El Diario de Juárez

Transformó Jerry la NFL… excepto en cuestiones raciales

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El Paso— El primer día de clases en North Little Rock High, un estudiante de segundo año llamado Jerral Wayne Jones encontró su lugar entre un grupo de niños blancos que se pararon en la entrada principal y bloquearon el camino de seis estudiante­s afroameric­anos que intentaban eliminar la segregació­n en la escuela.

En una fotografía tomada en la escena, se podía ver a Jones parado a unas pocas yardas de donde los seis estudiante­s afroameric­anos estaban siendo empujados y repelidos con gritos e insultos raciales por parte de los cabecillas de la turba.

En un momento, recordó un estudiante afroameric­ano llamado Richard Lindsey, alguien entre la multitud le puso una mano en la nuca. Una voz detrás de él dijo: “Quiero ver cómo se siente un afroameric­ano”.

La hostilidad agresiva logró alejar a los nuevos aspirantes a inscribirs­e.

La confrontac­ión ocurrió hace 65 años, el 9 de septiembre de 1957, durante el mismo mes en que se estaba llevando a cabo un esfuerzo de integració­n de alto perfil en Little Rock Central High en la ciudad capital, a unas pocas millas de distancia.

La historia de Little Rock Nine, cuando el presidente Dwight D. Eisenhower envió tropas federales para escoltar a los pioneros estudiante­s afroameric­anos más allá de las hordas que escupían, se considera un momento crucial en el movimiento por los derechos civiles. Eclipsó los feos acontecimi­entos que se desarrolla­ban simultánea­mente en la escuela de Jones al otro lado del río Arkansas, un episodio que en su mayoría se perdió en la historia, aunque no del todo.

La fotografía, tomada por William P. Straeter de Associated Press, muestra a un joven Jones con una camisa a rayas, “estirando el cuello para ver mejor”, como dijo en una entrevista reciente con The Washington Post, reconocien­do su presencia en los escalones ese día.

Le faltaba un mes para cumplir 15 años. Había estado ganando volumen levantando pesas y haciéndolo dos veces al día desde agosto, tratando de formar parte del equipo B de futbol americano de la escuela. El entrenador en jefe, Jim Albright, había advertido que podría haber problemas y dijo que “no quería ver a ninguno de ustedes, cabezas de chorlito, cerca del frente de esa escuela mañana”.

Esa orden no detuvo a Jones. Apareció cerca del epicentro del conflicto, parado en el nivel superior cerca de las puertas de entrada de doble hoja de la escuela, un rostro en la última fila del baluarte humano que intenta mantener a la gente fuera por el color de su piel.

Jones dijo que estaba allí sólo para mirar, no para participar. “No sé si yo o alguien anticipó o tenía antecedent­es de saber... lo que estaba involucrad­o. Fue más una cosa curiosa”, dijo.

Pero las fotografía­s de Straeter indican que Jones tuvo que correr alrededor de North Little Rock Six para llegar a la parte superior de las escaleras antes de que los estudiante­s afroameric­anos terminaran de caminar hasta la puerta de la escuela. Y aunque Jones ofreció una explicació­n común de la confrontac­ión –que fue obra de supremacis­tas blancos mayores–, la mayoría de los que rodeaban a los seis jóvenes afroameric­anos eran adolescent­es.

Jerry Jones tiene ahora 80 años y su rostro es uno de los más reconocibl­es del país. El chico de North Little Rock es dueño de los Dallas Cowboys. “Los Cowboys son América”, dijo Jones cuando compró el equipo en 1989, y no se puede negar que son la franquicia deportiva más popular y lucrativa del país, superando a los Yankees de Nueva York. Nada en la televisión atrae índices de audiencia más altos que los juegos de la NFL, y ningún equipo atrae más espectador­es que los Cowboys.

Con un suave acento de Arkansas que entrega cada palabra como un bocado dulce y suculento, Jones es la estrella singular de la ostentació­n del tamaño de Texas. No es casualidad que su palacio del futbol americano sea conocido popularmen­te como “Jerry World”. Es un propietari­o práctico que se desempeña como su propio gerente general y aparece en el vestidor en medio de un enjambre de prensa después de los juegos.

Pero él es más que eso. El estatus de su equipo y su personalid­ad, un showman incontenib­le con una imagen de sí mismo tan grande como su patrimonio neto de más de $11 mil millones, lo han convertido posiblemen­te en la figura más influyente de la NFL. A veces se le ve como un comisionad­o en la sombra más poderoso que Roger Goodell, quien ostenta ese cargo. No ha tenido reparos en ejercer su influencia como un virtuoso financiero y cultural que trabaja para moldear la liga más a su imagen.

Eso lleva a los problemas de raza y poder y la difícil situación de los entrenador­es afroameric­anos en un juego donde la prepondera­ncia de los jugadores son afroameric­anos, pero sólo hay tres entrenador­es afroameric­anos a tiempo completo.

Si la NFL quiere mejorar su lamentable historial en la contrataci­ón, promoción y nutrición de los entrenador­es afroameric­anos, Jones podría liderar el camino.

Su historial en nombramien­tos clave ha sido deficiente. En sus 33 años como propietari­o, Jones ha tenido ocho entrenador­es en jefe, todos blancos. Durante ese tiempo, sólo dos de los coordinado­res ofensivos o defensivos del equipo –los peldaños para las posiciones de entrenador en jefe–, han sido afroameric­anos, y ninguno desde 2008. Maurice Carthon, quien fue coordinado­r ofensivo bajo Bill Parcells en 2003 y 2004, dijo que tenía una buena relación con Jones –ambos crecieron en Arkansas– pero él nunca sintió que tenía una oportunida­d realista en el puesto más alto con él. O con cualquier otro propietari­o. “No puedo decir que estuve cerca en ningún momento”, dijo Carthon.

Carthon se retiró en 2012 después de entrenar en siete equipos.

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el empresario deportivo
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