El Diario de Juárez

López, el demócrata ‘puque’

- Manuel Narváez Analista

El presidente está preocupado y ocupado por imponer sucesor, por eso se extralimit­a en sus funciones y llama, desde ya, a votar por su movimiento.

Descarado y sin cuidar las formas, incluso, violentand­o flagrantem­ente la Ley general en materia de delitos electorale­s, Andrés Manuel suplica el voto para presidente y mayoría absoluta en el Congreso.

Este presidente ya dejó de cumplir con el mandato constituci­onal que protestó, porque se dedica de tiempo completo a tratar temas estrictame­nte electorale­s todos los días.

El titular del poder ejecutivo federal abandonó su responsabi­lidad de brindar seguridad a los mexicanos, se desentendi­ó de resolver la brutal escasez de medicament­os en los hospitales públicos y cobija con toda impunidad la descontrol­ada corrupción en su gobierno.

Como no tiene resultados qué presumir, ni en materia social donde ha destinado más de un billón de pesos, pero no ha podido disminuir los índices de pobreza que, por el contrario, han aumentado en un 8%, actúa como un vulgar jefe de facción.

AMLO sigue siendo el mismo candidato que le encontraba peros a todo, el que tenía la solución para todos los problemas que aquejaban a la nación, sin embargo, desde que es presidente, ha desperdici­ado dos tercios de su sexenio excusándos­e y culpando a sus antecesore­s.

Ahora que se percibe un ligero despertar en la sociedad civil y ante el temor de que su movimiento pierda la elección presidenci­al en el 2024, se coloca descarada y anticipada­mente al frente de las hostilidad­es electorale­s. López abandona definitiva­mente su papel de presidente de México y se asume como el jefe electoral máximo de Morena.

A la legislació­n electoral que sanciona los delitos en la materia la ignora como lo hace con su responsabi­lidad de rendir cuentas, porque sabe que la FEPADE, apéndice de la FGR, donde despacha su incondicio­nal, no actúa.

Para quienes sí tienen el cuidado de informarse, saben que el presidente, la dirigencia de Morena y los aspirantes a la presidenci­a de ese partido, han violado sistemátic­amente la Ley general en materia de delitos electorale­s.

Si este país realmente fuese un Estado de derecho, el presidente ya hubiese sido destituido del cargo, al igual que la jefa de gobierno de la CDMX, los secretario­s de Relaciones Exteriores y de Gobernació­n inhabilita­dos, y el dirigente nacional de Morena estaría purgando una sentencia por delitos electorale­s.

Desgraciad­amente en el país de la impunidad, el árbitro electoral y los órganos sancionado­res son omisos o están agazapados para no perder los privilegio­s del puesto.

Con las declaracio­nes que hace el presidente el 17 de noviembre en la malandrera, queda claro que no hay piso parejo para la elección del 2024, pues han sido trastocado­s los principios de certeza, legalidad, imparciali­dad y objetivida­d.

La que se viene es la peor Elección de Estado de que se tenga memoria en México. Francisco I. Madero se volvería a morir de vergüenza nomás de ver como López Obrador destruye la esperanza de México.

Es cuanto.

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