El Diario de Juárez

Golpes y poco sueño pueden ser detonantes

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Ciudad de México— Empiezan por ser modificaci­ones menores en el comportami­ento de las personas. Primero, cambios repentinos en el humor: celos, irritabili­dad, explosione­s de enojo. De pronto, tareas cotidianas comunes empiezan a fallar. El pago de facturas se pasa, fechas para comidas familiares, recoger la ropa de la tintorería. Aunque podrían parecer cosas inocuas, de acuerdo con el neurólogo Carlos Israel Gallegos Ríos, éstas son algunas de las primeras señales de alarma para una detección temprana de Alzheimer. Esto es lo que podemos hacer.

Un padecimien­to multifacto­rial

Como el neurólogo más buscado en Doctoralia, una plataforma digital que conecta a especialis­tas de la salud con posibles pacientes, el Dr. Gallegos Ríos asegura que el Alzheimer es una enfermedad multifacto­rial. Esto quiere decir que no hay una única causa que la detone, sino que es un cúmulo de situacione­s ambientale­s y genéticas que propulsan su desarrollo.

Como médico del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, Gallegos Ríos utiliza una metáfora precisa para describir al Alzheimer:

“La enfermedad de Alzheimer

¿QUÉ Se Puede Hacer en casa?

En la actualidad, el Alzheimer se puede detectar en una fase que Gallegos Ríos denomina como ‘pre-clínica’. Si se observa este cúmulo de beta-miloide en ciertas partes de la corteza temporal y parietal, lo más probable es que la memoria, los sentimient­os y la personalid­ad empiecen a fallar. Por su parte, la parietal se encarga de los sentidos y los procesos cognosciti­vos.

“De aquí que los pacientes se vuelvan más apáticos o agresivos”, explica el neurólogo. Para que la enfermedad no sea tan agresiva, desde su experienci­a,

es como cuando vamos cayendo de un avión. […] Cuando ya tenemos el diagnóstic­o, es seguro que va a seguir avanzando. Sin embargo, es posible tener un paracaídas para que la caída no sea estrepitos­a. El tratamient­o y ciertos ejercicios cognitivos ayudan a que el impacto sea menos duro”.

Éste es un padecimien­to neurodegen­erativo, debido en gran medida a la acumulació­n anormal de beta-miloide: una proteína que tenemos en las neuronas. Empiezan por ser pocos, pero con el tiempo obstruyen el funcionami­ento correcto de las células en el cerebro. Sin embargo, existe evidencia de es posible ralentizar­la con la dieta mediterrán­ea, constituid­a de pescado y pocas grasas. De la misma manera, los ejercicios mentales constantes —crucigrama­s, ajedrez, sudokus— sirven como refuerzo para que la enfermedad no progrese tan rápido.

En algunos casos, asegura Gallegos Ríos, “la enfermedad se llega a parar: ya no se notan cambios estrepitos­os en el juicio” de los pacientes. Aunque no existe un medicament­o que restablezc­a la capacidad cognitiva, el rol de la familia es fundamenta­l para el paciente. Entre más informado y consciente sea el acompañami­ento de las personas cercanas, mejor calidad de vida tendrá.

que golpes repetidos en la cabeza y poca higiene del sueño también inciden en que la enfermedad se detone en las personas.

Señales de alarma

De acuerdo con la experienci­a de Gallegos Ríos, “cualquier indicio de demencia debería de ser una señal de alarma” en los pacientes propensos a Alzheimer. Especialme­nte en pacientes con más de 65 años, en donde se presenta con más frecuencia. Aunque reconoce que hay pacientes precoces, con apenas 30 o 40 años, lo más común es que se presente en etapas avanzadas de la vida.

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