Ahorro voluntario y pensiones
Promover el ahorro voluntario es insuficiente.
La semana pasada, la Secretaría de Hacienda y la Consar anunciaron la incorporación de la red de sucursales de Telecomm (telégrafos) para que, junto con las tiendas de conveniencia 7-Eleven, los trabajadores puedan hacer aportaciones voluntarias a sus cuentas individuales para el retiro, mismas que son administradas por las afores. La idea que subyace esta decisión es reducir los costos de acceso al sistema y promover el ahorro para el retiro, inclusive para quienes no tienen un trabajo subordinado. Entre estas dos redes se ponen a disposición de los potenciales ahorradores 3,430 oficinas (1,780 de Telecomm y 1,650 de 7-Eleven).
Al cierre de mayo de este año, el saldo en las cuentas de retiro, cesantía y vejez que administran las afores ascendió a 2.4 billones de pesos, mientras que el saldo de aportaciones voluntarias fue de 30,408 millones de pesos, lo que representa únicamente 1.2% del total. Bienvenida la medida anunciada, pero en realidad no es más que cosmética y no resuelve de fondo el problema de las pensiones para los trabajadores mexicanos. Destaco cuatro aspectos.
En primer lugar, las aportaciones a las cuentas individuales, 6.5% del salario, son extremadamente bajas, por lo que la tasa de remplazo (monto de la pensión como porcentaje del último sueldo) será de entre 30 y 40 por ciento. Aunque la tasa de rendimiento neta de comisiones es relativamente elevada, por ahí no hay mucho mas que hacer, excepto liberar todavía más el régimen de inversión de las siefores. Por lo mismo, es necesario aumentar las aportaciones a 11.5% del salario, siendo el camino a seguir que lo que actualmente aportan las empresas al Infonavit se canalice a las siefores.
En segundo lugar, existe una alta rotación de los trabajadores entre empleos formales e informales, por lo que lo que se acumula en las cuentas individuales es relativamente bajo, lo que se acentúa por el muy bajo nivel salarial promedio de aquellos trabajadores afiliados al IMSS. Peor aún, dada la alta rotación, habrá trabajadores que al momento de su retiro no habrán juntado las semanas de cotización mínimas requeridas para acceder a una pensión.
En tercer lugar, y ligado en parte a lo anterior, la tasa de informalidad laboral es extremadamente elevada, 57% de la PEA. Estos trabajadores ni siquiera cotizan para una pensión. Más aún, la pobreza salarial es alta, por lo que estos trabajadores, aunque quisieran, no tienen suficiente capacidad de ahorro.
En cuarto lugar, hay un problema cultural con relación a ahorrar para una pensión. “Dios proveerá” o “mis hijos me ayudarán” es muy común. Para los jóvenes, la tasa intertemporal es muy baja; es decir, valúan muy poco el futuro. A medida que envejecen y la tasa intertemporal aumenta, ya puede ser muy tarde para ahorrar lo suficiente para una pensión. A lo anterior hay que agregar el hecho de una baja cultura financiera de la mayor parte de la población. Muchos ni siquiera entienden lo que es una afore y menos aún una siefore. La Consar y la Amafore han logrado avances al respecto, pero sigue siendo insuficiente.
Para evitar que a la larga México sea un país de viejos pobres se requiere de una mayor y sostenida tasa de crecimiento económico, y para ello es condición necesaria eliminar todas las trabas existentes a la creación y crecimiento de las empresas. Se requiere más empleo en la formalidad y con mayores salarios. Promover el ahorro voluntario está bien, pero es insuficiente.