Los juegos de la política mexicana
Con el inicio de las precampañas en México, de las y los actores que aspiran en la búsqueda de la tan codiciada silla presidencial. Las figuras que encabezan las principales fuerzas políticas de nuestro país han asomado sus cabezas con el objetivo previo de trazar un modelo estratégico para que la ciudadanía tengamos la oportunidad de observar y escuchar de primera mano sus historias y cuentos, en un esfuerzo por atraer la mirada hacia sus proyectos políticos.
Es este preciso período preelectoral, que toma particular relevancia en la confrontación de las ideas políticas, pues para nadie es extraña la relación cuasi natura que existe entre la democracia y los medios de comunicación, que han servido de verdaderas plataformas en las cuales se moldea la opinión pública, convirtiendo a los diversos medios en espacios de interacción al servicio de los engranajes de la contienda política.
El uso de las tecnologías y el lento, pero constante alcance de ellas por parte de la población, abre un espacio para la reflexión y el análisis sobre el impacto que los partidos políticos tienen en la población mexicana con el uso de las distintas redes socio digitales. Lo anterior, nos hace preguntarnos lo siguiente: ¿Cuál es el juego de la política actual en nuestro país?
En torno a nuestro cuestionamiento, resulta evidente que quienes manejan la agenda política dentro de los medios informativos son los propios partidos políticos. Esta construcción del pensamiento no se limita a incidir en la intención del voto de la ciudadanía, pues, más allá de esta primaria pretensión, se busca implantar en la psique colectiva ideologías que permitan la perpetuidad de la construcción política que han creado; ya que como el propio Nicolás Maquiavelo en su libro El príncipe dijo: “los pueblos son tornadizos; y que, si es fácil convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a esa convicción.” Este secundario, pero poderoso enfoque es lo que da pauta a la cuestión que nos interesa, ¿en qué juego nos tiene la política actual? La facilidad que tiene los medios digitales de proyectar un mensaje en un corto período de tiempo y en gran número de sujetos, es la apuesta a la cual han encaminado sus arranques de precampaña, las tres figuras que hasta el momento aspiran su llegada la presidencia de la República.
Por medio de plataformas digitales, las precampañas han buscado abrirse camino en un sector históricamente valioso para estos procesos electorales, las y los jóvenes. A pesar de que los medios son una herramienta fundamental para el desarrollo del debate ciudadano y una ventada importante para llegar a la juventud. Los aspirantes han desaprovechado una oportunidad valiosa para generar un elemento de valor, para sus futuras campañas. Solo basta con mirar los spots iniciales de las tres figuras, que se promueven como diferentes y con ideas nuevas, pero bajo el infranqueable y trillado esquema de grabarse caminando como niños perdidos por las calles de distintas ciudades de nuestro país. Fuera de buscar la adhesión de los próximos votantes por medio de la proyección de una verdadera imagen de innovación, han buscado hacer “clic” con sus simpatizantes y el electorado en general, por medio de campañas que muestran una falsa realidad de sus personas en un escenario nada orgánico en sus vidas diarias, encaminados por las necesidades fácticas del mercado actual.
Es de vital importancia que quienes participaremos en este próximo ejercicio democrático, en miras de nuestras siguientes representaciones en sus diversas esferas, busquemos y exijamos un verdadero discurso racional, apegado con ello a la libre expresión de las ideas, dejando de lado los paralelismos viciados de la política “de siempre” y apostemos por discursos que proyecten verdaderas y reales soluciones a los problemas que empañan la vida de nuestro país.
En Ciudad Juárez, como en el resto de la República, seremos parte de una caravana de personajes que buscarán endulzar nuestros oídos a través de discursos pre-elaborados y latentes de una fragilidad ante cuestionamientos sobre su trabajo, fracasos y resultados obtenidos. Es aquí el momento oportuno de transitar de una democracia representativa en donde jugábamos el papel de simples espectadores, a convertirnos en verdaderas figuras de racionalidad y deliberación, que busque una mayor y mejor calidad en la información para convertirnos en verdaderos partícipes de la vida política de nuestro país.