El Economista (México) - Estrategias
EMOCIONES QUE MUEVEN PATRIMONIO
EN MUCHAS SITUACIONES DE NUESTRA ECONOMÍA COTIDIANA LAS EMOCIONES PUEDEN LLEVAR A DISTORSIONES SISTEMÁTICAS DEL PROCESO DE DECISIÓN
Cuando se trata de ahorrar, gastar e invertir, no somos esos racionales y fulminantes calculadores de utilidades que pueblan los modelos matemáticos de los libros de economía. Es más, el ordenador personal que llevamos de paseo entre las orejas tiene un procesador muy lento, poca memoria y más gusanos de los que estamos dispuestos a admitir. Como si no bastara, en la vida diaria sentimos alegría, miedo, ira, celos, envidia, disgusto y muchos otros sentimientos que condicionan nuestras decisiones de manera muy poco calculada.
Los estados afectivos, por lo general inconscientes (o subliminales), pueden contribuir, en consecuencia, a orientarnos hacia las elecciones ventajosas y a protegernos de acciones desastrosas.
El conocimiento en frío y del todo consciente de nuestras preferencias y de los criterios que las regulan no parece suficiente para hacer lo correcto, si esto no está también acompañado por un sentimiento o marcador de la racionalidad. Para decirlo con Damasio, es como si los “frágiles instrumentos de la racionalidad tuvieran necesidad de una asistencia especial”. Para que la “razón pura” ponga en ejecución sus planes, es preciso un mecanismo visceral, un “marcador somático” que la asista.
En algunas circunstancias, los mecanismos automáticos de las emociones son indispensables para un comportamiento racional, sobre todo en la esfera social. En otras, pueden ser perjudiciales, interfiriendo en los procesos cognitivos y generando de hecho una irracionalidad que puede manifestarse de manera sistemática. Es decir, emociones y estados afectivos pueden ser a la vez benéficos y perjudiciales para nuestra racionalidad.
Emociones y contenido de la decisión se combinan de manera virtuosa sólo en los casos específicos en que se orientan en la misma dirección. Cuando el contenido de la decisión y la emoción están disociados, las respuestas afectivas viscerales pueden ser un gran impedimento para la maximización de nuestro bienestar.
“La vida es corta, la juventud es finita y las oportunidades no tienen fin”.
Justin Rosenstein