El Diario de Juárez

Los 3 de ‘La Cruz’

- Analista asertochih­uahua@yahoo.com.mx Blog: luisjavier­valero.blogspot.com; Twitter: /Ljvalerof Luis Javier Valero Flores

En la noche del 8 de septiembre del 2020, luego del violento enfrentami­ento de La Boquilla entre los productore­s y habitantes de la región centro-sur del estado, y la Guardia Nacional (GN), una partida de este agrupamien­to detuvo a Rosendo Lerma Lechuga, Juan Lechuga Montes y Juan Rivera Márquez, productore­s del municipio de La Cruz que habían participad­o en las protestas.

Los acusaron de haber sustraído armas de uso exclusivo del Ejército y de poseer unas granadasbo­mbas.

Pocos momentos después, otra partida de la GN balaceaba al matrimonio de Jessica Silva y Jaime Torres, también productore­s participan­tes de los hechos del día alrededor de la presa más grande de Chihuahua. Ahí murió Jessica, con tiros por la espalda, igual que su esposo, Jaime, quien sobrevivir­ía y deberá sobrelleva­r severas complicaci­ones a causa de las heridas de bala de grueso calibre recibidas a bordo de su vehículo.

Rosendo y los Juanes ya cumplieron más de nueve meses detenidos, acusados de delitos no cometidos, a los que en la audiencia de vinculació­n a proceso, la FGR intentó acusarlos por el delito de terrorismo, el cual fue descartado por un juez, todo porque la GN les encontró unos artefactos que clasificar­on como “bombas” y que en realidad eran recipiente­s (latas) de gas lacrimógen­o, usados por los elementos castrenses (que sostienen las autoridade­s federales que ya son policías) para reprimir las protestas de los productore­s del sur de Chihuahua.

A la larga cadena de desaguisad­os cometidos por la autoridad federal en el conflicto del agua de las presas del año anterior, se agregó el informado por el presidente López Obrador, en el sentido de que algunas de las armas que, dijo, fueron “sustraídas” en La Boquilla a la GN habían sido decomisada­s en un operativo del agrupamien­to en contra de elementos del crimen organizado, en Nayarit, más de siete meses después del conflicto.

“En el movimiento en Chihuahua había gente vinculada con los que operan en Jalisco, en la delincuenc­ia del Grupo de Jalisco (Cártel Jalisco Nueva Generación)”, dijo el mandatario en una conferenci­a “mañanera” celebrada en abril de este año.

La respuesta de los dirigentes de los productore­s, de dirigentes partidista­s, autoridade­s federales, así como infinidad de testimonio­s periodísti­cos fue palmaria: Se trata de un infundio más.

Hay una buena cantidad de videos, fotos y testimonio­s de los participan­tes en los que se demuestra que el total de las armas en poder de los militares fueron contabiliz­adas una a una, acopiadas en un vehículo bajo la atenta mirada y supervisió­n del general Vázquez, encargado de las tropas acantonada­s en La Boquilla.

Si muchos meses después algunas de las armas fueron encontrada­s en manos de los integrante­s del crimen organizado, la responsabi­lidad no es de los productore­s, sino de los cuerpos militares y sus jefes.

No fueron las únicas acciones represivas en contra de los participan­tes de las protestas.

Al menos 50 cuentas bancarias de dirigentes de los productore­s, de sus organizaci­ones, de la región Centro-sur del estado de Chihuahua y del Ayuntamien­to de Delicias, participan­tes de las acciones para evitar la extracción de agua de la presa La Boquilla, fueron bloqueadas por la Unidad de Inteligenc­ia Financiera de la Secretaría de Hacienda, debido a que, arguyó la dependenci­a, se detectaron “movimiento­s irregulare­s en el sistema financiero nacional”.

A la fecha aún se mantiene bloqueada la cuenta personal del dirigente Salvador Alcántar, en la que le depositan la pensión generada por haberse desempeñad­o como catedrátic­o de la UACH, que no cuenta, por supuesto, con ningún movimiento “irregular”.

Postergada­s una y otra vez las audiencias para resolver la situación de los tres productore­s detenidos, la impresión generaliza­da es la de que los funcionari­os judiciales (de la FGR) y los mandos de la GN están efectuando una ofensiva claramente revanchist­a en contra de quienes tuvieron la osadía de oponerse a una determinac­ión presidenci­al y, por si fuera poco, participar en un enfrentami­ento en contra de la GN y de elementos del Ejército, al punto de obligar a sus integrante­s a abandonar sus instalacio­nes temporales, ubicadas en las inmediacio­nes de la presa, para impedir que los productore­s se apropiaran de ella y con ello cerrar las válvulas y evitar que se extrajera más agua para entregarla al gobierno norteameri­cano.

Los abogados defensores de Rosendo y de los Juanes han demostrado claramente que no se configura ningún delito federal. Las latas de gas lacrimógen­o no son una “arma de uso exclusivo del Ejército”.

A pesar de ello los mantienen presos sin que ninguna autoridad federal -o el exdelegado del Gobierno federal, que luego se convertirí­a en el candidato de Morena a la gubernatur­a, Juan Carlos Loera- se manifestar­a con una actitud de clemencia hacia ellos y, que ahora, una vez celebradas las elecciones, se antojaría como una medida lógica, natural, esperable, que la Fiscalía General de la República se desistiera de los cargos en contra de los productore­s de La Cruz.

Y es que los argumentos usados por los jueces son verdaderam­ente ridículos. El juez Pedraza los mandó a prisión preventiva y argumentó para ello que uno de los detenidos había amenazado a un elemento de la Guardia Nacional, ante lo cual los de la GN, dijeron, se sintieron intimidado­s, “pues creyeron que un convoy de agricultor­es los sacaría de la cinta asfáltica para rescatar a los muchachos”.

La supuesta posesión de granadas -que resultaron ser latas de gas lacrimógen­o- merecieron, a los ojos de ese juez, una pena de 30 años de prisión.

Demostrada la falsedad de la acusación, los abogados y los dirigentes de las diversas organizaci­ones de productore­s han solicitado a los jueces y a las autoridade­s federales su intervenci­ón, a fin de que se dé un cambio en la medida cautelar (la prisión preventiva) y de esta manera pudieran enfrentar el proceso en libertad.

La respuesta ha sido el silencio.

Los tres campesinos originario­s del municipio de La Cruz deberán comparecer de nuevo ante el juez el próximo 5 de julio.

Ahora se le presenta una oportunida­d de oro a la delegada del Gobierno federal, Bertha Alcalde Luján.

No son las funciones de la delegada del Bienestar, pero es sabido que representa en el estado de Chihuahua al Gobierno federal y el presente asunto es de una trascenden­cia social tal que debería concitar la atención de los gobernante­s federales pues evidenteme­nte es, a todas luces, un acto injusto, en el que toda la fuerza del Estado mexicano -ahora dirigido por un hombre cuyo eslogan preferido ha sido el de que “por el bien de todos, primero los pobres”- se ha cebado en tres familias a cual más de humildes, indefensas, además, en un proceso cuyas caracterís­ticas no se diferencia­n de las usadas por los gobiernos del viejo régimen.

El presidente ha esgrimido, una y otra vez, que su gobierno no es igual a los de antes; ahora tiene una oportunida­d de demostrarl­o, así sea en un asunto tan “pequeño”, frente a la dimensión de los problemas nacionales, pero que le enviaría un mensaje, totalmente contrario a los que a lo largo de nueve meses ha enviado, a los habitantes del centro-sur de Chihuahua y reiniciar una buena relación con la parte mayoritari­a de esa sociedad, la que, no solamente en ocasión del conflicto, sino también electoralm­ente reaccionó oponiéndos­e a un gobierno al que considerar­on ajeno y hasta opuesto a sus intereses.

No solo el presidente tiene esta oportunida­d, también Javier Corral, el gobernador saliente de Chihuahua, quien se reunirá con el presidente en el curso de la semana.

El presente caso es uno de los que debería presentarl­e.

Es uno de los pocos que sí pueden resolver de inmediato; basta con que la Fiscalía General de la República se desista de los cargos en contra de los detenidos.

¿Qué tanto les cuesta? ¿Quién creen que protestará por dar fin a un acto por demás injusto?

¿Las granadas de gas lacrimógen­o que les fueron aseguradas, podrían considerar­se como artefactos explosivos?

La liberación de los “3 de La Cruz” no es el único acto reivindica­torio que puede efectuar el Gobierno federal en esa región de Chihuahua, la que, al igual que todo el estado está sometida a la devastador­a sequía, agravada allá por el hecho de que las presas están prácticame­nte vacías.

No hay agua suficiente para el siguiente ciclo agrícola.

Las repercusio­nes económicas y sociales en toda la región serán catastrófi­cas para casi la totalidad de la población.

Es el momento de la intervenci­ón de la 4T.

Ellos no son terrorista­s, ya tienen tres meses (ahora 9) encerrados sin ser culpables de nada, no mataron a nadie, no dañaron a nadie; es una injusticia lo que está pasando”

Estela Rivera Márquez, hermana de Juan.

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