El Economista (México) - Estrategias
José Carlos Femat y Rodolfo Salazar-Los datos de empleo y el crecimiento económico.
El Banco Mundial señala que “para reducir la pobreza y garantizar la prosperidad compartida, se necesita que el crecimiento genere mayor cantidad de empleos y que éstos sean de mejor calidad y más inclusivos, ya que constituyen el camino más seguro para salir de la pobreza”. Existe una relación directa entre crecimiento económico y generación de empleos, por lo que a partir de ello realizaremos una breve reflexión en relación a los datos de empleo correspondientes al mes de mayo pasado y la tendencia que se ha registrado en la economía mexicana en los primeros meses del actual gobierno .
GENERACIóN DE EMPLEOS E INFORMALIDAD LABORAL
Los datos de creación de empleos, para el mes de mayo del 2019, dados a conocer por el IMSS, revelan que hubo una caída de 88.2%, comparada con el mismo periodo del 2018. Lo anterior denota la desaceleración en la creación de empleos como producto de un menor dinamismo de la actividad económica.
Es importante mencionar que en los primeros cinco meses del año se ha registrado una caída en el empleo principalmente en los estados del sur del país, así como en Ciudad de México, en tanto que entidades como Jalisco, Nuevo León y Querétaro se han consolidado como las tres principales generadoras de empleos formales.
Indudablemente que la generación de empleos formales es lo que mejor explica los resultados del crecimiento de la economía, ya que le da al trabajador no sólo una percepción salarial, sino que también le proporciona atención a la salud para el trabajador y su familia, una pensión o jubilación, así como, prestaciones para vivienda.
Por ello, querer incorporar en los registros de generación de empleos formales a las 609,399 personas vinculadas al Programa Jóvenes Construyendo el Futuro es incongruente y contradictorio con los postulados básicos de la ciencia económica que señalan que el empleo formal es fundamental para detonar el crecimiento económico.
Hasta el cierre del año 2018 la tasa de informalidad laboral y la tasa de desocupación abierta había observado una tendencia descendente a lo largo de los últimos seis años. Sin embargo, en los tres primeros meses del 2019, ambas han tendido a repuntar, lo que indica que existe una caída en el ritmo de las contrataciones formales, aumentando la precarización de los empleos generados y, en consecuencia, un incremento en la informalidad de la economía.
De acuerdo al documento denominado “La informalidad en América Latina y el Caribe: ¿Por qué persiste y cómo superarla?” de la OIT, “hay un vínculo entre la informalidad, el desempeño de los mercados laborales, la desigualdad y la gobernabilidad democrática, por lo que el reto debe enfrentarse como una de las altas prioridades de la política pública en los países de la región”.
En ese sentido, el problema de la informalidad no es minúsculo. Es una de las características más persistentes, negativas y preocupantes del mercado laboral mexicano. Se estima que casi dos terceras partes de los 54.2 millones de trabajadores en el país trabajan en la informalidad, esto es 30.8 millones de personas, ello a partir de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, al primer trimestre del 2019.
Es muy explícito que la informalidad no contribuye a las finanzas públicas, al no aportar en la captación de impuestos y, en consecuencia, esa gran masa de trabajadores no aporta a la redistribución de los ingresos a través de programas sociales que promueven el bienestar social, como ha sido uno de los objetivos de la presente administración, llegando precisamente al otro punto crítico, el equilibrio de las finanzas públicas, ante un entorno recesivo a nivel internacional y de lento crecimiento económico a nivel interno.
LOS RIEGOS LATENTES
Parecería entonces que ante las decisiones que ha tomado el nuevo gobierno, se ha generado desconfianza entre los inversionistas y, adicionalmente, se opta por sostener perspectivas económicas “optimistas”, cuando la realidad está indicando que cada día sería más difícil alcanzar la meta de crecimiento de 4% anual, en promedio.
No olvidemos que la relativa estabilidad en el tipo de cambio del peso frente al dólar se debe en buena medida a lo atractivo que todavía resulta para los inversionistas extranjeros tener su dinero invertido en México, debido al gran diferencial de rendimientos entre las tasas de interés que ofrece México en relación a la vigente en los Estados Unidos.
En el plano externo, recientemente la Reserva Federal estadunidense (FED) reforzó la expectativa prevaleciente en los mercados con respecto a una reducción en el costo del dinero, la cual se tiene prevista para finales de julio, todo ello ante la perspectiva de un entorno recesivo. En el plano interno, Banxico ha mantenido una tasa de interés alta para reducir la demanda agregada, desincentivando la inversión y en consecuencia generando menos empleos. Entonces prevalece la duda. ¿Apostamos por la generación de empleos formales mediante acciones que generen certeza en las inversiones o continuamos generando empleos informales que justifiquen los programas sociales?