El Economista (México) - Uniones
Pagará a la vista el programador
QUISIERA ABARCAR TEMAS que tomarían meses de estudio, cuando menos, e ingentes volúmenes de textos y reflexiones. Conscientes del espacio atomizaré temas y circunstancias.
El dinero es un concepto tan antiguo como caduco, y si tenemos en cuenta que la mayoría no tenemos siquiera tan claro este concepto, enfrentamos un escenario que resultará confuso para no poca gente en nuestro país y en el mundo. El dinero es un medio tecnológico desde su invención. Es decir, a través de la fabricación de un objeto —primero monedas, luego papel, objetos posibles solamente gracias a la tecnología y materias primas disponibles—, se creó a su vez un medio fiduciario con valor determinado a conveniencia para facilitar la tasación e intercambio de bienes, mercancías y servicios. Hoy continúa sirviendo para lo mismo pero la tecnología y las conveniencias han cambiado, y esto, forzosamente, cambia el cómo del funcionamiento y circulación del dinero. Teniendo en cuenta que variables como quién y en qué se utiliza influyen en la autopoiesis del sistema financiero —un rasgo evidente pero obviado en las adherencias y aprovechamientos de nuevas tecnologías y medios para el otrora circulante de metal— hay que circular la idea de la importancia de la tecnología. ¿A dónde voy con esta reflexión? Es cuestión de tiempo para que los bancos centrales y los grandes receptores de pagos vean amenazada su hegemonía por creadores y distribuidores de dinero nuevo que se distribuye a través de nuevos medios y llega a nuevos portadores. Sin embargo, este desafío al statu quo no es en sí mismo una innovación. Al pasar del dinero virtual de hoy a las manos de los creadores de lo virtual, poco o ningún progreso estaremos consiguiendo. Las cosas no cambian cuando cambian de dueño sino cuando todos nos adueñamos de ellas. Aquí el punto de disrupción puede ser la tecnología misma que, a diferencia de la creación del papel o el acuñado de monedas, es más democrática para ser intervenida. Conscientes de esto y clarificados en el funcionamiento básico podemos pasar al tema de la conveniencia. Más acceso a formas de circular y crear dinero harán posible que nuevos usuarios que antes estaban al margen del envejecido sistema financiero puedan ahora detonar procesos productivos o rentables que estaban reservados para perfiles muy limitantes. Todo tipo de emprendimiento y persona podrá encontrar o inventar formas de capitalizarse gracias a las nuevas tecnologías y al pacto de nuevas convenciones. En este escenario las fintech ostentan un potencial evidente pero poco advertido: tenemos, quienes estamos al frente de estas entidades financieras, la obligación y vocación de innovar, mejorar y crear nuevas formas de transformar y revolucionar el robusto, pero viejo y a veces excluyente, sistema financiero. *Director general Unión
de Crédito Mexicano.