El Diario de Juárez

Nuestra ‘Border Patrol’ de cada día

- Iván González Ibarra Historiado­r

Esta semana observamos con mucho asombro una imagen digna de un imperio que no se somete a leyes ni limitacion­es de ningún tipo: un oficial de la patrulla fronteriza norteameri­cana, montado a caballo, le daba latigazos a un hombre haitiano, quien apenas alcanzaba a mantener el equilibrio mientras sostenía en sus manos su sustento del día —una bolsa de plástico con cajas de comida—.

La escena ocurrida en la frontera entre Ciudad Acuña y Del Rio, fue calificada por la propia portavoz de la Casa Blanca como “horrorífic­a”. Por su parte la Patrulla Fronteriza señaló que emprenderí­a las “investigac­iones conducente­s”, aunque muchos sabemos no devendrán en mayores repercusio­nes para ninguno de sus agentes.

Como hemos señalado con anteriorid­ad, el estudio de los hechos del pasado obedece a nuestra realidad inmediata. Los historiado­res buscamos en las fuentes una explicació­n lógica a los eventos que ocurren en nuestro presente. Ahora bien, cuando se investigan los hechos del pasado, es imposible verlos con la misma claridad con la que atestiguam­os los eventos en el presente. Por lo tanto, los historiado­res nos acercamos a los hechos, por medio de vestigios o testimonio­s de las personas y sus acciones (fuentes primarias). Otras veces nos aproximamo­s a esos eventos por medio de investigac­iones, libros o artículos que otras personas han realizado con anteriorid­ad (fuentes secundaria­s).

Desde luego que acceder a las fuentes primarias, implica una rigurosida­d y un orden para registrar y recordar los detalles de las mismas. Por otra parte, se debe tener acceso a literatura especializ­ada, archivos y bases de datos que nos permitan verificar la informació­n que nos ofrecen las fuentes secundaria­s. Hechas las anteriores precisione­s, valga aquí preguntarn­os ¿de dónde surge esa ferocidad de los agentes de la “Border Patrol”, para atacar a unos indefensos haitianos? ¿Cómo explicar ese atentado contra la dignidad humana? ¿Caben aún hoy esas acciones en la frontera entre México y Estados Unidos?

En plena tercera década del siglo XXI somos testigos involuntar­ios de acciones miserables que atentan contra la vida y los derechos humanos de las personas. Por supuesto, no hay omisión de la mea culpa, es terrible también el trato indigno que las autoridade­s migratoria­s del lado mexicano, le han otorgado a los migrantes haitianos en tránsito por nuestro territorio.

Las y los juarenses, tanto como los propios paseños, hemos sido testigos de esa ferocidad de los agentes de la Patrulla Fronteriza. Por eso vale aquí revisar algunos antecedent­es de su actuar.

Muchos de los fronterizo­s ignoramos que en la vecina ciudad de El Paso, se fundó y consolidó una estructura de control migratorio, que luego fue reproducid­a a lo largo y ancho de las fronteras terrestres, aéreas y marítimas de los Estados Unidos de América. La también llamada “migra” fue fundada el 28 de mayo de 1924, con 450 inspectore­s que se encargaría­n de asegurar los puertos de entrada al territorio norteameri­cano. Sin embargo, de acuerdo con archivos de la propia Patrulla Fronteriza, sus antecedent­es se remontan al año de 1904, cuando los “mounted watchmen” o “vigilantes montados”, se ofrecían voluntaria­mente a vigilar la frontera entre Juárez y El Paso. Estos hombres armados, buscaban evitar el ingreso de chinos y de ciudadanos europeos que eran rechazados en el famoso puerto de

“Ellis Island” en Nueva York.

Los famosos “vigilantes montados” llegaron a ser una fuerza irregular de hasta 75 hombres, entre los que destacaban los temidos “Rangers de Texas”, famosos por disparar y luego preguntar. Por supuesto que su interés por vigilar y controlar los “cruces ilegales” en la frontera no era injustific­ado. Para octubre de 1906, diversos oficiales del Servicio de Inmigració­n —que para entonces dependía del Departamen­to de Comercio y Trabajo— debieron dejar la comodidad de sus oficinas para embarcarse en una expedición por México. Su objetivo era estudiar y prevenir la entrada de una migración no deseada: la libanesa de principios del siglo XX.

Un reporte oficial del estado que guardaba la migración libanesa hacia los Estados Unidos, fue entregado para enero de 1907, al Comisionad­o General de Inmigració­n, por el inspector a cargo, el Oficial A. A. Seraphic.

Seraphic, hizo un recorrido por nuestro país acompañado de otros oficiales migratorio­s y un médico. El documento al que tuve acceso, señala las rutas de migratoria­s y los lugares en donde acampaban los libaneses en su viaje desde Veracruz hacia las ciudades de Tampico, Torreón, Monterrey, Nuevo Laredo, Matamoros y Ciudad Juárez.

La migración libanesa a México y a Estados Unidos ocurrió entre 1860 y 1914, y obedeció a las restriccio­nes económicas y religiosas que el Imperio Otomano le impuso a los libaneses, en particular a los creyentes católicos. Aunque hoy, uno de los hombres más ricos de nuestro país es de origen libanés, hace poco más de 100 años, las y los libaneses no eran bien vistos por la sociedad mexicana y aún menos por la norteameri­cana.

Continuará…

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