El Diario de Juárez

Deportan por otras fronteras a migrantes que han detenido

Narran quienes han vuelto a Juárez que los han expulsado por lugares como Tijuana y hasta Tapachula

- Diego Villa / El Diario

A migrantes venezolano­s que están cruzando hacia Estados Unidos por la frontera de Ciudad Juárez con El Paso, Texas, los están expulsando de aquel país a través de otras fronteras, confirmó Antonio Vallera, migrante venezolano que aún se encuentra en el campamento en el río Bravo.

A sus seis amigos que cruzaron hace más de una semana “los regresaron a todos, por Tijuana, hasta Tapachula, algunos a una estación cerca de aquí, pero ya están de nuevo en Juárez”, contó.

De acuerdo con informació­n del Instituto Nacional de Migración, desde el

12 de octubre que terminó la excepción al Título 42 para personas migrantes venezolana­s hasta el 4 de noviembre, se expulsaron por esta frontera a cerca de 2 mil 200 personas, pero desde esa última fecha los regresos han sido por otras ciudades mexicanas.

Iván Castro, venezolano de 22 años de edad, contó que a él sí le tocó que lo devolviera­n por Tijuana, Baja California. Él cruzó el lunes 14 de octubre por Juárez, y luego de dos días en Estados Unidos retenido por las autoridade­s de ese país, fue expulsado por aquel municipio. Para volver al campamento migrante aquí pidió dinero prestado y vino en avión.

“Los envían por allá y para otras fronteras, por Piedras Negras, Matamoros… me topé a uno que iban a llevar a Cancún”, dijo, y añadió que “mayormente se los están llevando a otras fronteras, como 300 ó 400 personas diarias”.

Por su experienci­a, Iván aseguró que en Tijuana no existe la aglomeraci­ón de migrantes venezolano­s que hay aquí en Juárez “porque salen para acá o para Ciudad de México”, pues Tijuana no los recibe ni los ayuda.

Del mismo modo, Beatriz Adriana, una venezolana, platicó que “un día después de que bloquearan el Artículo 42 yo crucé y me entregué, y me devolviero­n a México pero me mandaron por Tijuana”. Dijo que las autoridade­s estadounid­enses los ataron de pies, manos y cintura, los despojaron de su ropa para darles otra, uniformes idénticos para todos los detenidos. Dormían en un espacio “muy cochino”, relató.

Sólo la dejaron bañarse una vez, pero duró cuatro días “encerrada, sin bañarme, sin cepillarme” y los hacían dormir en colchoneta­s delgadas sobre el suelo, declaró.

Ella sigue en Tijuana. No ha podido volver porque no tiene dinero, pero lo más probable, aseguró, es que se vaya a Ciudad de México y allá determine su futuro: si regresará a Venezuela o se quedará en México.

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