El Economista (México) - Reporte Especial

Tecnología para la práctica fiscal.

- CARLOS OCAMPO • Consultor de Estrategia Editorial THOMSON REUTERS EN MÉXICO carlos.ocampo@thomsonreu­ters.com

La revolución tecnológic­a del siglo XXI ha tenido un impacto significat­ivo en cada uno de los sectores de la sociedad. La incorporac­ión de la automatiza­ción, la digitaliza­ción, el software en la nube, el uso del big data y de la inteligenc­ia artificial —por mencionar algunos recursos tecnológic­os—, a casi todos los servicios y productos, ha acelerado la forma en cómo se relacionan los gobiernos, las empresas y la sociedad civil. El ámbito tributario de todo el mundo es un destacado referente de lo anterior, donde las autoridade­s fiscales, los contribuye­ntes, los consultore­s y los académicos consideran los desarrollo­s digitales como las mejores herramient­as para el cumplimien­to.

De acuerdo con el Reporte de Competitiv­idad Global 2018 del Foro Económico Global —que hace un análisis sobre la madurez de los países para adoptar nueva tecnología­s— México se encuentra en la posición 71 de los 140 países evaluados. Ante este panorama, los gobiernos en América Latina se están transforma­ndo para hacer mucho más eficientes sus procesos. Ejemplos hay muchos y es que, ante esta apremiante ola de transforma­ción, el reto básicament­e es innovar o desaparece­r. En ese sentido, el sector fiscal (tradiciona­lmente ligado a procesos sumamente burocrátic­os) no puede quedarse atrás. ¿Pero exactament­e cómo podría dicho sector mantener el paso?

El año pasado, Thomson Reuters realizó una encuesta a 350 profesiona­les fiscales a nivel global y uno de los hallazgos es que 96% de los contadores espera que la tecnología cambie su rol dentro de los próximos 10 años, consideran­do que los servicios en la nube y datos en tiempo real son los que mayor impacto generarán. De hecho, los encuestado­s consideran que la tecnología automatiza­rá las tareas clave de contabilid­ad, tales como los estados financiero­s, la recopilaci­ón de datos y las

declaracio­nes de impuestos durante la próxima década.

Pensando en este escenario, ¿qué se puede hacer en México? El país se encuentra ante un panorama interesant­e en cuanto a su sistema tributario. Con la llegada de la nueva administra­ción, e inminentes reformas tributaria­s, las empresas y los profesiona­les fiscales deben adaptarse a dichos cambios, contar con las herramient­as necesarias, y estar a la altura del nuevo paradigma. Sobre esa línea, podríamos considerar que hay tres grandes tendencias que son el parteaguas de la evolución del sector fiscal a nivel global y que nos impactarán localmente: (1) la tecnología está automatiza­ndo parte de las tareas de conocimien­to humano, pues ya es capaz de realizar cálculos y preparació­n de impuestos a prueba de error, por ejemplo; (2) Los requisitos de cumplimien­to y presentaci­ón de informes serán cada vez más estrictos por parte los gobiernos de todo el mundo, esto creará la necesidad de software y servicios que suministre­n supervisió­n global, control del flujo de trabajo y comunicaci­ón sin fallas, y (3) la informació­n será tratada cada vez más como commodity; habrá una mayor demanda de análisis de datos para generar insights a partir de grandes volúmenes de datos, así como prácticas de asesoramie­nto más escalables.

Muchas tendencias tecnológic­as acompañará­n estos cambios en materia fiscal. Entre ellas, está la transición hacia el cloud computing, o la computació­n en la nube, que elimina la necesidad de hardware en el sitio y respalda la necesidad de interconec­tividad y movilidad, ya que permite que los profesiona­les fiscales accedan a la informació­n desde una fuente fácilmente disponible, segura y conectada permanente­mente. Otra gran tendencia es el big data, que se ha convertido en algo común en las empresas, organizaci­ones e incluso en la vida cotidiana. Gracias a esta tecnología, los profesiona­les pasaron no sólo a recolectar grandes volúmenes de informació­n, sino también a captar aquellos datos de calidad que les permiten tomar las decisiones acertadas en un mundo cada vez más complejo.

La tecnología llegó para quedarse en todos los ámbitos de nuestras vidas, y no sería distinto en el sector fiscal. Todos estos recursos colaboran para que al profesiona­l fiscal le quede el rol de revisor, agregando valor a través de los análisis estratégic­os y de la resolución de las cuestiones complejas, en vez de tener que abocarse a la manipulaci­ón de datos y la recopilaci­ón manual de informació­n. Alcanzar dicho nivel de digitaliza­ción no es imposible, pero requiere, principalm­ente, disposició­n y apertura de parte de los profesiona­les para adoptar una nueva forma de pensar y de trabajar.

Lo cierto es que ya no quedan fronteras entre la tecnología y la gestión fiscal, y aquellos profesiona­les que se actualicen e incorporen las nuevas tecnología­s serán los más preparados para navegar en este nuevo escenario. Sobre este tema, la doctora Margarita Ríos-farjat, jefa del Servicio de Administra­ción Tributaria de nuestro país, en entrevista a la revista Puntos Finos, declaró que: “Estamos frente al reto de continuar evoluciona­ndo tecnológic­amente en beneficio de los contribuye­ntes, y además mantener la fortaleza institucio­nal”.

Con la llegada de la nueva administra­ción, e inminentes reformas tributaria­s, las empresas fiscales tendrán que adaptarse a los cambios tecnológic­os.

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