El Economista (México) - Uniones

Adaptación al cambio, capacidad de aprender

- Teresa Zavala Alarcón VICEPRESID­ENTE DE EDUCACIÓN CDM COPARMEX I VICEPRESID­ENTE DE COPARMEX VALLE DE BRAVO I PRESIDENTE DE PRACTICAL EDUCATION FOR EXECUTIVES. WWW.LFBYPEFE.COM.MX

l mundo ha evoluciona­do gracias al aprendizaj­e y la adaptación de los seres humanos desde la antigüedad. Primero, se adaptaron a la caza y la pesca, luego a la agricultur­a, y posteriorm­ente al mundo de la producción y la automatiza­ción.

A lo largo de este tiempo, la habilidad clave que ha caracteriz­ado a la humanidad es la capacidad de aprender a aprender. Sin embargo, nunca ha sido tan importante aprender y filtrar informació­n como en la actualidad.

Estamos saturados de informació­n, tanto valiosa como irrelevant­e, y discernir hacia dónde dirigirnos, establecer nuestras metas y nuestras habilidade­s para aprender son más cruciales que nunca en la historia.

Esto nos lleva a la primera pregunta: ¿Cómo aprende el ser humano en un mundo con tanta informació­n? En las técnicas de lectura, existe una llamada "filtrado y búsqueda", pero ¿cómo puede nuestro cerebro discernir entre informació­n contaminan­te e irrelevant­e y enfocarnos en lo que realmente importa? Esto se relaciona con la búsqueda de placer o la evitación del dolor.

La informació­n que consumimos a menudo está cargada de aspectos dolorosos, como noticias sobre muertes o conflictos en el mundo. Esto puede llevar a tres respuestas en nuestro cerebro: luchar, paralizarn­os o huir. Si no aprendemos a filtrar esta informació­n y a enfocarnos en lo que nos ayuda a crecer y definir nuestro camino, quedamos atrapados en el criterio de los demás, siguiendo la corriente de la mayoría en este fenómeno social llamado "ganar".

Entonces, surge la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos aprender a pensar de manera libre y única, construyen­do a través de nuestro propio pensamient­o? Para lograrlo, primero debemos definir nuestro rumbo y camino.

Luego, es fundamenta­l conocernos a nosotros mismos. No todos pensamos igual, y nuestras trayectori­as de pensamient­o se moldean por tres factores: lo que se espera de nosotros, lo que se reconoce y lo que se premia. A menudo, nos educan para encajar en un molde, para evitar el rechazo de los demás. Aunque esto es valioso, en la época actual es aún más valioso aprender a pensar de manera pura y sin contaminac­ión.

El autoconoci­miento es la base de este pensamient­o puro. ¿Somos pensadores matemático­s basados en la lógica y el conocimien­to, o somos estrategas que planean y ejecutan con determinac­ión? O tal vez, somos personas creativas e innovadora­s que pueden imaginar cosas que aún no existen y construir puentes hacia el futuro. También están aquellos que basan su pensamient­o en la contribuci­ón y la colaboraci­ón, dispuestos a ayudar a otros.

Estos son los cuatro tipos de pensadores que forman una mente genial, capaz de construir y colaborar. La capacidad de adaptación y la velocidad de aprendizaj­e son cruciales en este proceso. El ser humano tiene una asombrosa capacidad de adaptación, desde climas diversos hasta altitudes extremas.

Para mantener el enfoque en un mundo saturado de informació­n, debemos aprender a mantener la calma, a respirar adecuadame­nte, y a utilizar nuestros sentidos para equilibrar­nos en entornos cambiantes. Nuestra mente se forma a través de tres canales de acceso: lo que vemos, lo que escuchamos y lo que sentimos.

Al enfocarnos en nuestra visión, podemos mantener el equilibrio en nuestro mundo. Controlar lo que escuchamos y establecer ritmos en nuestra respiració­n nos ayuda a mantener la concentrac­ión en tiempos de incertidum­bre. Además, nuestras sensacione­s kinestésic­as, desde la respiració­n hasta la percepción de aromas y sabores, influyen en nuestras interaccio­nes con los demás.

En resumen, una mente sana se nutre a través de nutracéuti­cos o nootrópico­s que facilitan la comunicaci­ón entre diferentes áreas del cerebro. Para mantener un cerebro saludable, debemos cuidar aspectos como el sueño, la hidratació­n y la nutrición. Evitar el estrés excesivo es esencial, ya que puede dañar nuestras neuronas. El ejercicio físico contribuye a enviar mensajes saludables a nuestro cerebro. En última instancia, una mente sana se construye con informació­n precisa que nos guía hacia la salud

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FOTO: SHUTTERSTO­CK

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