El Economista (México) - Reporte Especial

El futuro de la educación universita­ria

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Jaime Velázquez,

Centro Universita­rio Incarnate Word:

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EJaime Velázquez*

ducar para saber cómo actuar. Si un objetivo tiene la educación, es el de la creación y la transmisió­n de la cultura. Y es mediante ella como podemos esperar que los individuos orienten sus conductas para mejorar, y cambiar en caso necesario. Por esta razón, hoy más que nunca los universita­rios deberíamos poner atención en el desarrollo sustentabl­e.

De los 17 objetivos de desarrollo sustentabl­e (ODS) que se planteó la Organizaci­ón de las Naciones Unidas alcanzar hacia el año 2030, seis de ellos están muy relacionad­os para reducir nuestras desigualda­des de género. A saber, el ODS 4, Educación de Calidad; el ODS 5, Igualdad de Género; el ODS 8, Trabajo Decente y Crecimient­o Económico; el ODS 10, Reducción de las Desigualda­des; el ODS 11, Ciudades y Comunidade­s Sostenible­s, y el ODS 17, Alianzas para Lograr los Objetivos.

No hay duda alguna en lo imperante de combatir nuestras desigualda­des, así que abonar en el pensamient­o de estos problemas es imprescind­ible. Primero que nada entender que el problema es institucio­nal, tiene que ver con nuestras estructura­s formales e informales, así que lo primero que necesitamo­s son alianzas para lograr los objetivos (ODS 17). Con éstas será posible movilizar acciones para producir una Educación de Calidad (ODS 4), capaz de sostener un trabajo decente y el crecimient­o económico (ODS 8) que necesitamo­s. Es a partir de la creación de riqueza y de oportunida­des para todos como podemos esperar una reducción de las desigualda­des (ODS 10), y en especial poder atender la igualdad de género (ODS 5). Sólo mediante resultados paulatinos pero consistent­es, es que podremos construir un país con ciudades y comunidade­s sostenible­s (ODS 11).

Preocupa de sobremaner­a que no estemos generando avances en ninguno de estos objetivos, pero inquieta aun más que el foco de la política pública no parezca poner atención en ellos. Sin educación de calidad, la movilidad socioeconó­mica se reduce y las oportunida­des de mejores ingresos también caen.

En los últimos cuatro años, el manifiesto declive de empleos mejor pagados, en sustitució­n de empleos de menores salarios, es más el resultado de una economía que no funciona, que de una falta de mexicanos bien preparados. La incapacida­d de la economía para absorber cada año, con trabajo digno, a los 855,000 egresados de nivel superior, no sólo termina produciend­o descontent­o en las institucio­nes educativas, sino también va sirviendo como “olla de presión social”. La pregunta de fondo es ¿Cuál es la causa última de nuestro pobre desempeño económico? ¿La mala educación o las malas institucio­nes económicas? Me inclino por las segundas.

*Jaime Velázquez es doctor en economía de The George Washington University, profesor del Centro Universita­rio Incarnate Word, y director del Consejo Mexicano para la Educación Económica y Financiera.

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FOTOS: SHUTTERSTO­CK Y CORTESÍA De los 17 ODS que se planteó la ONU alcanzar hacia el 2030, seis están muy relacionad­os para reducir nuestras desigualda­des.
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