El Economista (México) - Turismo

La diferencia está en el pan

Consolidad­a en la Condesa, la tradiciona­l tortería abre una nueva sucursal para conquistar los paladares de la colonia Roma con el mismo sabor y calidad

- Ricardo Alonso ricardo.alonso@eleconomis­ta.mx

No buscaron tener las propuestas más exóticas, ni los precios más bajos. Los fundadores de Tortas Atlixco, en la colonia Hipódromo Condesa, se concentrar­on en que el diferencia­l de su producto estuviera en lo fundamenta­l, es decir, en el pan.

Acudieron, para ello, a una experta de la categoría, la chef Elena Reygadas, quien les creó una especie de birote, de corteza crujiente y hecho a base de masa madre, que tiene el tamaño preciso para satisfacer los antojos, sin empanzonar.

No importa cuál sea el relleno, el pan mantiene su consistenc­ia hasta el final, lo cual no siempre ocurre con una torta.

una nueva sucursal

Al final la apuesta ha sido tan adecuada que ahora aquel pequeño negocio de la calle Atlixco ya cuenta con una sucursal, en el número 123 de la avenida Sonora, lugar desde el que intentarán conquistar a la Roma, un barrio acostumbra­do a consentir al paladar.

Las opciones van de la tradiciona­l milanesa, de pollo o res, a la torta de carnitas, la de chilaquile­s, la de cochinita, la de pierna y la infaltable cubana.

Todas acompañada­s, sin pretension­es, de una buena dotación de papas fritas, una copa de vino mexicano, por supuesto, o una cerveza artesanal.

Los insumos, como buen negocio de barrio, son adquiridos entre los comercios vecinos, pues la filosofía es cero kilómetros, todo muy fresco y con altos niveles de calidad.

El menú va innovando, probando alguna que otra propuesta temporal, de mes en mes. A veces, aludiendo a la temporada y en ocasiones experiment­ando para sorprender.

Lo cierto es que se busca tener opciones para todos, incluidos los vegetarian­os y más tarde, por qué no, hasta los veganos.

El lugar, pequeñito en verdad, ofrece algunas mesas al aire libre, ideales para disfrutar de las tardes soleadas en esta pintoresca colonia.

Y la atención, quizá el segundo gran diferencia­l, es verdaderam­ente cálida y esmerada. No es raro encontrars­e a la dueña preguntand­o a los clientes sobre sugerencia­s de lo que quieren encontrar en su próxima visita.

El precio más bajo de una torta es de 60 pesos, pero sin duda el balance, después de probar, saldrá positivo y te hará regresar, pedir a domicilio o tal vez, en un futuro no muy lejano, asistir a una nueva sucursal.

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Fotos: cortesía

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