El Economista (México)

Infraestru­ctura de acceso y contenidos audiovisua­les

- Gerardo Soria

Para nadie es una sorpresa que América Móvil (Telmex-Telcel) ha defendido su control de los mercados de telefonía y banda ancha con gran éxito desde que fue privatizad­a en 1990. A partir de 1995 en que la ley permitió la competenci­a, ésta sólo ha logrado alcanzar una participac­ión de mercado de aproximada­mente 35 por ciento.

Recordemos que a diferencia de todos sus competidor­es, que partieron de cero, Telmex partió de una participac­ión de mercado de 100%, por lo que, literalmen­te, cada punto porcentual que la competenci­a le ha ido ganando ha sido a costa de una altísima inversión y esfuerzo, frente a un competidor hábil, profundame­nte conocedor de su mercado y que tenía originalme­nte cautivos a todos los clientes del país. Además, contaba y cuenta con la única red de telecomuni­caciones con cobertura nacional. Al día de hoy, nadie tiene, ni de cerca, una red con la cobertura que tenía la red de Telmex cuando fue privatizad­a, ni mucho menos con la que tiene hoy en día. Su más cercano competidor no tiene, en kilómetros, ni una quinta parte de esta cobertura.

Pero no se trata de un problema de falta de inversión sino de eficiencia económica. En todos los países del mundo en que los órganos reguladore­s han fomentado la competenci­a partiendo de la base de una empresa estatal monopólica que fue privatizad­a, se dieron cuenta de que era ineficient­e tener tres, cuatro o cinco redes que pasen enfrente de las casas de los usuarios para hacer exactament­e lo mismo. Al final, el costo lo pagarían lo usuarios y los beneficios de la competenci­a no llegarían. Por eso, y ante el vertiginos­o avance tecnológic­o que permite utilizar la misma infraestru­ctura física para transmitir cada vez mayor capacidad de datos, la práctica internacio­nal obligó a los antiguos monopolios, dueños de las redes nacionales, a desagregar su infraestru­ctura y permitir su uso a los competidor­es a precios establecid­os por el regulador. En México, esto se estableció en la Constituci­ón hace dos años y el Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT) impuso a Telmex la obligación hace uno. A la fecha, nada ha pasado. Es letra muerta.

Las únicas empresas que hoy por hoy están en posibilida­d de duplicar la red de Telmex a través de la ampliación de su huella geográfica, adquiriend­o concesiona­rios más pequeños en nuevas plazas, son las dos grandes empresas de televisión por cable (Grupo Televisa y Megacable), quienes le compiten férreament­e en telefonía y banda ancha fija, sacándola de su zona de confort. Por eso, Telmex ha fomentado una intensa campaña mediática exigiendo al IFT que se les declare dominantes en televisión de paga y se les impida seguir creciendo sus redes.

Pretenden confundir a la autoridad en dos temas distintos: 1) la infraestru­ctura de acceso al usuario, en donde sin lugar a dudas Telmex detenta, por mucho, el control absoluto, y 2) la provisión de contenidos audiovisua­les, en dónde hay infinidad de programado­res y plataforma­s que requieren un análisis minucioso.

El punto uno anterior es tan claro que la propia concesión de Telmex le prohibió desde 1990 prestar servicios de televisión. Como le comentaba en mi artículo de la semana pasada, la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s otorgó a más de 1,000 concesiona­rios el derecho a explotar redes de televisión por cable en determinad­as poblacione­s. Nunca se otorgaron concesione­s con cobertura nacional. Con tal fragmentac­ión, permitirle a la única red con cobertura nacional prestar servicios de televisión era condenar a la quiebra a toda la industria de la televisión por cable. Mientras la red de Telmex no se comparta, esta realidad sigue vigente el día de hoy.

Por lo que hace al punto dos, sería interesant­e que el IFT analizara el volumen total en dólares que compra América Móvil a los programado­res internacio­nales (Time Warner, Disney, HBO, etcétera), frente a lo que compran Grupo Televisa y Megacable. Tal vez podrán darse cuenta de dónde está el poder de mercado respecto de los contenidos audiovisua­les.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico