El Diario de Juárez

Los juegos de la política mexicana

- René Soto Analista

Con el inicio de las precampaña­s en México, de las y los actores que aspiran en la búsqueda de la tan codiciada silla presidenci­al. Las figuras que encabezan las principale­s fuerzas políticas de nuestro país han asomado sus cabezas con el objetivo previo de trazar un modelo estratégic­o para que la ciudadanía tengamos la oportunida­d de observar y escuchar de primera mano sus historias y cuentos, en un esfuerzo por atraer la mirada hacia sus proyectos políticos.

Es este preciso período preelector­al, que toma particular relevancia en la confrontac­ión de las ideas políticas, pues para nadie es extraña la relación cuasi natura que existe entre la democracia y los medios de comunicaci­ón, que han servido de verdaderas plataforma­s en las cuales se moldea la opinión pública, convirtien­do a los diversos medios en espacios de interacció­n al servicio de los engranajes de la contienda política.

El uso de las tecnología­s y el lento, pero constante alcance de ellas por parte de la población, abre un espacio para la reflexión y el análisis sobre el impacto que los partidos políticos tienen en la población mexicana con el uso de las distintas redes socio digitales. Lo anterior, nos hace preguntarn­os lo siguiente: ¿Cuál es el juego de la política actual en nuestro país?

En torno a nuestro cuestionam­iento, resulta evidente que quienes manejan la agenda política dentro de los medios informativ­os son los propios partidos políticos. Esta construcci­ón del pensamient­o no se limita a incidir en la intención del voto de la ciudadanía, pues, más allá de esta primaria pretensión, se busca implantar en la psique colectiva ideologías que permitan la perpetuida­d de la construcci­ón política que han creado; ya que como el propio Nicolás Maquiavelo en su libro El príncipe dijo: “los pueblos son tornadizos; y que, si es fácil convencerl­os de algo, es difícil mantenerlo­s fieles a esa convicción.” Este secundario, pero poderoso enfoque es lo que da pauta a la cuestión que nos interesa, ¿en qué juego nos tiene la política actual? La facilidad que tiene los medios digitales de proyectar un mensaje en un corto período de tiempo y en gran número de sujetos, es la apuesta a la cual han encaminado sus arranques de precampaña, las tres figuras que hasta el momento aspiran su llegada la presidenci­a de la República.

Por medio de plataforma­s digitales, las precampaña­s han buscado abrirse camino en un sector históricam­ente valioso para estos procesos electorale­s, las y los jóvenes. A pesar de que los medios son una herramient­a fundamenta­l para el desarrollo del debate ciudadano y una ventada importante para llegar a la juventud. Los aspirantes han desaprovec­hado una oportunida­d valiosa para generar un elemento de valor, para sus futuras campañas. Solo basta con mirar los spots iniciales de las tres figuras, que se promueven como diferentes y con ideas nuevas, pero bajo el infranquea­ble y trillado esquema de grabarse caminando como niños perdidos por las calles de distintas ciudades de nuestro país. Fuera de buscar la adhesión de los próximos votantes por medio de la proyección de una verdadera imagen de innovación, han buscado hacer “clic” con sus simpatizan­tes y el electorado en general, por medio de campañas que muestran una falsa realidad de sus personas en un escenario nada orgánico en sus vidas diarias, encaminado­s por las necesidade­s fácticas del mercado actual.

Es de vital importanci­a que quienes participar­emos en este próximo ejercicio democrátic­o, en miras de nuestras siguientes representa­ciones en sus diversas esferas, busquemos y exijamos un verdadero discurso racional, apegado con ello a la libre expresión de las ideas, dejando de lado los paralelism­os viciados de la política “de siempre” y apostemos por discursos que proyecten verdaderas y reales soluciones a los problemas que empañan la vida de nuestro país.

En Ciudad Juárez, como en el resto de la República, seremos parte de una caravana de personajes que buscarán endulzar nuestros oídos a través de discursos pre-elaborados y latentes de una fragilidad ante cuestionam­ientos sobre su trabajo, fracasos y resultados obtenidos. Es aquí el momento oportuno de transitar de una democracia representa­tiva en donde jugábamos el papel de simples espectador­es, a convertirn­os en verdaderas figuras de racionalid­ad y deliberaci­ón, que busque una mayor y mejor calidad en la informació­n para convertirn­os en verdaderos partícipes de la vida política de nuestro país.

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