Depresión y procesos de Paz
Las condiciones ambientales de orden estructural en la localidad no favorecen un adecuado mantenimiento de procesos de paz y salud mental entre los ciudadanos. Los baches, los complicados accesos en las principales avenidas y el cada vez más apabullante tráfico hacen que el estrés se incremente. Esto, agregado a las vicisitudes propias de la cotidianidad relacionadas con aspectos laborales, familiares, de salud y económicos. Todo esto puede ir en detrimento de la salud mental y derivar en procesos de ansiedad y depresión.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 320 millones de personas en el mundo padecen depresión, esto representa un 18% más que hace diez años. Los factores que la originan pueden ser genéticos y neurológicos, así como factores personales como experiencias adversas, tales como la muerte de un ser querido o el diagnóstico de una enfermedad grave y el estrés cotidiano derivado de las situaciones estructurales antes mencionadas. También se sabe que los familiares de primer grado de pacientes con depresión muestran el doble de riesgo de presentar este trastorno que aquellos que no han convivido con personas con depresión.
La depresión se caracteriza por un estado de ánimo bajo, una disminución del interés por las actividades que antes interesaban, un deterioro de la función cognitiva y problemas del sueño o del apetito. Además, puede tener tendencia a la cronificación y un último aspecto no menos preocupante es que genera sufrimiento e incapacidad.
Ante situaciones de depresión sería útil tratar de mantener las rutinas y las actividades que algún día generaron bienestar. Confiar y acudir a ayuda profesional, ya sea psicológica o psiquiátrica, la cual puede coadyuvar como un ancla que proporcione seguridad. Es importante remover los prejuicios alrededor de la ayuda profesional y hacer lo que sea por salir de la depresión. También el apoyo familiar y social son de vital importancia para la contención y mejora de dicha situación.
Evitar el uso o abuso de sustancias como el alcohol o las drogas es crucial. El alcohol al inicio provoca un efecto de euforia, pero en realidad es un potente depresor del sistema nervioso, además de que el uso y abuso del alcohol y otras sustancias es una forma de destrozar el cerebro.
También se recomienda infundir esperanza y serenidad. Tener en cuenta que con un correcto tratamiento, los episodios depresivos se van. Una vez que se hayan ido, es importante trabajar para la prevención de recaídas y la intervención sobre factores de riesgo en lo subsecuente.
Practicar la gratitud también ayuda. A propósito del pasado Día de Acción de Gracias, Seligman (2003) define la gratitud como el ser consciente de las cosas buenas que suceden, nunca darlas por sentado, y tomarse el tiempo para expresar agradecimiento. La capacidad de ser agradecidos permite el reconocimiento de los aspectos o situaciones pasadas o presentes que han sido positivos o que han beneficiado de alguna manera nuestras vidas, y esto promueve la esperanza y propicia procesos de reflexión que pueden llevar a la valoración y reencuadre de lo que se tiene como sentido de vida.
Sirvan estas fechas de invierno, que invitan al recogimiento en familia, para generar climas de seguridad y comprensión al interior de los hogares, para acceder a información de calidad acerca de la depresión, en caso de que algún familiar la presente, y de los padecimientos de salud mental que se tengan en las familias, y para fomentar el autocuidado y favorecer procesos significativos de sana convivencia en paz.