El Economista (México) - Turismo

El esplendor y brillo de Izamal

Esta antigua ciudad maya alberga el segundo atrio más grande del mundo y magníficas edificacio­nes prehispáni­cas

- Arcelia Lortia arcelia.lara@eleconomis­ta.mx

Dicen que en los gruesos muros de Izamal continúa inmerso su histórico pasado, cuando era un importante centro ceremonial maya, civilizaci­ón que pobló esta región de grandes edificacio­nes, que siglos después fueron recubierta­s para darle forma al atrio más grande fuera del Vaticano.

Fray Diego de Landa, ministro provincial de los franciscan­os, pretendió sepultar la cultura indígena y ordenó que la construcci­ón religiosa más importante del sureste fuese levantada sobre la estructura ceremonial más imponente de los mayas.

El Convento de San Antonio de Padua es testimonio de aquel pasaje histórico, pues fue erigido sobre el templo maya Pap-Hol-Chac, siendo su atrio de 7,806 metros cuadrados rodeado por 75 arcos interiores y 50 exteriores, el segundo más grande del mundo.

Pero no sólo esa construcci­ón fue hecha con piedras de basamentos prehispáni­cos, también otras edificacio­nes, por ello, Izamal ha sido llamada la Ciudad de las Tres Culturas: la maya, española y contemporá­nea.

INSIGNIA DE LA CIUDAD

Este Pueblo Mágico teñido de amarillo tiene varios atractivos, pero, sin duda, el Convento de San Antonio de Padua sigue siendo el sitio más frecuentad­o, pues su increíble magnitud y los diversos ángulos de observació­n que ofrecen sus arcos conquistan a los viajeros.

En su interior, destaca el vitral de la Virgen de la Concepción, un retablo de estilo neogótico de seis metros de alto; el camarín dedicado a la misma virgen y su museo que alberga pinturas originales, así como la silla que, en 1993, ocupó el papa Juan Pablo II, cuando en su segunda visita a México tuvo un encuentro con los indígenas en el gran atrio del convento.

Los martes, jueves, viernes y sábados a las 8:30 de la noche, el atrio del convento es iluminado de colores y ambientado con música prehispáni­ca, pues se realiza el espectácul­o de luz y sonido llamado La Luz de los Mayas.

A PIE O EN CALESA

Caminar entre sus calles permite admirar su arquitectu­ra, esa que sobresale por estar pintada de amarillo con bordes blancos y que parece, cada tarde, teñir el poblado de dorado.

Aunque desplazars­e a pie es, quizás, la mejor forma de descubrir este Pueblo Mágico, los paseos en calesa siguen siendo parte de sus atractivos, pues internan a los viajeros por las pequeñas calles donde alguna vez transitaro­n los mayas, y que hoy resguardan detrás de los gruesos muros magnificas edificacio­nes prehispáni­cas.

El mejor momento para realizar este recorrido es, justo, cuando cae la tarde, pues los rayos del sol iluminan los caminos.

Otro de sus atractivos es su gastronomí­a y tanto en el mercado como en los restaurant­es, localizado­s en el centro, es posible disfrutar de típicos platillos como frijol con puerco, queso relleno, chaya con huevo, puchero de gallina, pipián de venado, joroches, cochinita pibil y panuchos, acompañado­s de balché, una singular bebida de anís, típica de Yucatán.

Así se descubre este destino yucateco de tintes amarillos y blancos donde las paredes de sus construcci­ones resguardan estructura­s prehispáni­cas y donde alguna vez se levantó un importante centro ceremonial maya, que hoy continúa contando historias de su pasado, pese a estar sepultado por el poblado.

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