Las calamidades no vienen solas: Abandono de viviendas y robo de agua
En los últimos días ha sido motivo de atención el tema de la pérdida de agua por parte de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento, JMAS, por diversas causas: fugas, evaporación y también por robo, y no son poca cosa los metros cúbicos que se consideran perdidos: por ejemplo, en 2016 del total del líquido que se produjeron solo se cobró el 52 por ciento mientras que para 2022 la situación fue peor, pues solo se cobró el 32 por ciento marcando una tendencia negativa que se mantuvo en el 2023 cuando se facturó el 34 por ciento.
Pudiera decirse que esta situación nada favorable, para nadie, se debe a la ineficiencia del sistema de cobranza de la JMAS, cuestión que adquiere un tinte que lo hace más complejo cuando desde la perspectiva de los derechos humanos toda persona tiene derecho a disponer de agua potable, sin embargo, eso no quiere decir que necesariamente la deba tener al pie de su casa, aunque es lo deseable por muchas razones. También puede decirse que se la pérdida de tal cantidad de agua se debe a la falta de mantenimiento de la red, lo cual tiene cierto grado de verdad, sin embargo hay un tercer punto que apunta a la pérdida de agua debido a nuestra idiosincrasia, una manera de ser muy a la mexicana: cuanto más engañes, te burles y pases por encima de los demás, más inteligente eres.
En realidad no sé qué es lo que no carbura el cerebro de muchos mexicanos que se sienten muy listos a medida que evaden, por ejemplo, el pago de una multa o pasar por alto reglamentos y prefieren caer en cohecho para luego presumir con un “Yo si pude …”.
Es así que se cae en el abuso cuando ante la carencia de suministro de agua en el surponiente, allá por lo que conocemos como los kilómetros, si bien la JMAS tiene la obligación de distribuirla a través de pipas de manera gratuita. Obvio, ante la insuficiencia, no se dejan esperar los oportunistas, “huachicoleros” les llaman, que surten de agua a personas que pagan por ella lo que les pidan… finalmente deben resolver sus necesidades básicas. Por cierto, tanto batallan para conseguirla que nos pueden dar clases de cómo darle tres y hasta cuatro usos al agua.
Pero lo que me gustaría aquí traer a la mesa es que si bien a todos los niveles prevalece ese “orgullo de ser mexicano”, hay circunstancias que abren la puerta para que casi de forma “natural” se fomente y se multiplique el robo de agua: me refiero a la invasión masiva de viviendas que ha tenido lugar en toda la ciudad pero más específicamente hacia el suroriente.
¿Quién que ocupa una vivienda de manera ilegal se va a preocupar por tener un contrato de agua derecho? Si muchos que sí son propietarios optan por conectarse “sigilosamente”, cuanto más lo harán quienes las invaden.
La historia es esta: en 2020 había 111 mil viviendas abandonadas; “milagrosamente” para 2020 ya solo se contaban 50,000 ¿qué pasó con el resto? ¿Acaso hubo programas tan extremadamente exitosos para rehabilitarlas y volverlas a colocar en el mercado, y no nos dimos cuenta de ello? La respuesta es un categórico ¡no! Simplemente fueron invadidas, con todos los males que esto conlleva. De lo que sí hemos sido testigos es que los programas que ha implementado el gobierno municipal en coordinación con Infonavit apenas han alcanzado unas 600 casas, una nada.
En suma: se construyó vivienda innecesaria muy rápidamente y las ganancias las tuvieron muy pocos: se suscitó el abandono de ellas dejando colonias fantasmas y con grandes problemas para los que ahí viven: cerca de la nada y olvidados por todos. Se invaden viviendas por lo que el proceso de rehabilitarlas y asignarlas de nuevo se vuelve problemático porque han sido tomadas por grupos delictivos.
Si hoy se habla de que en la ciudad hay 30 mil viviendas abandonadas ¡caray! ¡Ya se ocuparon otras veinte mil en los últimos tres años! Usted dígame: si de esas 111 mil viviendas que originalmente estaban abandonadas se han “ocupado” 80 mil sin programas oficiales de recuperación exitosos ¿Cuántas de ellas tendrán tomas clandestinas? Es decir, se roban el agua.
No importa si la JMAS depende del gobierno estatal o municipal, da lo mismo porque la crisis a final de cuentas nos va a encontrar a todos por igual. Fueron muy rápidos quienes llevaron a la ciudad a este punto a causa de la sobreproducción de vivienda y el gobierno ha sido muy lento para poner reglas claras para evitar que la historia se repita. Es más, las cosas están en un punto en el que los intereses particulares solapados están encontrando el camino para colocarnos en el mismo bucle. ¿Nota usted una relación entre la ocupación ilegal de viviendas y el aumento en la “pérdida” de agua? Por cierto ¿alguien tiene noticias del PDUS?