Conmemoración, violencia y deuda
Este mes de noviembre inicia con las fechas destinadas, en la tradición católica, ala conmemoración de quienes han fallecido. El día 1 de noviembre, día de todos los santos, está dedicado a los muertos chiquitos y el día 2, a los adultos, los fieles difuntos. lo saltares de muertos, con múltiples elementos de los pueblos originarios, así como con las imágenes, artículos, alimentos y bebidas del gusto de los difuntos, celebran la vida y evaden la ausencia, para, en medio de la nostalgia, atraer la presencia de aquellas y aquellos que, como se dice coloquial mente, “se nos adelantaron en el camino”.
De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española (DEL), rememorar significa recordar solemnemente algo o a alguien, en especial con un acto o un monumento. Si bien, en términos estrictos, un altar no puede considerarse un monumento, no cabe duda de que su configuración, la incorporación de elementos y su diseño, requieren una serie de actividades preparatorias de un acto de celebración. Un acto, que, nuevamente de acuerdo con el DEL, tiene la intención de ensalzar públicamente a un ser sagrado o un hecho solemne, religioso o profano, dedicando uno o más días a su recuerdo.
Es una celebración a la vez íntima como pública, hoy más evidente esta por su difusión a través las redes sociales. Conocidas por su tradición, belleza y la congregación de personas que convocan, son las celebraciones en Mixquic, en la Alcaldía de Tláhuac, Ciudad de México o la que se realiza en Janitzio, Michoacán. En este 2020, como es fácil comprender, los eventos públicos y de carácter masivo fueron cancelados, entre ellos el muy concurrido y esperado Altares y Tumbas que organiza la Academia de Diseño de Interiores del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
Como se señala en la nota de Javier Olmos en este medio, es la segunda ocasión en que este evento de cancela en sus 38 años de existencia. La primera, por causa de la violencia que se vivía en 2010, el año más violento en este tiempo espacio de las violencias, las que se agravan a partir de 2008. Están por cumplirse 13 años en los que el incremento en la pérdida de vidas no encuentra justificación en razones sanitarias, salvo las atribuidas a la pandemia del Covid-19.
En el año más violento de la historia reciente, alrededor de tres mil personas fueron víctimas de hechos violentos. En este 2020, a los mil 232 fallecimientos causados por el virus, se deben agregar los mil 452 homicidios registrados por la Fiscalía General del Estado entre enero y octubre.
Con relación a los feminicidios, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno federal registra, a septiembre de este año, que Juárez ocupa, con 18 delitos por esta causa, el primer lugar a nivel nacional, con una tasa de 2.46 delitos por cada 100 mil mujeres. La fronteriza Tijuana ocupa el segundo lugar, por el número de feminicidios, con 17 delitos y una tasa de 1.89. Si bien la mayor tasa (7.95) se presenta en Manzanillo, Colima, con ocho delitos y una población de 100 mil 603 mujeres.
Con estos datos y esta realidad, la conmemoración adquiere matices diversos. En cientos de casos, las pérdidas son tan recientes, que la etapa de duelo aún está presente. En otros, las causas siguen generando dolor y continúan planteando interrogantes que no encuentran respuesta todavía.
En muchos casos, la posibilidad de encontrar sentido a una celebración exige respuestas por parte de las autoridades gubernamentales. Tanto en materia de prevención, como en materia de aplicación de la justicia.
La impunidad sigue siendo uno de los mayores lastres y con ella, la deuda creciente que tiene el Estado mexicano.
Es, se sabe, una responsabilidad compartida por los tres niveles de gobierno. Más, como con respecto a la pandemia, se requiere de la participación ciudadana.
Esta puede ser formal, a través del ejercicio del voto y la elección de autoridades. Oportunidad que tendrá la ciudadanía el próximo domingo 6 de junio. Como lo puede ser con la organización vecinal, la asociación de gremios o grupos sociales, que ejerzan sus derechos ciudadanos. Como también se sabe, quienes se encuentran en posiciones con capacidad de afectar a la ciudadanía, deben saber y sentir que esta está activa.