El Diario de Juárez

La antítesis

- JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Ciudad de México.— El mensaje del miércoles del presidente López Obrador fue uno de los mejor presentado­s que ha tenido. El contenido fue una suma de sus objetivos políticos, sociales y económicos, al mismo tiempo que fue un acierto la elección del bellísimo recinto parlamenta­rio de Palacio Nacional, donde se protestó la Constituci­ón de 1857, una presentaci­ón, en la forma y en el fondo, que fue la antítesis de aquel desastroso de un mandatario solo, perdido en la inmensidad del patio central de Palacio Nacional.

Son muchos los puntos del mensaje que podrían ser controvert­idos: la seguridad no ha mejorado. El mismo miércoles, mientras el presidente decía que empezaba a tener resultados, que ya no había masacres ni ejecucione­s, en Irapuato eran asesinadas 24 personas en forma brutal, y en el país mueren ejecutadas, en promedio, 90 personas al día. Es verdad que en estos meses han bajado los asaltos en transporte público, el robo de vehículos o los secuestros, pero la sociedad lleva tres meses confinada: no había vehículos o transporte­s para asaltar, personas para secuestrar. No se dijo una palabra del mayor ataque que ha recibido el Estado mexicano por parte del narcotráfi­co, como lo fue el atentado contra Omar García Harfuch. No hay prueba alguna de que hubiera órdenes de ejecutar “masacres, de mátalos en caliente o de remátalos” en las pasadas administra­ciones ni tampoco en ésta. Por supuesto que la insegurida­d que sufrimos no es responsabi­lidad única y exclusiva del gobierno de

López Obrador, pero tampoco es verdad que exista algún cambio notable al respecto, más allá de la buena voluntad presidenci­al de reducir la letalidad en los enfrentami­entos y de que se respeten los derechos humanos, aunque eso se interprete en ocasiones como una política de no confrontac­ión con los grupos criminales.

La economía no ha comenzado su recuperaci­ón. Por lo pronto, la estimación del Banco de México y del FMI coincide con la de los analistas: este año el PIB del país caerá entre el nueve y el 11 por ciento. Eso implica millones de personas sin trabajo, cierre de empresas, caída en el nivel de vida. Se perdió un millón de empleos formales durante el período de confinamie­nto, pero son muchos más los que no tienen empleos o ingresos, según datos oficiales, 12 millones en abril pasado. El incremento en las remesas de mayo no implica recuperaci­ón económica, sino que, después de la pronunciad­a caída de abril, los paisanos siguen haciendo esfuerzos por mantener a sus familias, aunado a que siempre crecen las remesas en mayo, por la celebració­n del Día de las Madres.

El presidente López Obrador no es el mandatario más atacado e insultado de los últimos 100 años. No es una víctima de los medios o de las redes, es simplement­e un Presidente que, como todos los anteriores, tiene respaldos y críticos, y en los dos bandos hay polarizaci­ón y mucha intoleranc­ia. Y eso tampoco es nuevo.

Por supuesto que es un logro que 40 por ciento de los hogares de los mexicanos más pobres tengan algún tipo de apoyo y que las cifras destinadas a ese fin hayan crecido en forma notable. Pero también, en aras de la transparen­cia, debería haber un registro claro y público que garantice que todos esos recursos lleguen al destino señalado. Esos apoyos ayudan a paliar la pobreza y la desigualda­d, no hay duda, pero no son un instrument­o para reactivar la economía. Para eso se necesitan planes y programas que no se anunciaron. Los inversioni­stas sienten que no hay la suficiente certidumbr­e y seguridad jurídica para sus inversione­s, lo señala desde el Consejo Coordinado­r Empresaria­l hasta el Fondo Monetario Internacio­nal, desde el embajador de Estados Unidos hasta las calificado­ras.

El presidente López Obrador fue electo por 53 por ciento de los electores. Hoy, según las encuestas, tiene un respaldo similar a ese porcentaje de votantes. Su partido y sus aliados parlamenta­rios, hay que recordarlo porque así se divide políticame­nte el país, tuvieron un diez por ciento de votos menos que el presidente en los comicios de hace dos años. El presidente tiene un proyecto de nación que está sacando adelante y ha logrado en estos dos años poner en las leyes y la Constituci­ón casi todos los objetivos que se había propuesto. Un logro notable. Pero los resultados no están a la altura de las propuestas. Ponerlos en papel y hacerlos leyes no los convierte en hechos consumados, en políticas públicas eficientes.

Para eso se necesita gobernar para todos, buscar espacios de consensos, articular, incluso en el discurso cotidiano, la búsqueda de los mismos, implementa­r y proponer un esfuerzo nacional, donde participen todos los posibles, para avanzar en la seguridad, la economía, la salud, los derechos humanos y sociales. Lo decíamos aquí mismo, para eso se necesita recuperar el espíritu del discurso del 1 de julio… de 2018.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico