Las instituciones deben evolucionar
Estas últimas semanas han sido determinantes para quienes ostentan el poder, pues mientras los de oposición refieren que “el INE no se toca”, los morenistas y sus seguidores, buscan la reforma constitucional, lo interesante, radica en la objetividad desde la cual se aprecie dicha problemática.
Con el paso del tiempo, el hombre ha evolucionado, empero, las relaciones entre éste y las autoridades conformadas por él, pareciera que siguen una misma línea, la corrupción, ese mal endémico que invade las tres esferas de gobierno y que, para aquellos que estudian la conducta y sus relaciones, forma parte de una cultura, aunque personalmente difiero radicalmente de tal afirmación.
Es por lo anterior, que me atrevo a considerar que las instituciones en general, no solo el INE, requieren de una inmediata transformación, en la actualidad contamos con una Ley de Participación Ciudadana que apoya el ejercicio del derecho humano relativo a la transparencia, e impone a las instituciones dar cumplimiento a la obligación de la rendición de cuentas, no obstante, la realidad se aleja por completo de la letra de la ley y la sociedad, poco a poco, empieza a tomar cartas en el asunto.
Las instituciones del estado son las encargadas de administrar los recursos públicos y atendiendo a la evolución, la aplicación del recurso debe encaminarse a la necesidad social, es aquí donde yo me pregunto, que realiza actualmente la autoridad, pues muestran lo que quieren que la sociedad vea, pero esconden sus verdaderos intereses, tal y como lo prescribe Maquiavelo en su libro el principe, nace entonces la siguiente interrogante ¿realmente el actuar de la autoridad, tiene como objetivo el bien común?
Las respuestas pueden ser variadas toda vez que, tristemente la sociedad se deja llevar por el populismo que los gobernantes y candidatos llegan a adquirir, las relaciones entre políticos y ciudadanía, nos aleja del sentido común, y ese alejamiento ha colocado a la comunidad en el sitio en el que nos encontramos, donde el político desde el cargo público que ostenta se prepara para el siguiente escalón y se olvida de gobernar, como debería de hacerlo.
Traigo a colación el ejemplo del Instituto Nacional Electoral, institución que muchos consideran, no debe tocarse, pues de hacerlo, se atentaría a la democracia de nuestro país, empero, aquellos que se unieron a la marcha en defensa del INE ¿conocen en que consiste la reforma?, y si la conocen, ¿cuáles son los puntos que no se apoyan?
En ese tenor se encuentran una gran cantidad de dependencias de los tres niveles de gobierno, las cuales reciben partidas presupuestarias millonarias, pero su trabajo se aleja por completo de las necesidades sociales y es así como podemos encontrar dependencias como las encaminadas al desarrollo social, donde se realizan actos de campaña anticipados, repartiendo despensas y demás enceres, solo en los lugares en los que saben pueden lograr obtener el beneficio en favor de la persona que representan.
El actual presidente de la república, AMLO, refirió que este sexenio se encargaría de combatir la corrupción, y le apostó a la reforma del Sistema Nacional Anticorrupción en materia de responsabilidades administrativas, pero, que tanto recurso se aporta para realizar dicha tarea, los órganos internos de control, las auditorías, las autoridad investigadoras, etcétera, cuentan con las herramientas necesarias para dar cumplimiento a su labor, es decir, las palabras del Presidente de la República, no son congruentes con los actos de gobierno.
Aunado a la problemática previamente expuesta, es dable reconocer que, contamos con una gran cantidad de leyes e instituciones que, atendiendo a la evolución, han quedado obsoletas, por lo tanto, las mismas deben desaparecer, pero, como desaparecer una dependencia cuando a cargo de esta, se encuentra la persona que mas aportó para la campaña, mucho he insistido en que, debemos despolitizar a las instituciones, porque, mientras la dirección de las mismas se encuentre en manos de políticos, el bien común y el interés social, pasan a un segundo término.
Así que, a consideración de un servidor, las instituciones deben evolucionar, y para que esto suceda, es necesario analizar las funciones que la misma desempeña, adecuarlas a nuestra realidad actual y en caso de ser necesario, modificarlas en lo que ya no es aplicable.