ALIMENTARON LA EVOLUCIÓN
Cocinar era pieza central de los rituales de fiesta que unían a las comunidades de nuestros antepasados; en la actualidad es parte importante de las celebraciones
Nueva York — Si estás cocinando una comida para el Día de Acción de Gracias o simplemente te presentas a un festín, eres parte de una larga historia humana, una más antigua que nuestra propia especie.
Algunos científicos estiman que nuestros primos humanos primitivos podrían haber utilizado el fuego para cocinar sus alimentos hace casi 2 millones de años, mucho antes de que apareciera el Homo sapiens.
Y un estudio reciente ha encontrado lo que podría ser la primera prueba conocida de esta cocina rudimentaria: los restos de una cena de carpa asada de hace 780 mil años.
Cocinar los alimentos supuso algo más que un cambio de estilo de vida para nuestros antepasados. Ayudó a alimentar nuestra evolución, a hacernos más grandes los cerebros y, más adelante, se convirtió en la pieza central de los rituales de fiesta que unían a las comunidades.
“La historia de la evolución humana parece ser la historia de lo que comemos”, afirma Matt Sponheimer, antropólogo de la Universidad de Colorado en Boulder que ha estudiado las dietas de los primeros ancestros humanos.
El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, se basa en material procedente de Gesher Benot Ya’aqov, en Israel, un yacimiento acuático a orillas de un antiguo lago.
Los artefactos de la zona sugieren que fue el hogar de una comunidad de Homo erectus, una especie extinta de humanos primitivos que caminaban erguidos, explicó la autora principal, Irit Zohar, de la Universidad de Tel Aviv.
A lo largo de años de “excavación en el barro” del yacimiento, los investigadores examinaron una curiosa colección de restos de peces, especialmente dientes, dijo Naama Goren-inbar, arqueóloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén que dirigió las excavaciones.
Estaban agrupados en torno a ciertos puntos del yacimiento, lugares en los que los investigadores también encontraron signos de fuego. Las pruebas revelaron que los dientes habían estado expuestos a temperaturas elevadas, pero no supercalientes. Esto sugiere que el pescado se cocinó a fuego lento, explicó Zohar.