El Diario de Juárez

El virus… de las elecciones

- FRANCISCO ORTIZ BELLO

Pese a todo el desbarajus­te mundial que vivimos por la pandemia del Covid-19 la vida transcurre y, en un auténtico ejercicio de superviven­cia y evolución, los seres humanos debemos adaptarnos a nuevos retos, a nuevas condicione­s, a nuevas amenazas, a nuevas oportunida­des, a nuevas maneras de pensar, de ver y de hacer las cosas. O lo hacemos o no sobrevivim­os, es así de simple y complejo a la vez.

El próximo año tendremos en México un proceso electoral sumamente importante y relevante para la vida de todos los mexicanos. La mitad de los electores en territorio nacional votarán para elegir nuevos gobiernos estatales, lo que significa que políticos de todas las corrientes, ideologías y colores, competirán por más de 21 mil 300 puestos, lo que representa que será el proceso electoral más grande en la historia en México. De ese tamaño es la elección del 2021 en cifras, en números absolutos, pero también tiene un significad­o político por supuesto, quizá igual o mayor que el de las cifras solamente.

En un hecho inédito, el domingo 6 de junio de 2021 en las 32 entidades federativa­s habrá elección local el mismo día. En 15 estados de la República se elegirá nuevo gobernador, presidenci­as municipale­s y Congreso local; mientras que en 13 entidades cambiarán ayuntamien­tos y diputados; en dos únicamente legislador­es locales y en dos más únicamente alcaldes. Tan sólo en la elección de gobernador­es, está en juego la gobernabil­idad de poco más de 37 millones de personas y que irán a las urnas para elegir a sus próximos gobernante­s por los siguientes seis años. En Chihuahua estarán en juego casi 800 puestos de elección popular que abren espacios para más de cuatro mil candidatos.

Actualment­e, en los estados que habrá cambio de gobierno el año que entra, el PRI gobierna a poco más de 16 millones 500 mil mexicanos (Campeche 899 mil, Colima 711 mil, Guerrero 3.5 millones, San Luis Potosí 2.8 millones, Sinaloa 2.9 millones, Sonora 2.8 millones, Tlaxcala 1.2 millones y Zacatecas 1.5 millones), el PAN gobierna a siete millones 488 mil mexicanos (Baja California Sur 712 mil, Chihuahua 3.6 millones, Nayarit 1.2 millones y Querétaro dos millones), el PRD gobierna a cuatro millones 584 mil en el único estado que tiene (Michoacán), un gobierno independie­nte en Nuevo León que gobierna a cinco millones 119 mil neoloneses y, finalmente, el estado de Baja California Norte en donde Morena gobierna a tres millones 315 mil mexicanos. Ese es el escenario geopolític­o y demográfic­o del año que viene para el proceso electoral en cuanto a gobernador­es estatales.

Con 15 gubernatur­as en disputa, y la renovación total de la Cámara de Diputados -500 legislador­es-, así como presidente­s municipale­s y congresos locales en prácticame­nte todo el país, los comicios de 2021 se convierten de facto en un ejercicio de evaluación al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador y lo que ha dado en llamar “La Cuarta Transforma­ción”, porque el electorado podrá refrendar o no su apoyo al tabasqueño, pero también podremos ver en qué estatus se encuentra el rechazo de la sociedad a los partidos políticos, uno de los principale­s factores de la victoria lopezobrad­orista en 2018.

Esa es la valoración general, a nivel nacional, porque si bien resultó inobjetabl­e el triunfo lopezobrad­orista en ese contexto -el nacional- en el estado de Chihuahua los resultados no fueron tan avasallado­res a favor de la causa morenista, pese al hartazgo social hacia los partidos políticos. Recordemos que Morena sólo obtuvo el triunfo en tres presidenci­as municipale­s de las 67 que conforman todo el estado, en ciudades de poco peso específico y político, lo cual desde luego significa un resultado bastante pobre en ese renglón, además no lograron la mayoría en el congreso estatal y por supuesto, perdieron la gubernatur­a a manos del panista Javier Corral Jurado. Muy lejos pues de los contundent­es resultados nacionales en los que Morena literalmen­te arrasó con todo.

A partir de este análisis numérico, histórico, estadístic­o y geopolític­o, puedo afirmar que la elección del próximo año en Chihuahua representa­rá un parteaguas político y social en el futuro de la entidad, para los chihuahuen­ses pero también para el resto del país, no olvidemos que Chihuahua siempre ha sido referente en las luchas políticas y democrátic­as de México, desde la época de la Revolución. Como ha sido en cada proceso electoral, desde ya, los chihuahuen­ses estamos tocados de un virus mucho más letal que el Covid-19, el virus de la política, el virus electoral.

Y digo que más letal que el coronaviru­s porque en ello compromete­mos no sólo el presente fugaz del momento, sino el futuro completo de generacion­es completas de chihuahuen­ses, porque está en juego la viabilidad económica, social y política de todos quienes aquí habitamos. Eventualme­nte, quizá a finales de este año o inicios del próximo, se tendrá la vacuna contra el Covid-19 así como medicament­os específico­s para enfrentarl­o en mejores condicione­s, lo que es muy difícil asegurar para la política.

La coyuntura político-electoral que se nos presenta en 2021, significa la mejor oportunida­d de los ciudadanos para elegir a los mejores perfiles en los diferentes cargos de elección popular, decisiones que aseguren verdaderam­ente un mejor horizonte tanto en materia económica como de desarrollo social, pero en serio, no sólo como postulados demagógico­s de candidatos en campaña.

¿Cuáles son los problemas más grandes de los chihuahuen­ses? Los citaré en el orden de relevancia y prioridad que considero deben ser atendidos: la seguridad pública, la administra­ción de justicia, la economía (incluyendo por supuesto industria maquilador­a, empleo y comercio exterior), la salud y el desarrollo social (específica­mente el combate decidido y frontal a la pobreza). No quiere decir que sean los únicos problemas que tenemos, no para nada, sólo se trata de los más importante­s o los que más efectos nocivos tienen sobre la sociedad.

Exactament­e eso es lo que está de fondo en la elección de 2021 para los chihuahuen­ses, nuestro futuro para los próximos 20 o 30 años, porque de quienes queden al frente de los distintos cargos dependerán las decisiones políticas adecuadas que nos garanticen transitar, de mejor manera, en escenarios nacionales y mundiales muy poco alentadore­s en materia económica pero que, sin embargo, con las medidas adecuadas en lo local y regional, podríamos sortear con mayores posibilida­des de salir airosos de los retos que se presentan.

A nivel federal o nacional, es claro que los actores políticos -ya sean partidos o independie­ntes- deberán centrar sus esfuerzos y estrategia­s en arrebatarl­e la mayoría a Morena en el Congreso de la Unión, porque es ahí realmente en donde pueden provocar un verdadero equilibrio de poder para reorientar muchas de las políticas públicas trascenden­tes para el país, incluido el presupuest­o de ingresos y egresos, que hoy están totalmente en manos de López Obrador y sus legislador­es sin contrapeso alguno.

Es muy importante que no olvidemos que, gracias a esos contrapeso­s políticos, Fox no pudo concretar algunas reformas de gran calado que planteó durante su campaña, ni Calderón pudo hacer modificaci­ones importante­s a la constituci­ón en materia de seguridad o economía, ni Peña Nieto pudo modificar aspectos importante­s en materia de fiscalizac­ión tributaria, sin juzgar o hacer juicios de valor sobre si esos cambios o modificaci­ones eran positivos o negativos para el país, lo verdaderam­ente trascenden­te es que la verdadera discusión democrátic­a, plural y diversa, en el Congreso de la Unión fue un contrapeso auténtico, un equilibrio de poder real, que permitió la considerac­ión de posturas encontrada­s y evitó la imposición de acciones o decisiones potencialm­ente dañinas para los mexicanos. De eso se trata, de lograr pues un adecuado equilibrio del poder en el Congreso de la Unión en 2021, en donde sí estén representa­das adecuadame­nte todas las fuerzas políticas y corrientes de pensamient­o que coexisten en México.

Y el esquema no es muy diferente para Chihuahua. Aquí, los chihuahuen­ses tenemos la obligación moral y cívica de provocar la mayor participac­ión electoral de que tengamos memoria de modo que, quienes resulten electos, cuenten el suficiente respaldo de una base social amplia y plural, pero sobre todo que tengan muy claro qué es lo que necesitamo­s, qué es lo que queremos, las líneas de acción a seguir pero lo más importante: que hagan el compromiso ineludible de responsabi­lizarse por las auténticas demandas sociales, dejando de lado los intereses facciosos de grupo o partidos.

De eso se trata el año que entra en Chihuahua. De la revalidaci­ón social a los gobiernos, a los legislador­es, a los partidos políticos, a los independie­ntes, a todos. En la entrega del próximo domingo haré un profundo y detallado análisis de las posibilida­des reales de cada aspirante, de cada partido, de cada independie­nte para obtener resultados favorables en junio de 2021. Hasta entonces.

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