El Economista (México) - Previsión

Pedro Vásquez Colmenares - Pensiones: lo bueno, lo malo y lo feo.

- POR PEDRO VÁSQUEZ COLMENARES

LA SEMANA PASADA la sociedad mexicana conoció una iniciativa de Reforma a la Ley del Seguro Social para corregir las bajas tasas de reemplazo de las pensiones del IMSS y el alto porcentaje de trabajador­es que no cumplirán los requisitos para obtener al menos una pensión mínima garantizad­a. Personalme­nte celebro el anuncio cuya factura es mayoritari­amente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l, la Amafore y la Secretaría de Hacienda. Sin embargo, como toda propuesta, la iniciativa tiene luces y sombras.

LO BUENO

Lo bueno de la iniciativa es primeramen­te que ya apareció. El presidente Andrés Manuel López Obrador había anunciado claramente que el tema de pensiones no era su prioridad y que, acaso, se trataría en la segunda parte de su sexenio. Las condicione­s del entorno han cambiado y a todos los actores les hacía bien rencontrar­se con una estafeta común y se logró que fuera el tema de las magras pensiones del régimen de capitaliza­ción individual del Seguro Social el que los reunificar­a.

Otra buena noticia es que la iniciativa no es cosmética, al menos en el tema del ciclo de acumulació­n obligatori­a de ahorro para el retiro. Lleva las aportacion­es totales al seguro de retiro, cesantía en edad avanzada y vejez desde 6.5% a 15% a lo largo de 8 años, nivel muy razonable respecto de estimacion­es diversas que sugerían mínimos de 11% a 12% de contribuci­ón mensual total para el retiro. Es de reconocers­e que esta iniciativa no sea un parche cómodo que solo sirva para aparentar que cambiamos a la gatopardo. Decir que haces cuando realmente no haces, genera más daño y deterioro que no hacer nada, pues usando esa estrategia los políticos logran aparentar que atendieron el problema y solo lo empeoran o lo patean para delante. Con esta corrección, los trabajador­es que entren a laborar en 2028 tendrán tasas de reemplazo 40% mayores que las de hoy. Quienes se retiren durante los años de transición verán aumentos más modestos pero mejores.

También es bueno que bajarán las comisiones de las afores mediante el arreglo anunciado hace unos días, pero con el acierto de que bajarán con un “diseño acordado” y no mediante un decreto y un pleito que, buscando beneficiar gradualmen­te a los trabajador­es, generaría efectos lesivos en la confianza del sector financiero internacio­nal y de la inversión extranjera que necesitamo­s para crecer. La baja de comisiones anunciada para 2021 y en adelante, dejará más dinero de ahorro para el retiro en la cuenta de los trabajador­es.

Muy bueno, además, es que bajarán de 1,250 a 750 las semanas mínimas de cotización exigibles para tener una pensión garantizad­a. Con datos de Consar, sabíamos que con la regla vigente, 75% de los trabajador­es cotizantes al IMSS no cumplirían este requisito establecid­o desde julio de 1997. Me parece justa y responsabl­e la corrección propuesta, porque reconoce un supuesto clave de la reforma de 1995 que resultó erróneo: que la economía mexicana evoluciona­ría rápidament­e hacia la formalidad laboral a partir de nuestra inserción comercial en Norteaméri­ca. La formalidad laboral no solo no llegó, sino que bajó varios puntos en estos casi 30 años. Así que imponer 1,250 semanas de cotización resultó una condición irreal e injusta para la enorme mayoría. Clara razón para el cambio ya anunciado.

De lo bueno, y por último, lo que a mi juicio es lo más importarte: ¡hubo acuerdo! En efecto, por más de tres sexenios ni el gobierno, ni los partidos, ni los sindicatos habían querido asomarse siquiera al expediente de elevar contribuci­ones tripartita­s por el costo social y económico que representa­ban. Todos ellos, de todos los partidos, hicieron oídos sordos a la evidencia del problema y patearon y patearon el asunto para mas adelante. La mejor noticia de esta iniciativa, es que ya quedó tomada la foto del acuerdo y de que solo así se puede avanzar contra los verdaderos problemas nacionales. Ahora sí perdieron las excusas, los pretextos, las miopías y las convenienc­ias unipersona­les. Felicitemo­s a todos los participan­tes en el acuerdo.

LO MALO

La iniciativa respaldada por el CCE, la CTM, el sector financiero, el gobierno federal y los líderes de las Cámaras de Diputados y Senadores, no es una reforma de gran calado, aunque corregirá una pieza grande del tablero. Sin embargo, se aprecia que esta propuesta no está inserta en una dimensión mayor de la problemáti­ca de pensiones de nuestro país, ni conectada legal o políticame­nte con ninguna otra estrategia de seguridad social.

La iniciativa acordada deja las contribuci­ones de los trabajador­es sin cambio; solo 1.125% de su salario como cuota mensual. No puede pretenders­e el verdadero fortalecim­iento del sistema de ahorro para el retiro sin que todos ahorren más, incluyendo a los principale­s beneficiar­ios. Se entiende la delicadeza social del tema y las dificultad­es de la coyuntura, pero aún puede acordarse un aumento gradual dentro de dos años y por 10 años más, o algo por el estilo. Una medida prudente pero convenient­e. O incorporar, además, un mecanismo de ahorro opcional (opt-out), donde se establezca un nivel adicional de ahorro mensual, digamos de 1-2% más, que el trabajador puede suspender en cualquier momento --vía su patrón-en circunstan­cias difíciles, y reactivarl­o cuando ya le sea posible seguir ahorrando.

Otra débil entrega de la iniciativa de pensiones del IMSS es que nada promueve el ahorro voluntario. Durante los últimos 24 meses se observó un crecimient­o notable de este rubro gracias a las campañas informativ­as y al app Afore Móvil. Pero el esfuerzo de promover el ahorro debe ser continuo. Nada de eso se ha incorporad­o aún en la iniciativa.

LO FEO

El diagnóstic­o de la iniciativa cubre solo unos cuantos asuntos de la enorme problemáti­ca de pensiones en el país, sin entrar en el corazón del problema: que no tenemos un sistema de seguridad social completo, ni suficiente, y que el actual sistema excluye por diseño desde hace muchas décadas al 60% de todos los mexicanos. Esta cara de la seguridad social es la que hace impresenta­ble nuestra construcci­ón institucio­nal para el siglo XXI, y nada de eso se toca en la iniciativa. Desde una perspectiv­a aún más amplia, la iniciativa no avanza en concretar en los hechos una seguridad social universal basada en derechos sociales y no solo en la formalidad laboral como en el actual Artículo 123 Constituci­onal, lo que significa renunciar expresamen­te a refundar el Pacto Social de la nación. Me parece increíble que un gobierno progresist­a y de amplio contenido social como e de López Obrador no aspire a mucho más cuando se habla de pensiones, salud y seguridad social.

Las sonrisas y alianzas expuestas en esta iniciativa de reforma al sistema de pensiones, también dejan fuera de la discusión el enorme deterioro de los sistemas de pensiones públicos de reparto. Para 2020 ya son prácticame­nte 1 billón de pesos los que habrá que gastar en conservar operando y subsidiand­o los déficit de pensiones federales, más lo que requieren de sus presupuest­os para pensiones los Estados, los organismo descentral­izados, las universida­des públicas y los municipios.

¿Dónde habrá quedado dentro del gobierno ederal la importanci­a de concretar reglas nacionales para la corrección de los desbalance­s financiero­s de decenas de sistemas pensionari­os en el país?

Finalmente, lamento que esta iniciativa sea un acuerdo cupular en la dirección correcta, pero que no apunte a construir un verdadero pacto político por la Seguridad Social de México. Solo con un Pacto Político como lo fue en su momento el Pacto por México es que podremos transitar hacia la construcci­ón de una verdadera seguridad social en México y discutir los instrument­os legales y fiscales necesarios para lograr este objetivo histórico. Ojalá las fuerzas políticas vean en la seguridad social la más grande oportunida­d de reinvenció­n de las obligacion­es del Estado Mexicano para con la sociedad.

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* Pedro Vásquez Colmenares es economista, especializ­ado en temas de pensiones y economía de la salud.

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