El Economista (México) - Estrategias
El inversionista pasivo no existe
LA FRONTERA ENTRE PRODUCTOS ACTIVOS y productos pasivos es cada vez más difusa y los gestores la cruzan alegremente de un lado para otro. Para el inversionista puede suponer un problema en la medida en que no tiene la capacidad de discernir con claridad qué producto es puramente pasivo y qué producto es realmente activo. En este aspecto los reguladores harían bien en desenmascarar a los fondos llamados closet indexers, es decir, fondos que se limitan a replicar a un determinado índice, pero cobrando como si estuvieran realizando una gestión activa. En algún país, incluso, las autoridades obligan a los fondos a calcular y a publicar lo que se conoce como el active share, que es una medida de lo activo que es el fondo en la gestión de su portafolio o, para ser más exacto, lo distinto que es el portafolio del fondo comparado con el portafolio del índice.
Evidentemente, es importante que el inversionista sepa perfectamente en qué terreno está jugando. Otro problema es la polarización extrema entre la gestión activa y la gestión activa. Parece que uno no puede ser otra cosa que, o bien un inversionista activo o bien un inversionista pasivo, como si no existiera espacio entre ambas posiciones.
Lo más natural, y hasta cierto punto lo más recomendable, es combinar gestión activa y gestión pasiva. ¿Por qué? Simplemente porque hay determinadas categorías en las que los productos pasivos obtienen sistemáticamente mejores resultados que la media de la categoría. Pertenecen a categorías en las que es más difícil que en otras batir al índice de referencia. Y eso tiene una consecuencia importante a la hora de construir un portafolio: si uno no tiene una gran convicción en un determinado gestor para cubrir una determinada para parte de ese portafolio (ya sea de renta variable o de renta fija) entonces lo más lógico es elegir un producto de gestión pasiva con bajos costes (no olvide que el factor que más va a influir en la rentabilidad futura de un producto son precisamente sus costes). Por el contrario, si uno tiene la fuerte convicción de que un gestor de un determinado tipo de activo lo va a hacer mejor que el mercado o, por lo menos, mejor que la media de su categoría, entonces tiene sentido apostar por ese gestor activo.
Por último, hay que entender que, aunque haya productos pasivos y productos activos, el inversionista nunca podrá ser y nunca será pasivo. Siempre tendrá que tomar decisiones, aunque la decisión sea la de no estar invertido. Siempre tendrá que elegir su perfil de riesgo, y dentro de ese perfil de riesgo, siempre tendrá que tomar decisiones de distribución de activos: ¿qué peso le dedico a las acciones?, ¿qué importancia hay que dar a los mercados emergentes? Cada inversionista tendrá sus propias respuestas, pero lo que está claro es que el inversionista pasivo no existe.