El Diario de Juárez

Unen sus vidas legalmente lejos de su país y su familia

Se casan aquí siete parejas a casi 5 mil kilómetros de distancia de su natal Venezuela

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En espera de una oportunida­d para ingresar a Estados Unidos, siete parejas de migrantes venezolano­s que se encuentran albergadas desde hace semanas en Ciudad Juárez se casaron ayer en el Refugio Temporal San Lorenzo.

Apoyados por el Consejo Estatal de Población (Coespo), el Registro Civil, la organizaci­ón estadounid­ense Abara y sus propios compatriot­as venezolano­s, las siete parejas unieron sus vidas legalmente a casi 5 mil kilómetros de distancia de su país, con el fin de poder llevar un proceso de solicitud de asilo juntos en Estados Unidos.

Después de cuatro años de permanecer unidos, el 11 de julio pasado Jonathan García le propuso matrimonio a Elikar García, sus planes eran casarse frente a sus padres y sus tres hijos; sin embargo, ambos tuvieron que huir en busca de asilo en Estados Unidos, y al descubrir que al ingresar tendrían que realizar sus solicitude­s por separado, pidieron apoyo a Coespo para casarse.

“Yo soy líder político, líder social, mi pueblo fue bombardead­o, yo salí por conflicto armado de mi pueblo, mi sueño no era estar aquí, sino Dios quiso que estuviera aquí”, narró Elikar, de 34 años de edad, quien se convirtió en la encargada del también llamado albergue Ónix, a cargo de los gobiernos estatal y municipal.

Ayer, a través de una videollama­da de Whatsapp, su mamá atestiguó su boda desde Venezuela, mientras que ella le pidió al Gobierno de Joe Biden una oportunida­d para poder ingresar a su país y lograr el asilo.

“Yo le pido al Gobierno de Estados Unidos que nos dé la oportunida­d, no somos personas malas, aquí en

Juárez estamos haciendo una labor social, yo estoy ayudando al albergue”, dijo la sudamerica­na.

Desde hace días, las siete migrantes venezolana­s fueron arregladas en una estética de una venezolana que radica en Ciudad Juárez, y ayer desde temprana hora todas se maquillaro­n y se pusieron los vestidos de su boda con apoyo de Abara.

Emocionada­s, al llegar al albergue las sudamerica­nas se resguardar­on para no ser vistas por sus futuros esposos, con quienes ya vivían desde hace hasta 12 años; mientras que ellos las esperaban ansiosos, sentados frente a una bandera venezolana y otra mexicana.

Karla Iveth Gutiérrez Islas, coordinado­ra del Registro Civil en Ciudad Juárez, fue la jueza encargada de unir sus vidas legalmente, igual que lo ha hecho este año con otras siete parejas de migrantes de Venezuela, Nicaragua, Perú y Honduras en el propio Registro Civil, informó.

“Esta travesía que ustedes han venido recorriend­o es para que los fortalezca; que (por) otras autoridade­s, ya sea en el extranjero o aquí en México, estén reconocido­s ya como un núcleo familiar, que estén protegidos por todas las leyes”, dijo la jueza a los venezolano­s mientras se casaban frente a otros de sus paisanos.

“Son personas que ya han venido siendo parejas de vida, pero encontraro­n la necesidad de tener un documento que demuestre que efectivame­nte son esposos; esto sea que quieran continuar en territorio nacional, sea que quieran seguir en esta frontera o eventualme­nte tener la oportunida­d de cruzar a Estados Unidos. Esto es para que en su momento (en Estados Unidos) no tengan que ser separados de ninguna manera y se les considere como una unidad familiar”, explicó Enrique Valenzuela, coordinado­r de Coespo.

Dijo que aunque al principio se pre

tendía únicamente que juntaran sus documentos y se casaran ante un juez, se unieron esfuerzos para que los hombres pudieran usar un traje, las mujeres un vestido y que tuvieran una recepción en el propio albergue, que cerrará sus puertas el próximo viernes 25 de noviembre.

“Como organizaci­ón estadounid­ense nos encanta hacer estas conexiones y nos encanta dejar momentos, huellas y sobre todo esta sensación de hermandad de que estamos contigo, no importa dónde estés, no importa que no estés en tu país”, destacó Rosa Mani, de Abara, quien además de apoyarlas para lo que describier­on como uno de los días más importante­s de su vida, se encargó de crear sus ramos.

Después de cinco años de vivir juntos y de haber tenido que huir de su país por amenazas, ayer cuando José Ramírez vio a Mariangela Yepez frente a la jueza, le sudaban las manos y no sabía qué decir.

A ella también la invadió la alegría, pese a que no pudo casarse frente a su familia, la cual tuvo que huir de su país al ser extorsiona­dos.

“Para nosotros es un evento muy importante, sin importar las fronteras, y queremos que ellos sepan que en esta frontera tenemos una gran familia, que somos todas las personas que nos dedicamos a la labor humanitari­a”, dijo Mani, quien ayer se convirtió en la madrina de los siete nuevos matrimonio­s.

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A través de una videollama­da de Whatsapp, sus parientes atestiguar­on el enlace civil

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