El Economista (México) - Estrategias
Construir un portafolio
El ejercicio de combinar distintos fondos de inversión para conseguir un portafolio que responda a los criterios que se haya fijado el inversionista es sin duda más importante que la elección de los fondos que componen ese portafolio. Antes de empezar esta tarea es fundamental tener en cuenta algunos conceptos en cuanto a la construcción de un portafolio de fondos.
El primero de ellos ese portafolio siempre debe responder a un objetivo predeterminado en función de un determinado periodo temporal. Luego, es de sobra conocido que cuanto mayor sea el horizonte de inversión mayor debe ser el porcentaje invertido en renta variable frente a la renta fija; pero también se olvida con demasiada frecuencia que un portafolio de inversión debe ser dinámico y necesariamente variar a medida que uno se acerca a su objetivo de inversión.
Una vez definido el objetivo de inversión y los porcentajes a invertir en acciones y obligaciones, queda por resolver la cuestión de por dónde empezar el portafolio. En este punto, es importante entender que no todos los fondos pueden desempeñar el mismo papel. Podemos distinguir tres grandes grupos de fondos. Un primer grupo estaría formado por lo que podríamos denominar los “fondos base”. Éstos deben constituir el grueso del portafolio y, por ello, deben proporcionarle cierta estabilidad. Los fondos base pueden ser tanto de renta variable como de renta fija.
Si nos centramos en los fondos de acciones, lo lógico es que los fondos base sean fondos de gran capitalización (con ellos uno consigue una exposición al mercado en su conjunto). También es conveniente elegir fondos que estén adecuadamente diversificados tanto por región como por sector. Respecto a los fondos de renta fija, como lo que queremos es que los fondos base den una cierta estabilidad al portafolio, lo lógico es elegir fondos de renta fija evitando cualquier exposición a divisas y sin asumir un riesgo excesivo en cuanto a la duración. También conviene seleccionar fondos con comisiones anuales de gestión inferiores a la media de sus categorías.
Una vez formada la estructura del portafolio con los fondos base, uno puede complementarla con fondos que podríamos denominar “soporte”. Estos tienen como objetivo dar diversificación y al armazón de la cartera compuesto por los fondos base. Incluso, pueden ayudar a disminuir la volatilidad de dicha cartera. Dentro de esta clase de fondos podemos, por ejemplo, incluir a los fondos de mediana o pequeña capitalización en lo que a fondos de renta variable se refiere y a los fondos de renta fija corporativa en lo referente a los fondos de renta fija.
Por último, uno puede terminar de constituir su portafolio con algún que otro fondo susceptible de proporcionar una punta de rentabilidad, pero sin asumir un riesgo excesivo que pondría en peligro la consecución del objetivo principal. Por eso estos fondos “especiales” siempre deben representar una parte marginal de la cartera (no más de 10%).