El Diario de Nuevo Casas Grandes
Es Janos el santuario del bisonte americano
De 23 ejemplares que llegaron a la Reserva del Rancho El Uno hace nueve años, hoy se cuenta con una manada de 180, rigurosamente protegidos
Janos.- A unos tres meses de cumplirse nueve años que una manada de 23 bisontes silvestres americanos (Bison Bison), procedentes de Dakota del
Sur, Estados Unidos, fuera introducida en el denominado Rancho El Uno, perteneciente a la Reserva Ecológica de la Biosfera de Janos, hoy en día, cuenta con 180 integrantes y sigue reproduciéndose exitosamente.
De hecho, los bisontes silvestres americanos provenientes del Parque Nacional Wind Cave, se introdujeron al rancho, que consta de una superficie de 18 mil 500 héctareas, de las cuales mil 600 estaban destinadas para estos animales, el 23 de noviembre del 2009 y debido a que una de las hembras llegó “cargada” el 13 de mayo del 2010 nació la primera cría a quien se “bautizó” con el nombre de la reserva: “Uno”.
En 2011 nacieron 15 crías, y en el 2012 otras nueve más, de tal suerte que al paso de los años la manada fue creciendo a 44 ejemplares (2013), posteriormente llegó a los 111 (2016), al grade que asegurado el éxito del proyecto inicial a la fecha el número se ubica en los 180 ejemplares. Hablar del rancho por si mismo, es hablar de una larga historia que data de al menos entre 80 y 100 años, señaló Pedro Calderón, actual administrador del lugar, y que se convirtió en rancho ganadero en manos de la familia Escobar hasta el 2004. El grupo de excursionistas compuesto por al menos unas 60 personas, entre ellas, escritores, historiadores, antropólogos, arqueólogos, entre otros, escuchan atentamente al administrador de la Reserva Ecológica El Uno.
Los visitantes, unos provenientes de ciudad Juárez, otros de la capital del Estado e incluso algunos de ciudades del estado norteamericano de Texas, aprovecharon la oportunidad para conocer, en su gran mayoría, por primera vez, la Reserva Ecológica Rancho El Uno.
La excursión a la Reserva Ecológica El Uno, fue auspiciada por el gobierno municipal como parte de las actividades para conmemorar el 301 aniversario de la refundación de Janos, generó un fuerte interés entre los visitantes, y vaya que no se fueron defraudados.
En marzo de 2005, en lo que se considera como una de las transacciones de compra de tierra más importantes realizadas por una organización no gubernamental, Pronatura Noreste, con apoyo de The Nature Conservancy, logró la adquisición de la propiedad cuya extensión es de 18 mil 500 hectáreas, enclavada en el corazón de los pastizales de Janos.
A partir de ese entonces, el objetivo principal del rancho, se ha dado en la conservación de pastizales y su biodiversidad mediante la enseñanza y aplicación de buenas prácticas de manejo ganadero (aunque en la actualidad, de acuerdo a su actual administrador no existe ganado vacuno), y de restauración del pastizal.
Funciona además como campo experimental para investigaciones de ecología y biología de vida silvestre, sus hábitat y la aplicación de herramientas de manejo de pastizales.
En el 2009 el área natural protegida denominada El Uno, se declara como Reserva de la Biosfera por el gobierno mexicano.
De acuerdo a información dada a conocer por el administrador del lugar, Pedro Calderón, en junio de este año (hace poco más de un mes), el Rancho El Uno dejó de ser propiedad de The Nature Conservancy y pasó a la organización civil denominada Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza A. C.
“De hecho, estamos en un periodo de transición”, apuntó Calderón, quien consideró como un aspecto positivo la nueva etapa que se ha iniciado en virtud de los fines para los cuales está destinado el lugar y las características del mismo.
Rancho el Uno, además es hogar del llamado “Perrito de la Pradera”, de la especie “cola negra”, la que cohabita, sin problema alguno, con la manada de bisontes, cuya raza, introducida en este sitio es calificada como “genéticamente pura”.
En la reserva también se encuentran otras especies como la víboras de cascabel, tortugas de cajón, gavilanes y coyotes, entre otra gran cantidad de aves, mamíferos y reptiles.
Concluida la charla introductoria, que incluyó, la autopresentación del personal que labora en el lugar (el administrador y dos especialistas más), y del grupo de visitantes se inició la excursión por los pastizales del rancho, no sin antes, los excursionistas, firmar un documento de exención de responsabilidad.
Minutos más tarde, se dio el avistamiento de la manada de bisontes.
A través de binoculares, el grupo, observó los animales que a lo lejos, pastaban en movimiento continuo.
Las advertencias del administrador Pedro Calderón fueron claras y precisas, en materia de seguridad, en virtud de que, justamente, los meses de agosto y septiembre son la época de apareamiento, situación que en determinadas circunstancias los llega a convertir altamente violentos.
Las “selfies” y fotos no se hicieron esperar, a pesar de la lejanía de la manada.
Tras varios minutos en el lugar, la marcha siguió a través del pastizal. Un pasajero chaparrón, refrescó momentáneamente el caluroso ambiente de al menos unos 37 grados centígrados, pero con una sensación térmica de varios grados más.
El convoy de vehículos frena, cuando de entre las incontables madrigueras se alcanzan a observar los “Perritos de la Pradera”.
Los celulares y las cámaras fotográficas entran en acción, entre exclamaciones de alegría y hasta de asombro de los excursionistas.
El camino serpentea por el terreno cuya textura cambia debido al pastizal, y lleva de regreso hacia el casco principal del Rancho, alejándose de la cercanía de los cerros, y sin que ninguno de los excursionistas tenga el menor indicio de que su deseo de “ver de cerquitas” la manada de bisontes será cumplido.
Y minutos más tarde sucede lo deseado.
El convoy se ha adelantado al natural camino de la manada y ahora el numeroso grupo de bisontes se dirige paso a paso en línea recta hacia donde se encuentran detenidos los vehículos, sin que parezca afectarles la intromisión en su territorio.
Levantan la cabeza, observan a su alrededor, pero siguen con su lento y constante caminar arrancando el pasto a su paso, mientras los excursionistas vuelven a accionar sus cámaras fotográficas y celulares.
La emoción del momento lleva a varios de los excursionistas a bajar de los vehículos imprudentemente olvidándose por completo, en la búsqueda de un ángulo perfecto para sus fotografías, de las instrucciones de seguridad, recibidas minutos antes.
Sin embargo, el administrador del lugar, se mantiene alerta y obliga a los visitantes a regresar a la seguridad de los vehículos y más tarde al caso principal del rancho para dar así por concluida la visita.