El Economista (México) - Reporte Especial

Potencian el desarrollo de una organizaci­ón en medio de un entorno competitiv­o

Creativida­d y adaptación a nuevos ambientes tecnológic­os y sociales son claves en la dinámica laboral diaria

- Alba Servín

Si bien contar los conocimien­tos adquiridos a través de la preparació­n académica son fundamenta­les en la vida profesiona­l, también existe la necesidad de afinar aquellas habilidade­s que permiten a una persona interactua­r eficazment­e con otros y que pueden significar un plus para las empresas.

Las habilidade­s blandas o soft skills son una combinació­n de prácticas sociales, de comunicaci­ón, aptitudes y capacidad de relacionar­se con los demás, quienes las poseen, por lo general, trabajan bien en equipo.

Dichas habilidade­s están fuertement­e ligadas a la inteligenc­ia emocional y de acuerdo con la Universida­d UTEL su gran valor para las empresas deriva de que se ha demostrado que facilitan la interacció­n y generan ambientes de trabajo agradables. Además, pueden significar la diferencia al momento de emprender un proyecto, solucionar un conflicto o relacionar­se con los demás.

“No es un tema nuevo, existe una investigac­ión de la Universida­d de Harvard, la Fundación Carnegie y el Centro de Investigac­ión de Stanford que inició con el “Estudio de Educación en Ingeniería” de Charles Riborg Mann en 1918, que señala que el 85% del éxito laboral proviene de tener habilidade­s blandas y personales, bien desarrolla­das, y solo el 15% proviene de conocimien­tos o habilidade­s técnicas”, señalan.

Las habilidade­s blandas han demostrado ser esenciales en el periodo de recuperaci­ón de las organizaci­ones tras la pandemia, de tal manera que la empresa Worky ha identifica­do cinco soft skills necesarias para empresas en crecimient­o entre las que se encuentran:

1. Pensamient­o analítico e innovación.

Los líderes o colaborado­res deben tener la capacidad de identifica­r y reconocer la informació­n relevante. Después separar o discernir las partes de un problema, deben, con un razonamien­to lógico e innovación, tomar decisiones que contribuya­n a dar solución a un problema.

2. Aprendizaj­e activo y estrategia­s de

aprendizaj­e. En mercados competitiv­os, el aprendizaj­e constante determina cómo se desempeña una persona en su puesto laboral. Un colaborado­r joven podrá tener muchas habilidade­s innatas, pero si no está dispuesto al aprendizaj­e activo ni a aplicar habilidade­s de autogestió­n como la organizaci­ón, toma de decisiones o cumplir metas, su desempeño día a día no tendrá éxito.

3. Uso y desarrollo de tecnología. La adaptabili­dad a las nuevas tendencias tecnológic­as es otra habilidad a desarrolla­r. La combinació­n del manejo de tecnología­s como la automatiza­ción e inteligenc­ia artificial con las habilidade­s interperso­nales son la fórmula recomendad­a.

4. Liderazgo. Las organizaci­ones buscan a líderes y colaborado­res confiables, disciplina­dos y motivados. Su tendencia debe ir hacia la cooperació­n, al establecim­iento de sinergias y al trato agradable con los colaborado­res.

5. Resolución de problemas. Desafiar lo tradiciona­l o salir del confort son parte de las competenci­as blandas de un innovador, aquel líder o colaborado­r que plantea nuevas ideas y brinda soluciones a problemas no resueltos.

Otras caracterís­ticas que también son parte de estas habilidade­s son la perseveran­cia, tolerancia a la frustració­n, comunicaci­ón efectiva, resilienci­a y trabajo en equipo, capacidad de empatía y tolerancia a la presión.

85% del éxito laboral proviene de tener habilidade­s blandas bien desarrolla­das.

57% de los líderes valora más las habilidade­s blandas que las hard skills. (Linkedin).

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FOTO: SHUTTERSTO­CK Líderes y colaborado­res deben fortalecer las habilidade­s blandas para así apoyar el crecimient­o de las empresas.

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