El Economista (México) - Turismo
Vallarta sigue siendo el rey LGBT
LO QUE HACE APENAS unas décadas era impensable es hoy una realidad, ese segmento del mercado, el rosa, el que hace años se señalaba y perseguía, es hoy uno de los más deseados por casi todos los destinos turísticos.
¿Y cómo no querer una rebanada de ese jugoso mercado que representa 185,000 millones de dólares anuales a nivel mundial, que mueve a 180 millones de personas y que crece a 10.3% anual, dejando corto a 4.7% de crecimiento en que se mueve el resto del turismo?
Hoy, al mercado LGBT se le sigue persiguiendo, pero ya no a manera de condena, sino con fines comerciales y mercadológicos. Un tipo de turismo que gasta más dinero que el promedio, que puede viajar en temporadas bajas, durante periodos largos y que, tan sólo en México, representa 3 millones de viajeros que generan una ocupación hotelera promedio de cuatro noches.
Ahora todos quieren portar con orgullo la camisa arcoíris; la Ciudad de México gana el liderazgo en bodas para este sector; Cancún se autodenomina gay-friendly y hasta Acapulco o Chihuahua pintan en sus calles un paso peatonal arcoíris, pero no podemos olvidar quién ha sido el pionero en ser amigable con este segmento.
Puerto Vallarta, desde muchos años antes que las marchas por los derechos LGBT inundaran las avenidas más importantes de México, era ya considerado un destino gay-friendly, incluso, el segundo de playa más relevante en Latinoamérica, sólo por detrás de Río de Janeiro.
¿Y qué ha hecho de Puerto Vallarta un destino favorito entre este mercado? Existe una gran oferta turística para este segmento: clubes de playa, antros, hoteles, zonas como “los muertos” y “olas altas”, eventos. Tan sólo este año, el ya muy reconocido Vallarta Pride, en su quinto aniversario, generó una derrama de 45 millones de pesos a través de la atracción de 18,000 visitantes, 20% más que el año anterior.
Incluso, desde sus políticas públicas, el destino ha innovado en la creación de una oficina de igualdad de género y una asociación de comercio y turismo de la comunidad LGBT.
Sin embargo,el gran acierto se ha dado de manera natural, ya que está posicionado como líder en turismo familiar y al mismo tiempo, sin necesidad de excluir esta característica, es líder en segmentos tan puntuales como el LGBT.
Puerto Vallarta ha entendido que ser un destino gay-friendly va mucho más allá de un paso peatonal a colores o de diseñar productos turísticos exclusivos para un tipo de turismo, pues el mercado LGBT disfruta y vive las mismas experiencias que cualquier otro nicho de mercado, mismos hoteles, mismos restaurantes, mismos tours, con un elemento diferenciador: la inclusión, el respeto y la calidez que tanto caracteriza a los vallartenses.