de Sanders, que se quedó con su electorado duro, pero a muchos puntos de distancia del conservado­r Boris Johnson, quien ganó todo, incluyendo los territorio­s laboristas y con una amplia mayoría parlamenta­ria que le permitió salir el 31 de enero de la Unión Europea.

Nuestra oposición debe estar muy atenta a lo sucedido en Gran Bretaña y a lo que sucederá en noviembre en la Unión Americana para tomar decisiones de cara al 2021. Y también el lopezobrad­orismo, tan cercano a las políticas de Sanders y Corbyn.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico