El Economista (México) - Uniones
Ser o tener
TU MENTE ES MUY poderosa, y, sin embargo, si eres como la mayor parte de las personas, pasas muy poco tiempo reflexionando en la forma en la que piensas.
Pero la manera en la que piensas sobre ti mismo se irá convirtiendo en tu realidad. Si haces conclusiones poco precisas sobre quién eres y lo que eres capaz de lograr, sólo lograrás limitar tu potencial.
Tener es el verbo más popular hoy en día. Nuestra cultura ha consistido en hacer más e influir más a nivel pasivo. Por ejemplo, puedes estar sentado por horas localizando personas en Facebook, pero eso no implica que seas un mejor ser humano o que contribuyas más en tu cultura.
Somos poblaciones que no piensan ni analizan en lo que influye, llevándonos a un pensamiento sistemático.
Inoculamos creencias y a través de ello controlamos el comportamiento humano.
Creencias como “el frío produce gripa” te llevarían a deducir entonces que toda la población del Norte de Europa estaría enferma. O que el dinero trae felicidad. No habría tantas personas multimillonarias que acabarán con su vida.
¿Y qué hay sobre el verbo más importante? El verbo Ser.
¿Qué me hace único? ¿De dónde surge mi poder personal?
¿Qué me levanta en los días obscuros?
Ser proviene de tu identidad.
S- Soy polvo de estrellas.
E- Energía viene de mi propósito de vida. R- Resultados son producto de sumar el quién soy y tener un propósito en la vida.
Estamos en la época más abundante de la historia, pero nuestro pensamiento ha sido adoctrinado para no darnos cuenta, dejar que el miedo prospere, y con ello disminuya nuestra capacidad de pensar y crear; en fin, nos estamos quedando estancados en noticias ficticias, en el pensamiento superficial.
Al hacer conciencia de lo que hay en nuestro interior, comenzamos a vivir la realidad, a convertirnos en ese polvo de estrellas que resplandece y damos paso a nuestra mente para crear e innovar.
¿Qué es la innovación del pensamiento? Innovación es pensar de manera diferente a como me impulsa mi medio, mi ambiente.
Hoy sabemos que nuestra piel tiene receptores dérmicos a través de los cuales sentimos nuestro entorno y el nivel de energía en que se encuentran los demás.
De hecho, en la Universidad de Innovación de Chicago cuentan con un robot que percibe el nivel de energía de los individuos y toma la posición de ellos, aunque su boca muestre una sonrisa.
La tecnología nos avasalla, pero ¿qué hay del pensamiento?
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, decía Arquímedes.
Quién ha aprendido a guiar su pensamiento en esta época de cambios de la manera en que vivimos, aprendemos, comemos, nos relacionamos o soñamos.
Nuestra mente puede ser teledirigida por la tecnología, nuestra respuesta predeterminada por computadoras que usan átomos para predecir el futuro. Como lo hicieron la Universidad de Griffith en Australia y la Universidad de Nanyang en Singapur.
Saber pensar es esencial en este momento, más que en ninguna otra época.
Podemos saber que el fondo más primitivo del pensamiento es el miedo, que lleva a tres respuestas: ataque, parálisis o huida.
Sin embargo, muchos de los temores de los seres humanos han conducido a los más grandes descubrimientos.
Nuestros pensamientos son catalizadores que nos permiten autoperpetuar los ciclos. Lo que piensas directamente influye en lo que sientes y la forma en la que te comportas, de manera que si crees que eres un fracaso entonces te sentirás como tal y por tanto actuarás como tal, lo que reforzaría la creencia.
Crear una perspectiva más positiva te puede llevar a mejores resultados, lo cual no significa que tener pensamientos positivos tenga poderes mágicos. Pero los pensamientos optimistas te llevarán a una conducta más productiva, lo que incrementa las posibilidades de obtener resultados positivos.
Un poco de tensión siempre es necesario para evitar la comodidad que nos lleva a la inacción.
Si pusiésemos nuestro pensamiento en colores, nos daríamos cuenta de que el miedo es un pensamiento negro, que son los pensamientos que pertenecen al pasado y que nos han dejado de inspirar. Deshacerse de historias de lástima, frustración o enojo es esencial para poder pensar de manera creativa.
Cuando pasé por una enorme crisis, me di cuenta de mis pensamientos amarillos, lo que ya tenía en mí, las herramientas o elementos que me ayudarían a seguir adelante para cuidar y procurar la vida familiar que me inspiraba.
Conté entre mis reliquias los conocimientos de medicina nuclear, radiología y genética y me dispuse a mezclarlos con las herramientas que me permitirían vivir, inventar nuevas maneras de aprender e incursionar por nuevas rutas a las que los maestros habían acudido anteriormente.
Use el pensamiento verde, creativo y relacionado con la naturaleza, como se almacenaba la información que se transmitía entre plantas y animales, allí estaba el ADN, como precursor del conocimiento.
No todo tenía que ser estudiado, había gran cantidad de información presente en los tejidos y la memoria celular, que había estudiado en mis cursos de biología molecular.
Era importante olvidar el pasado, el cubo negro, y retar el conocimiento actual para el nuevo propósito, activar el conocimiento.
Los mapas mentales acudieron a mi mente, igual que a Tony Buzan, debía seguir un orden de ideas, cubo azul, que las cosas y datos tuviesen sentido.
Trabajar en el cubo amarillo fue la base de la innovación. Como pensar de una manera distinta con los elementos que ya tenía. Igual que Darwin había navegado en su bergantín el Beagle, mi mente comparaba y analizaba las cosas, y mientras más diversidad hay en la comparación, más rico sería mi pensamiento.
Construir un nuevo sistema de aprendizaje de inglés fue el resultado.
Sencillo, dinámico y divertido y que incluyese la base del aprendizaje.
Los datos, o pensamientos blancos, fueron necesarios, para ello, con mi amigo Paul Scheele, incursione en la técnica de la fotolectura.
Con John Grinder, autor de Programación Neurolingüística, pude reconocer el poder del lenguaje y de esta manera empoderar a quién podía influir en los demás, formar comunidades de aprendizaje.
Nuestro lenguaje interno siempre será el que nos impulse o nos detenga. La supervivencia sólo te repite: “Adelante, inténtalo”.
Realiza experimentos de conducta que te hagan probar cómo son en realidad tus conductas, si sientes que hay algo que no es lo suficientemente bueno, haz algo que te haga sentir valioso. Si ya te etiquetaste como “demasiado cobarde” para salir de tu zona de confort, oblígate a hacer algo que te haga sentir un poco incómodo.
Con algo de práctica, puedes entrenar a tu mente para pensar de manera distinta. Cuando renuncias a esas creencias que te limitan, estarás mejor equipado para alcanzar tu mayor potencial.