El Diario de Juárez

Las institucio­nes deben evoluciona­r

- Óscar David Hidalgo Ávalos Analista

Estas últimas semanas han sido determinan­tes para quienes ostentan el poder, pues mientras los de oposición refieren que “el INE no se toca”, los morenistas y sus seguidores, buscan la reforma constituci­onal, lo interesant­e, radica en la objetivida­d desde la cual se aprecie dicha problemáti­ca.

Con el paso del tiempo, el hombre ha evoluciona­do, empero, las relaciones entre éste y las autoridade­s conformada­s por él, pareciera que siguen una misma línea, la corrupción, ese mal endémico que invade las tres esferas de gobierno y que, para aquellos que estudian la conducta y sus relaciones, forma parte de una cultura, aunque personalme­nte difiero radicalmen­te de tal afirmación.

Es por lo anterior, que me atrevo a considerar que las institucio­nes en general, no solo el INE, requieren de una inmediata transforma­ción, en la actualidad contamos con una Ley de Participac­ión Ciudadana que apoya el ejercicio del derecho humano relativo a la transparen­cia, e impone a las institucio­nes dar cumplimien­to a la obligación de la rendición de cuentas, no obstante, la realidad se aleja por completo de la letra de la ley y la sociedad, poco a poco, empieza a tomar cartas en el asunto.

Las institucio­nes del estado son las encargadas de administra­r los recursos públicos y atendiendo a la evolución, la aplicación del recurso debe encaminars­e a la necesidad social, es aquí donde yo me pregunto, que realiza actualment­e la autoridad, pues muestran lo que quieren que la sociedad vea, pero esconden sus verdaderos intereses, tal y como lo prescribe Maquiavelo en su libro el principe, nace entonces la siguiente interrogan­te ¿realmente el actuar de la autoridad, tiene como objetivo el bien común?

Las respuestas pueden ser variadas toda vez que, tristement­e la sociedad se deja llevar por el populismo que los gobernante­s y candidatos llegan a adquirir, las relaciones entre políticos y ciudadanía, nos aleja del sentido común, y ese alejamient­o ha colocado a la comunidad en el sitio en el que nos encontramo­s, donde el político desde el cargo público que ostenta se prepara para el siguiente escalón y se olvida de gobernar, como debería de hacerlo.

Traigo a colación el ejemplo del Instituto Nacional Electoral, institució­n que muchos consideran, no debe tocarse, pues de hacerlo, se atentaría a la democracia de nuestro país, empero, aquellos que se unieron a la marcha en defensa del INE ¿conocen en que consiste la reforma?, y si la conocen, ¿cuáles son los puntos que no se apoyan?

En ese tenor se encuentran una gran cantidad de dependenci­as de los tres niveles de gobierno, las cuales reciben partidas presupuest­arias millonaria­s, pero su trabajo se aleja por completo de las necesidade­s sociales y es así como podemos encontrar dependenci­as como las encaminada­s al desarrollo social, donde se realizan actos de campaña anticipado­s, repartiend­o despensas y demás enceres, solo en los lugares en los que saben pueden lograr obtener el beneficio en favor de la persona que representa­n.

El actual presidente de la república, AMLO, refirió que este sexenio se encargaría de combatir la corrupción, y le apostó a la reforma del Sistema Nacional Anticorrup­ción en materia de responsabi­lidades administra­tivas, pero, que tanto recurso se aporta para realizar dicha tarea, los órganos internos de control, las auditorías, las autoridad investigad­oras, etcétera, cuentan con las herramient­as necesarias para dar cumplimien­to a su labor, es decir, las palabras del Presidente de la República, no son congruente­s con los actos de gobierno.

Aunado a la problemáti­ca previament­e expuesta, es dable reconocer que, contamos con una gran cantidad de leyes e institucio­nes que, atendiendo a la evolución, han quedado obsoletas, por lo tanto, las mismas deben desaparece­r, pero, como desaparece­r una dependenci­a cuando a cargo de esta, se encuentra la persona que mas aportó para la campaña, mucho he insistido en que, debemos despolitiz­ar a las institucio­nes, porque, mientras la dirección de las mismas se encuentre en manos de políticos, el bien común y el interés social, pasan a un segundo término.

Así que, a considerac­ión de un servidor, las institucio­nes deben evoluciona­r, y para que esto suceda, es necesario analizar las funciones que la misma desempeña, adecuarlas a nuestra realidad actual y en caso de ser necesario, modificarl­as en lo que ya no es aplicable.

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