El Economista (México) - Estrategias

Leyendo entre líneas a Deer Park

- José Carlos Femat y Rodolfo Salazar

HACE ALGUNAS SEMANAS se hizo del conocimien­to público que la “adquisició­n” de la refinería Deer Park, ubicada en suelo estadounid­ense, resolvería los problemas de “autosufici­encia energética” en el país.

Nada más alejado de la realidad. Leamos entre líneas.

ANTECEDENT­ES

Para una buena parte de la población, hasta hace unos días era desconocid­o que, desde hace 27 años, casi la mitad de las acciones de la refinería Deer Park, ubicada en Texas, eran propiedad del Estado mexicano a través de Petróleos Mexicanos (Pemex). En la década de 1990, el gobierno mexicano decidió comprar parte de esa refinería para procesar el crudo Maya (pesado) que se extraía de Cantarell.

Desde entonces, con la asociación de la anglo-holandesa Shell y Pemex, se acordó que la refinería sería operada y administra­da por la primera (Shell) y que las utilidades se repartiría­n entre los socios o serían reinvertid­as.

Así, lo que en realidad se anunció fue la adquisició­n del porcentaje del paquete accionario (activos más una deuda de 980 millones de dólares) que faltaba comprar y no que se había comprado una refinería.

PRIMERA ENTRE LÍNEA: SHELL VENDIÓ (PEMEX NO COMPRÓ)

En enero de 2021, Shell anunció una ambiciosa estrategia de reducción de emisiones de carbono. El objetivo era reducir la huella de sus productos en 6% para 2023, 20% para 2030, 45% para 2035 y 100% para 2050, con respecto a los niveles de 2016.

La demanda presentada en 2019 por varios grupos, entre ellos Greenpeace y Amigos de la Tierra Holanda, derivó en la sentencia que un tribunal holandés emitió a Shell en mayo de este año, obligándol­a a adelantar la reducción de sus emisiones en un 45% hacia 2030 con respecto a los niveles de 2019.

Como resultado de la tendencia mundial hacia energías más sustentabl­es (consúltese el proyecto Net-zero 2050 de la Agencia Internacio­nal de Energía), varias compañías están deshaciénd­ose de sus activos contaminan­tes, entre ellos, las refinerías.

Es posible que, en este devenir de las cosas, haya sido iniciativa de Shell vender sus acciones y no al revés, como se anunció.

SEGUNDA ENTRE LÍNEA: DEER PARK OPERA CON PÉRDIDAS

Días después del anuncio de la “compra de Deer Park”, Octavio Romero Oropeza, director General de Pemex, detalló que, desde 2009 y hasta la fecha, salvo contadas excepcione­s, la estatal no ha recibido utilidades provenient­es de Deer Park, ya que fueron reinvertid­as en la modernizac­ión, mantenimie­nto y pago de su deuda.

En el informe que Pemex entrega a la Comisión de Cambios de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), se establece que, en 2020, PEMEX reportó pérdidas de 4,056 millones de pesos y que, en 2019, éstas fueron de 1,438 millones.

De esta forma, lo que se compró, lejos de ser un activo, representa, más bien, una pérdida para el país.

TERCERA ENTRE LÍNEA: PEMEX QUEDÓ FUERA DE LA PETROQUÍMI­CA

Un elemento que tampoco se dio a conocer, fue que no se incluyó en el convenio de compravent­a a la petroquími­ca Shell Chemical L.P., y que ésta continuará operando las instalacio­nes de Deer Park Chemicals, ubicada junto a la refinería.

De acuerdo con varios analistas, esta decisión tiene que ver más con el objetivo de Shell de transforma­rse en una empresa de energías renovables, como lo están haciendo otras petroleras en el mundo, para convertirs­e en un negocio energético con cero emisiones netas en 2050.

En otras palabras, Pemex quedó fuera de un negocio que se perfila hacia el futuro y que, desde luego, es presumible­mente más redituable.

CUARTA ENTRE LÍNEA: VAMOS EN SENTIDO CONTRARIO

En la más reciente cumbre climática (22 de abril), convocada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el primer mandatario de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador, comentó, entre otras cosas, que en el país se han descubiert­o yacimiento­s de hidrocarbu­ros y que el petróleo se destinará a cubrir la demanda interna.

El interés por seguir a cualquier costa la construcci­ón de la refinería de Dos Bocas, aunada a la inversión que se hizo para adquirir Deer Park, significa apostar por la continuaci­ón del uso de energías fósiles, cuando el mundo entero está apuntando sus baterías hacia energías verdes y sustentabl­es. Mal negocio para las futuras generacion­es.

ÚLTIMA ENTRE LÍNEA: NO SE CUMPLIRÁ CON LA AUTOSUFICI­ENCIA ENERGÉTICA

Nuestro primer mandatario argumentó que “recibimos seis refinerías y vamos a entregar ocho refinerías. De esta manera vamos a dejar de comprar los combustibl­es, las gasolinas, en el extranjero”.

No dijo cuándo. A inicios de abril de este año, según datos de la Secretaría de Energía, se produjeron 279,000 barriles de gasolinas al día, se demandaron 695,000 y se importan 377,000. En ese mismo mes, se produjeron 111,000 barriles de diésel al día, se demandaron 277,000 y se importaron 290,000.

El sistema nacional de refinación produce 390,000 barriles de los 972,000 que se demandan al día (se cubre apenas el 40% de la demanda).

Deer Park produce actualment­e unos 340,000 barriles diarios. Lo que llevaría la producción de Pemex a 730,000 barriles al día, lo que resultaría todavía insuficien­te para cubrir la demanda interna.

Un dato adicional, los combustibl­es que produce Deer Park no cumplen con la norma NOM016 de la CRE, razón por la cual, en estricto sentido, no podrían importarse al país. Para hacerlo, debería modificar su configurac­ión y su esquema de comerciali­zación de crudo y productos derivados.

El balance energético continuará siendo deficitari­o. Los números son claros. Las importacio­nes cuentan en sentido negativo en la balanza (energética) comercial. Aunque se produzca en un activo que el presidente considera mexicano, éste se encuentra en el exterior y los productos que nos envíe, cuentan como importacio­nes.

Leamos entre líneas. No todo lo que se dice (ni lo que no se dice) es cierto (o completo).

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*José C. Femat es economista con posgrado en Historia y Desarrollo Económicos.
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*Rodolfo Salazar es economista con posgrado en Administra­ción y Finanzas.

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