La cena que unió A dos divas
Hoy se llenará de flores la tumba de Marilyn Monroe: a 58 años se recuerda una singular reunión que tuvo con Sara Montiel, tal como la española lo contó un año antes de su muerte
Madrid– Como cada 5 de agosto la tumba de Marilyn Monroe se llenará de flores, de recuerdos y de la visita de aquéllos que han contribuido a convertirla en un ícono planetario y atemporal. La actriz más famosa y más pop de todos los tiempos falleció a los 36 años en la madrugada del 4 al 5 de agosto de 1962, convirtiéndose en una leyenda. El anecdotario sobre la rubia platino más famosa de todas es rico, desde su ‘Happy Birthday’ cantado a capela al mismísimo Kennedy, hasta sus eternos retrasos en los rodajes que compartió con grandes como Billy Wilder; desde su legendaria inseguridad fruto de una infancia difícil, hasta sus difíciles matrimonios con Joe Dimaggio y Arthur Miller. En vida, ella misma se encargaba de desmentir algunas de las informaciones que se publicaban sobre su vida. “Mentiras, mentiras, mentiras”. Con aquella frase, la estrella resumía lo que opinaba acerca de todo lo que se había publicado en los medios de comunicación. Se lo dijo a George Barris, amigo y fotógrafo, a lo largo de varias conversaciones que adquirieron forma de un libro que se publicó en 2016. Lo que no es mentira, por surrealista que parezca, es que llegó a invitar a Sara Montiel a una cena en su casa. Lo contó la propia actriz en 2012, cuando aún faltaba un año para que ella misma muriese (en abril de 2013) y se convirtiese también en un mito. Quizá de dimensiones más modestas, pero mito, al fin y al cabo. “Era pleno invierno y había caído una gran nevada. Ella llevaba unos pantalones negros de lana con unas botitas de piel de visón marrón ‘noir’. También llevaba un suéter negro de punto que era bastante ancho”, narraba Sara Montiel. Ella, la más famosa de nuestras actrices en Hollywood, estaba casada, en un lejano 1958, con el director Anthony Mann, responsable de algunos de los mejores ‘westerns’ de la historia del cine. Sara acababa de tener un enorme éxito gracias a ‘El último cuplé’. Su marido había sufrido un infarto del que se acabó recuperando. Uno de sus primeros encargos a la hora de volver al trabajo fue poner en pie, ese año, la adaptación de una obra de Arthur Miller: ‘Panorama desde el puente’. Se hacía necesaria, por tanto, la celebración de una comida entre las dos parejas: la de Sara Montiel y Anthony Mann y la de Marilyn Monroe y Arthur Miller. La visión de Sara difería de la ‘bomba’ sexual que muchos han visto en Marilyn. “No era muy alta. Era pequeñita, poquita cosa. Acababa de salir de un aborto y estaba muy débil y delgadita”, recordaba Montiel. Uno de los tópicos sobre la actriz siempre ha sido el de su vulnerabilidad, la cual, mezclada con grandes dosis de erotismo, conformaba una mezcla explosiva que ha hecho que muchos críticos lleguen a comparar el magnetismo interpretativo de Marilyn con el de la mismísima Greta Garbo. Aunque Sara percibió esa fragilidad, su impresión fue la de una persona “educada y muy graciosa”. La tarde transcurrió con una Marilyn cordial. “Marilyn nos atendió estupendamente a Tony y a mí durante toda la comida”, contaba Sara a este medio. Los cuatro hablaron de las posibilidades de la comedia, esa misma comedia de la que a veces trataba de huir Marilyn, atrapada en los estrechos márgenes de rubia tonta en los que la tenía su contrato con la Fox; los márgenes de los que escapó acudiendo al Actor’s Studio, casándose con Arthur Miller o haciendo películas de corte más serio como ‘Bus Stop’ o ‘El príncipe y la corista’. Muchos son los que se han preguntado por qué Marilyn ha superado la barrera del tiempo, por qué se da por hecho que es el icono sexual de una época o por qué es infinitamente más conocida que otras actrices de la ‘era dorada’ de Hollywood. Sara Montiel lo tenía muy claro: “Tenía una personalidad enorme. Eso no se lo podía quitar nadie”.