El Economista (México) - Reporte Especial
Educación superior, cimiento y pilar que requieren cuidados
Sin educación de calidad, los países tercermundistas, entre ellos México, no tendrán la masa crítica de jóvenes emprendedores que podrían solucionar los problemas sociales y económicos
Desde la segunda mitad del siglo XX, son pocos los países que han logrado una transición exitosa de ser países “en vías de desarrollo” a países “en desarrollo”, como Singapur, Corea o Israel. Y en todos estos casos, el principal factor que hizo la diferencia en esta transición fue el énfasis y la inversión pública en educación en general y en educación superior en particular. ¿Por qué es tan fundamental la educación en el desarrollo económico de los países, especialmente aquellos del tercer mundo? Primero, es necesario definir la educación de calidad como algo mucho más integral que la simple transmisión de conocimientos básicos, como lectoescritura o matemáticas, y más bien como el desarrollo de competencias y habilidades de metas académicas (por ejemplo, creatividad, resolución de problemas, trabajo en equipo) que constituyen los tabiques que permitirán la innovación y el emprendimiento. Sin una educación moderna y de calidad, los países tercermundistas, y entre ellos el nuestro, no tendrán la masa crítica de jóvenes emprendedores que desarrollarán las soluciones a nuestros más apremiantes problemas sociales y económicos. Segundo, una educación moderna y basada en evidencia, desarrolla competencias de pensamiento crítico, de autorregulación y de análisis, que nos permiten tomar decisiones informadas como sociedad y elegir gobernantes que promuevan la democracia y el desarrollo social justo y sostenible. ¿En dónde se encuentra México frente a estas premisas bási- cas? Desafortunadamente, estamos muy alejados. La reforma educativa que se promulgó a principios de este sexenio, a pesar de ser un paso en la dirección correcta para la mejora de la educación, se quedó muy corta en alcanzar estos objetivos. Tanto de manera conceptual, como en su implementación, no logró transformar el sistema educativo nacional para posicionarlo en el desarrollo de estas nuevas generaciones de emprendedores. No sólo eso, en algunos sectores, tanto del magisterio como entre muchos padres de familia, sigue una importante resistencia incluso a los cambios básicos que la reforma propone, y que deberían ser tan sólo el principio de una transición a modelos de calidad. La situación no es mejor en la educación superior nacional. Las universidad públicas —primera entre ellas, la UNAM— están saturadas,
¿Cómo piensa (quien gane las elecciones) formar al recurso humano que será necesario para la transformación de México a una economía desarrollada?”. Moisés Salinas Fleitman, rector de la Universidad ORT México.