El Economista (México) - Turismo
EL ENCANTO DE LA ROMA
Caminar entre sus calles es descifrar los secretos de esta colonia que enamora a primera vista
Huset, “La casa” en danés, es el nombre del restaurante de Maycoll Calderón porque, en esencia es una una casa antigua en la Roma
El olor del café recién hecho dirige las miradas hacia donde la nariz manda, esta vez, cerca de la esquina que hacen Tonalá y Chiapas. Todo ocurre al pie de Cucurucho, cafetería que despierta sensibilidades dormidas en la colonia Roma, en la Ciudad de México, y donde clientes y transeúntes respiran el ciclo ininterrumpido del grano, desde el molido y filtrado hasta su puesta en taza.
Más allá del americano tradicional, entre las bebidas de casa destacan el coco café, postre líquido con alma tropical y el espresso sonic, con café vertido sobre agua quina, burbujeante y fresco. Sin embargo, una de las particularidades de la cafetería es que ofrece una cata que involucra al olfato, la vista y el tacto en la búsqueda de sabores inesperados.
En ella, los participantes prueban una misma preparación de café presentada en diferentes envases; desde una taza tradicional hasta un recipiente que parece instrumental químico. Y no obstante haber probado la misma preparación, al poco tiempo todos comparten la impresión de haber catado, en reali-
dad, cafés completamente distintos.
El reto es conocerte para entender esa gama de sabores y aromas; es entender en qué parte de la boca sientes la acidez, la intensidad, lo cremoso; y entonces, poniendo un poco de atención en lo que pruebas, transformas para siempre la experiencia de tomar café, explica David, anfitrión de Cucurucho.
“Es maravilloso trabajar en la Roma —continúa— aquí hay gente haciendo lo que le apasiona y las calles invitan a pasear sin prisas. La colonia tiene esencia y eso no se puede platicar. Cómo te lo explico; la Roma te llega, te enamora”.
La experiencia en Cucurucho puede durar de 20 minutos a una hora, según sea el tamaño de la curiosidad de los invitados a la cata, y brinda energía suficiente para continuar descubriendo.
en busca de pan artesanal
Entre Zacatecas y Guanajuato, en la calle Orizaba, la Plaza Luis Cabrera es uno de los espacios de la Roma que más parecen disfrutar los novios, las familias, los deportistas y hasta los perros que pasean con sus padres adoptivos.
Todos caminan despacio en torno a una fuente que danza al ritmo de la esquina, desde donde se mire, ya sea al compás de un bolero, si se está cerca del trío que suele cantar afuera del Café Toscano, o con el ritmo nostálgico de un organillero, si se mira al otro extremo de la calle, cerca del restaurante Nonsolo.
Después de pasar un rato en sus bancas conviene caminar sobre Orizaba hasta llegar a la calle Chihuahua, para, inmediatamente después, doblar a la izquierda y, al cabo de unas cuantas cuadras más, arribar a Pancracia.
Muchos vecinos aseguran que allí se prepara el mejor pan artesanal de toda la cosmopolita y tradicional colonia.
“Nuestro concepto es hacer pan como se debería hacer. No estamos reinventando nada, sólo le damos su tiempo; ¿qué ganamos con ello? costra y mucho sabor”, cuenta un panadero.
Asegura que la baguette es la estrella del local, elaborada con harina, sal, agua y levadura preparada con la receta de la casa. También recomienda pedir la concha, cuya masa tiene base de yogur y una costra cubierta de mantequilla y es otra de las preferidas de su clientela.
“Puede sonar muy romántico, pero a final de cuentas el pan está vivo, tiene pequeños microorganismos y levaduras salvajes que aportan sabor y textura”, afirma el trabajador después de explicar que el local debe su nombre a la unión de dos palabras: pan y democracia.
¿Por qué? Aquí todos tienen voz y voto y proponen sus recetas; incluso las paredes tienen murales hechos por las mismas personas que han tatuado a cada uno de los panaderos.
aires de campo
Al seguir caminando se llega a Álvaro Obregón, avenida principal donde se agrupa buena parte de la oferta gas-
En Pancracia, los insumos son de temporada, e incluyen nueces, dátiles y almendras. Una recomendación especial es pedir el pan del día, que siempre es distinto
Muchas de las bebidas de Cucurucho surgen en las competencias de baristas, donde la creatividad de sus autores se desborda y el público las acepta o rechaza al instante
tronómica y cultural de la zona.
Su camellón central parte en dos la colonia y permite husmear en el movimiento de los restaurantes y bares que comparten espacio con clásicos edificios habitacionales, librerías y algunas cuantas tiendas de conveniencia.
Aquí se toca el pulso de una de las escenas nocturnas más concurridas de la ciudad, mientras que durante el día se encuentra un lugar para descansar del agobiante tráfico cotidiano.
Después de pasear en Álvaro Obregón es tiempo de caminar por la calle Colima —una de las vialidades que aloja una buena cantidad de las casonas más bellas del barrio—, para encontrar un establecimiento que parece arrancado de un sueño campestre. Es Huset, la más reciente aventura gourmet del chef venezolano Maycoll Calderón.
“El objetivo de esta atmósfera es que la gente sienta que no está en la Ciudad de México. Toda la cocina se basa en carbón y leña, utilizamos productos de mercado y a diario imprimimos un menú distinto”, comparte el cocinero.
Tras explicar que Huset puede traducirse del danés como “la casa”, Calderón hace una recomendación a quienes visitan su restaurante por primera vez: “Si quieren que Maycoll llegue y les cocine, lo pueden pedir y listo, al instante les enviamos muchas cosas al centro”.
Es así como se pueden probar creaciones llenas de colorido, por ejemplo, una ensalada de espárragos al grill con jitomate heirloom y aderezo parmesano. O bien, unas tostadas de tiradito de robalo, con miso, pimientos, jengibre y rábanos. Y aunque no esté en la carta, siempre se puede pedir la pizza de aguacate, un platillo que es una garantía para muchos de los seguidores del chef.
“La Roma es muy creativa, increíble —continua— es de las pocas colonias, de las que hay en México, donde todavía se puede caminar rico, sin prisas. Tanto, que la puedes visitar muchas veces y siempre encontrarás algo completamente distinto”, cuenta antes de regresar a su cocina.
De vuelta en Colima, las opciones se multiplican. Y el descubrimiento de la Roma termina, inevitable y previsiblemente, en amor a primera vista.